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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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Cómo atraer petrodólares hacia España

Escribo estas líneas desde Arabia Saudí, en Jeddah, en un foro que plantea impulsar las relaciones comerciales entre España y Arabia y sobre el que ya

Escribo estas líneas desde Arabia Saudí, en Jeddah, en un foro que plantea impulsar las relaciones comerciales entre España y Arabia y sobre el que ya escribí en 2010 (las finanzas islámicas al rescate de España). Bañada por el mar rojo, la ciudad de Jeddah, la segunda más importante del país, exhibe con profusión camisetas de fútbol de la selección española en su zoco centenario. España no sólo es querida en Arabia. 

Dentro de poco, seiscientas familias españolas vivirán en esta ciudad para dirigir la construcción del AVE entre Jeddah, Medina y La Meca, el “tren del desierto”, un proyecto de 40.000 millones de euros ganado por un consorcio hispano-saudí que se impuso sobre una oferta china y otra francesa. Se trata de uno de los mayores contratos jamás ganados por España (equivalente a un 4% de nuestro PIB), todo un éxito comercial, industrial y diplomático, un ejemplo de que en ocasiones somos un país muy competitivo.

En un contexto en el que la primavera árabe se ha llevado por delante multitud de regímenes de tradición secular y republicanos, las monarquías árabes han aguantado el tirón. Con todo, son conscientes de que sólo enormes programas de gasto social les permitirán atenuar el descontento social que provoca la falta de libertad, la desigualdad y el alto desempleo juvenil. Así, estos 40.000 millones no son más que la punta del iceberg del enorme plan de infraestructuras del gobierno saudí, que prevé gastar la friolera de un billón de euros (o sea, una vez nuestro PIB) en los próximos años en proyectos que incluirán obra civil (aeropuertos, metros, carreteras...) y residencial (enormes programas de vivienda social, en un país donde apenas un 20% de la población posee una vivienda en propiedad). 

El reino de Arabia Saudí se beneficia de vender el petróleo a unos 120 dólares, cuando su coste de extracción está por debajo de 10. El presupuesto se equilibra a los 80 dólares, y el diferencial hasta 120 dólares multiplicado por los diez millones de barriles que diariamente exporta Arabia pasa a engrosar las reservas multimillonarias custodiadas por su banco central, el discreto SAMA (Saudi Arabian Monetary Agency). Por su parte, España es una potencia mundial en infraestructuras y en ingeniería, y ese éxito es bien percibido por la comunidad política, empresarial y financiera saudí.

Charlando con empresarios, financieros y políticos árabes me sorprendí al detectar cómo la preocupación en su país es la muy limitada oferta de empresas de infraestructuras saudíes con la capacidad para poder hacer frente a las licitaciones que se avecinan “necesitamos más empresas y con más experiencia, y ahí España puede desempeñar un papel fundamental a través de alianzas con empresas locales” me comentaba un constructor saudí.

¿Cómo puede capitalizar España esta oportunidad de negocio exacerbada por la buena imagen que nuestras empresas y nuestro país tienen en Arabia Saudí? Primero, las empresa españolas deberían apalancarse en su excelente nivel de middle management comercial para explotar al máximo las oportunidades exteriores, centrándose en aquellas donde más valor se añadan, los proyectos aquí reseñados son claramente una oportunidad donde podemos aportar mucho valor. Segundo, deberían establecer alianzas o integraciones con grupos del Golfo capaces de apalancar la experiencia española con su capilaridad comercial ante la avalancha de infraestructuras a ejecutar. Tercero, los empresarios deberían entender bien las diferentes posibilidades de financiación de proyectos que se abren en el golfo, tanto en finanzas convencionales como islámicas (papel de los sukuk, o bonos islámicos). Cuarto, el gobierno español debería imitar el éxito diplomático de nuestra embajada en Ryad estableciendo un plan diplomático y comercial muy agresivo, convirtiendo al resto de nuestras embajadas en puntas de lanza con dos objetivos claros: aumentar nuestras exportaciones en cada país representado y atraer capital hacia España. Todos estos esfuerzos son clave para hacer frente a las naturales dificultades que surgen para hacer negocios en el Golfo, a saber, las relevantes diferencias culturales, los lentos procesos de toma de decisiones y sobre todo la búsqueda por parte de los árabes de socios estratégicos y de largo plazo, no puntuales, de ahí que la formación sea un elemento previo clave para acometer con éxito estos proyectos.

Escribo estas líneas desde Arabia Saudí, en Jeddah, en un foro que plantea impulsar las relaciones comerciales entre España y Arabia y sobre el que ya escribí en 2010 (las finanzas islámicas al rescate de España). Bañada por el mar rojo, la ciudad de Jeddah, la segunda más importante del país, exhibe con profusión camisetas de fútbol de la selección española en su zoco centenario. España no sólo es querida en Arabia.