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12 Hipocresías para 2012
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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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12 Hipocresías para 2012

Primera, el juicio a Camps por unos trajes, cuando debería ser juzgado por haber dejado a Valencia en quiebra técnica. La sociedad debería debatir lo segundo

Primera, el juicio a Camps por unos trajes, cuando debería ser juzgado por haber dejado a Valencia en quiebra técnica. La sociedad debería debatir lo segundo más que lo primero.

Segunda, el supuesto carácter “colectivo” de las SICAV, instrumentos de inversión fiscalmente eficientes empleados individualmente por las grandes fortunas, por lo tanto la ficción de que hay decenas de partícipes en las SICAV no es más que eso, una hipócrita ficción.

Tercera, el Senado, que sin atribuciones prácticas, sigue consumiendo 65 millones de euros al año (y van más de treinta), entre otras cosas para asignar sobresueldos a políticos. El que estos no debatan cerrar tan vacía institución es mayúscula muestra de su fariseísmo.

Cuarta, las televisiones públicas, que siguen consumiendo 2.000 millones de euros de nuestros impuestos y de la deuda que dejaremos a nuestros hijos, con el único propósito de controlar informativos con cada vez menor audiencia y credibilidad. El que los Partidos hayan antecedido los recortes sanitarios a los recortes en la TV pública es la mayor muestra de la degeneración de la especie política.

Quinta, los congresistas, que siguen dotándose de un plan de pensiones privado con cargo a nuestros impuestos, mientras aseguran al pueblo que el sistema de seguridad social es sostenible.

Sexta, el sistema financiero europeo, que sigue fingiendo solvencia para evitar la dilución que conllevaría su necesaria recapitalización si reconocieran las pérdidas consecuentes de llevar a valor real sus activos tóxicos. Y van cuatro años. Mientras, entre los bancos se consideran insolventes, de esa insolvencia redunda la reducción sin precedentes de crédito privado, y de la contracción el crédito la nueva recesión que nos ahoga.

Séptima, el Banco Central Europeo, que asegura ser guardián de la ortodoxia monetaria mientras realiza una de las mayores expansiones de balance de su historia, expansión que antes o después provocará inflación. ¿En qué quedamos?

Octava, China, que mantiene un tipo de cambio intervenido a la par que pronostica la necesidad de abrir mercados a sus exportaciones. La consecuencia es la acumulación de reservas en dólares, que provocará la que probablemente sea la mayor minusvalía de la historia cuando el dólar se deprecie frente al Yuan, algo que ocurrirá antes o después.

Novena, la política fiscal de los EEUU, secuestrada por el calendario electoral y la sumisión de su clase política. Si todos entendemos que una familia no puede ingresar 1.000 y gastar 2.000 endeudando a sus hijos por 1.000, esto a escala masiva es lo que está realizando EEUU. Las generaciones futuras lo pagarán para mayor vergüenza de las generaciones presentes.

Décima, la clase política alemana, que rechaza eurobonos o respaldo cuantitativo del ECB sin explicar a su electorado que el sistema bancario alemán es uno de los más frágiles de Europa, y que la caída de una pieza del dominó hará correr el resto de fichas.

Undécima, la democracia rusa (valga el Oxímoron), incapaz de purificarse y de purificar una economía que depende de las materias primas, de una población declinante y de expansiones crediticias suicidas.

Duodécima, la demografía europea, que se desangra con tasas de natalidad cercanas al suicidio colectivo, mientras en alto gritamos solidaridad y estado de bienestar.

Feliz año a todos

Primera, el juicio a Camps por unos trajes, cuando debería ser juzgado por haber dejado a Valencia en quiebra técnica. La sociedad debería debatir lo segundo más que lo primero.