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La nueva ruta de la seda amenaza el futuro del dólar
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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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La nueva ruta de la seda amenaza el futuro del dólar

La llegada de los mal llamados reyes magos a Belén muestra la cara más tangible de las intensas relaciones comerciales que existían entre los países de

La llegada de los mal llamados reyes magos a Belén muestra la cara más tangible de las intensas relaciones comerciales que existían entre los países de Oriente Medio, Persia y China hace dos mil años. En realidad, Melchor, Gaspar y Baltasar, cuyos nombres aparecen mencionados sólo en los Evangelios Apócrifos, podrían ser sacerdotes mazdeístas -la religión difundida por Zaratustra- (por cierto, a modo anecdótico, Baltasar no era representado negro, sólo a partir del siglo XVI las representaciones artísticas cambian de color al tercer “rey”).  El oro, el incienso y la mitra, tres de los objetos transitados y comerciados en la antigua ruta de la seda. 

La tesis de la nueva ruta de la seda fue lanzada en 2006 por George Magnus*, el economista de UBS que predijo la crisis de crédito cuatro meses antes de que estallara** (generando la paradoja de que UBS fuese precisamente uno de los bancos más afectados). Dicha ruta permitía el tránsito de mercancías desde China, por el Asia Central hasta Oriente Medio y Europa. Desde 1200 diversos shocks geopolíticos (el más importante, las invasiones mongolas, que acabaron en 1258 con el último califa de Bagdad, muerto a patadas dentro de una alfombra, ya que los mongoles no podían derramar sangre “real”) amenazaron el vigor de la ruta de la seda. 

En el siglo XV los portugueses circunnavegan África y abren la ruta comercial marítima por el cabo de Hornos, amenazando de muerte el comercio terrestre de la ruta de la seda.  En el XVI, los españoles circunnavegan el mundo y abren el comercio marítimo con China a través del Pacífico y el Galeón de Manila. La ruta de la seda estaba acabada.

La desaparición de la Unión Soviética y el declive de los EEUU, por un lado, y el renacimiento económico de Asia y el desarrollo de enormes yacimientos de recursos energéticos en el Golfo, por otro, ha vuelto a cambiar la historia. Hoy no se comercia con seda, sino con gas y petróleo, que fluyen hacia China mientras que ésta exporta productos de consumo al Golfo, y financia enormes proyectos energéticos y de infrastructuras en dicha región. 

EEUU tiene una parte muy relevante de sus insumos energéticos asegurados por lineas de suministros relativamente cortas (petróleo propio, mexicano y venezolano), pero China depende vitalmente del petróleo que se transporta por el estrecho de Ormuz para saciar su sed energética. De ahí el interés de China por desarrollar relaciones de suministro de energía (oleoductos y gaseoductos) con Irán. La pasividad china en sancionar gravemente a Irán por su programa nuclear no es más que una consecuencia del punto anterior. 

Hasta la fecha, los enormes superávit de cuenta corriente acumulados por exportadores como China o los países del Golfo se han derivado hacia activos denominados en dólares, principalmente bonos del tesoro, lo que explica parte de la baja rentabilidad que dichos instrumentos ofrecen hoy en día a pesar del deterioro fiscal de los EEUU. Esta canalización es una consecuencia directa de la falta de alternativas viables a la hora de invertir estos excesos de capitales en otra divisa de reserva, como ya apuntamos hace unos meses (“Porqué el Reminbi no reemplazará al Dólar como moneda de reserva mundial”). 

Sin embargo, la intensa y creciente interrelación financiera y económica entre China y Oriente Medio, principalmente el Golfo, puede desembocar en consecuencias no anticipadas si una parte de este comercio se transacciona en Reminbi o bien en la divisa unificada que los países del Golfo pretenden introducir en el futuro muy próximo. Especialmente si esa futura moneda común fija un mecanismo semifijo frente al reminbi. Dicha divisa contaría con un banco central común con sede en Arabia Saudí, uno de los países con mayores reservas financieras actuales y potenciales del mundo. Además, dicha divisa habrá de resolver el anacronismo histórico que supone que muchas monedas del golfo siguen fijando su paridad frente al dólar a niveles fijos desde los años 80, a pesar de las diversas sendas experimentadas por las balanzas comerciales de EEUU y del Golfo han sido divergentes.

Esta posibilidad de denominar el comercio de la nueva ruta de la seda en una divisa que no sea el dólar, aunque lejana en el tiempo, también abre la veda a que los bancos centrales de dichas regiones planteen la inversión de sus reservas en cualquiera de estas monedas. La condición previa necesaria es una mejora evidente en la liquidez, seguridad y transparencia de los mercados de capitales en los que contraten los activos denominados en estas divisas (baste recordar que los bonos islámicos, sukuk, han de cotizar en una parte relevante en dólares y sometidos a la ley del Reino Unido o de EEUU, si pretenden conseguir una buena base inversora institucional, ya que otro marco jurídico no genera la misma garantía). 

Las consecuencias evidentes serían un declive estructural del dólar, una menor capacidad de los EEUU de financiarse a raíz del estatus de su moneda como “reserva mundial” (capacidad de financiación que hoy podría cifrarse entre 2 y 3 puntos de su PIB) y una influencia estructuralmente inferior del poder de los EEUU en el futuro de Oriente Medio, la región estratégicamente más importante del mundo a día de hoy. 

Con todo, la duda que genera este escenario de la nueva ruta de la seda es: ¿tendrá esta zona del mundo, desde China hasta Arabia Saudí la estabilidad política y la seguridad jurídica necesarias para que el comercio y el sistema de capitales se afianza hasta que las posibilidades sugeridas en este artículo sean una realidad? O por el contrario ¿vamos hacia un mundo parecido al anterior al de la primera guerra mundial, marcado por la integración económica y el desarrollo, pero también por un mayor nacionalismo y competencia entre las grandes potencias que acentúa el riesgo de choque ante la escasez de recursos materiales?

* George Magnus, “The Capital flows and the world economy: petrodollars, Asia and the Gulf”, UBS, Noviembre 2006.

** George Magnus, “The Credit Cycle and Liquidity: Have we arrived at a Minsky Moment?”, UBS, Marzo 2007.

La llegada de los mal llamados reyes magos a Belén muestra la cara más tangible de las intensas relaciones comerciales que existían entre los países de Oriente Medio, Persia y China hace dos mil años. En realidad, Melchor, Gaspar y Baltasar, cuyos nombres aparecen mencionados sólo en los Evangelios Apócrifos, podrían ser sacerdotes mazdeístas -la religión difundida por Zaratustra- (por cierto, a modo anecdótico, Baltasar no era representado negro, sólo a partir del siglo XVI las representaciones artísticas cambian de color al tercer “rey”).  El oro, el incienso y la mitra, tres de los objetos transitados y comerciados en la antigua ruta de la seda. 

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