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¿Cuánto vale la mansión de un alcohólico? (II)
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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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¿Cuánto vale la mansión de un alcohólico? (II)

La contabilidad internacional establece la fijación de valor de ciertos activos y los pasivos a valor de mercado. Esta columna ha cuestionado la metodología de valoración

La contabilidad internacional establece la fijación de valor de ciertos activos y los pasivos a valor de mercado. Esta columna ha cuestionado la metodología de valoración de los activos mediante el símil de dos mansiones compradas a cuatro millones de euros. Una la mantiene usted en su activo por ese valor. La segunda ha sido vendida por su vecino en 1,5 millones tras haber sido despedido y encontrarse en una situación financiera crítica. La pregunta que planteaba era ¿cuál es el valor correcto?

Paradójicamente, esta pregunta no sólo afecta al valor de los activos. También lo hace al valor de las deudas. Así, la entrada en situación financiera crítica (distress) por parte de un amplio número de bancos como consecuencia de la crisis crediticia ha supuesto que en los mercados de crédito, el valor de la deuda emitida por estos bancos haya bajado substancialmente.  En teoría nuestro sentido común nos dicta que si debemos 100.000 euros, por mucho que hayamos entrado en la bebida y perdido nuestro puesto de trabajo, la deuda asumida sigue siendo 100.000 euros. En contabilidad internacional no. Si el mercado apuesta porque, debido a nuestra etílica situación, sólo vamos a ser capaces de repagar 70.000 euros, tendremos la placentera noticia de que podremos generar un beneficio de 30.000 euros. ¿Extrañados? En absoluto, cortesía del nuevo sistema contable. 

Si el valor de mercado de los pasivos se reduce, entonces hay que ajustarlos en el balance mediante un reconocimiento de beneficios. Se ha hablado poco de este tema, pero el hecho es que gracias a esta técnica de contabilidad creativa ciertos bancos han reducido el volumen de pérdidas reconocidas por la crisis crediticia (entre otros, Morgan Stanley, que ha reconocido así 1.500 millones de dólares de beneficio, o menor pérdida, o Citigroup, que ha reconocido 3.300 millones de dólares de beneficios; en Europa, mírense las cuentas de Barclays). 

Lo divertido del asunto llega ahora. Los gobiernos, muy preocupados por la salud del sistema financiero, intervienen masivamente en rescatar a los bancos con todo tipo de instrumentos. Los mercados respiran aliviados, pero, y ahí viene la mala noticia, este alivio se traduce en que los mercados reflejan el que usted haya dejado la bebida. O sea, que al estar en una situación menos crítica, sus deudas valen más, ergo, tendré que reconocer el mayor valor de este pasivo mediante una pérdida contable. Paradójicamente, al haber ayudado a los bancos, los gobiernos han hecho subir el valor de la deuda bancaria, y este efecto les hará reconocer mayores pérdidas contables. Luego la solvencia bancaria sufrirá como consecuencia de la ayuda (las pérdidas reducen la posición de fondos propios y por tanto, la solvencia).

¿Cuánto vale la mansión de nuestro alcohólico vecino? Si la compró por 4 millones y la vende por 1,5 la respuesta es sencilla. Vale 1,5 y pierde 2,5. Ahora, ¿vale 1,5 la mansión del vecino? Yo creo que no. La valoración de mercado es correcta si el instrumento que valoramos es líquido. Sin embargo, existen títulos que han sido líquidos y que han dejado de ser líquidos. Muchos instrumentos estructurados y bonos ligados a hipotecas caen en este escenario. ¿Debemos forzar la contabilidad de una forma arbitraria porque nuestro vecino venda una mansión singular reconociendo una pérdida contable? La respuesta, en mi humilde opinión, es negativa. Tan negativa como haber reconocido un beneficio por el hecho de que la deuda nuestra valiese menos en mercado como consecuencia de nuestra crítica situación.

La valoración de mercado tiene su razón de ser. Lo que es hipócrita es que tras años en los que los bancos revalorizaban sin cesar el valor de mercado de sus activos (alguno de ellos ilíquido) cuando el precio de estos subía sin cesar (con sus consiguientes beneficios), establezcan un vociferante lobby contra el valor de mercado porque ahora tengan que reconocer pérdidas contables al caer el valor de los activos. Este cambio repentino del sistema contable tras la presión de los bancos ha provocado las amenazas de dimisión del Presidente del IASB (emisor de las normas de contabilidad internacional) Sir David Tweedie, el que una vez dijo que moriría feliz el día en el que pudiera realizar un viaje en un avión que estuviera en el balance de una aerolínea.

La frontera de la valoración de mercado es la liquidez. El regulador debería definir unos umbrales que definan si un mercado es líquido o no, y en base a este umbral, decidir sobre si el activo tiene que ser valorado a mercado a coste histórico. Por otro lado, el principio de prudencia no puede ser perdido de vista: los pasivos deben siempre ser valorados al máximo entre el coste histórico o el valor de mercado. Así, si debo 100.000 euros al banco, seguiré debiendo los 100.000 aunque me dé a la bebida y pierda mi trabajo. 

La lección de la crisis bancaria japonesa es clara: cuanto más se dilate la cirugía en los bancos más tiempo se tardará en salir de la crisis. Cuanto antes se actúe menos lugar habrá para el dicho actual de los contables ingleses sobre los balances de los bancos:

On the left side there is nothing right.

On the right side there is nothing left.

La contabilidad internacional establece la fijación de valor de ciertos activos y los pasivos a valor de mercado. Esta columna ha cuestionado la metodología de valoración de los activos mediante el símil de dos mansiones compradas a cuatro millones de euros. Una la mantiene usted en su activo por ese valor. La segunda ha sido vendida por su vecino en 1,5 millones tras haber sido despedido y encontrarse en una situación financiera crítica. La pregunta que planteaba era ¿cuál es el valor correcto?