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Juan Carlos Martínez Lázaro

El Observatorio del IE

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Los protegidos del Señor

Hace unas semanas escribí, en este mismo blog, un artículo titulado “Los riesgos para la devaluación interna” donde analizaba el proceso de ajuste en el que

Hace unas semanas escribí, en este mismo blog, un artículo titulado “Los riesgos para la devaluación interna” donde analizaba el proceso de ajuste en el que está inmersa la economía española y que está suponiendo importantes ganancias de competitividad vía ahorros de costes para muchas empresas, por la reducción de salarios y márgenes y la mejora en la eficiencia de los procesos. En ese artículo, también alertaba de los riesgos de que esas reducciones de costes fuesen neutralizadas por los incrementos de impuestos, precios de la energía y costes financieros.

Pues bien, la llegada del nuevo año no ha hecho sino incrementar mis temores. Tradicionalmente, era el momento elegido para subir los precios de muchos bienes y servicios, en especial aquellos que estaban regulados. Y este año, a pesar de los pesares, no ha sido, ni será una excepción.

2013 nos ha traído más impuestos, más copagos, pero sobre todo, aumentos de precios en bienes y servicios regulados que, en muchos casos, son superiores al IPC, que el indicador adelantado del INE situaba en el 2,9% en diciembre. Así, los consumidores españoles nos hemos encontrado con subidas de los trenes de cercanías, de servicios postales, del butano, de la electricidad, o de los peajes de las autopistas. Y para los de Madrid, es más cara el agua o aparcar en zonas con parquímetro. Además, en los próximos meses seguramente veremos también alzas en transporte público, cuota de abono telefónico y un largo etcétera. Y eso por no hablar de las recientes y jugosas subidas del IBI en la mayoría de los municipios españoles.

Razones que justifiquen estas subidas no faltan: que si es para adecuar el precio de los servicios, para ajustar déficits tarifarios, por razones impositivas, por el encarecimiento de los carburantes… Da igual. El caso es que suben, en unos momentos en que las rentas y los ahorros familiares disminuyen por el aumento del desempleo y por la congelación o reducción salarial. Es decir, no contribuyen al proceso de devaluación interna que gran parte del sector privado está haciendo, sino todo lo contrario. Son ajenos al mismo, ajenos a lo que nos dicen las leyes de la oferta y la demanda, ajenos a los avatares de la crisis. Están protegidos por su condición monopolística o similar y por la inelasticidad de su demanda.

Como ejemplo, sólo hay que fijarse en las rebajas de este año. Bueno, lo de este año, no sé si es muy exacto, porque el comercio minorista lleva en rebajas, reales o encubiertas, desde hace ya muchos meses. Lo cierto es que tras las fiestas navideñas se han acentuado los descuentos para tratar que la caída de las ventas no sea más espectacular de lo que ya de por sí es. Y en muchos otros sectores liberalizados, las reducciones de precios son moneda común desde hace tiempo.

En cambio, el mundo regulado va por otros derroteros. Un ejemplo: el tráfico en las autopistas de peaje ha caído y ha llevado a una situación crítica a varias de ellas. ¿No deberían bajar los precios de los peajes para atraer a usuarios? Pues no, los han subido. Otro ejemplo: los taxis en Madrid, y supongo que en el resto de España, han perdido muchos pasajeros desde el inicio de la crisis. Pero, ¿han bajado sus precios o han desarrollado algún tipo de acción comercial (descuentos en determinadas franjas horarias, tarifas planas, programas de fidelización…) para tratar de recuperar clientes? Pues tampoco, y se siguen quejando de que ahora tienen que trabajar el doble, para ganar la mitad.

Entonces, ¿todo el esfuerzo lo va a tener que seguir haciendo el sector privado no regulado? ¿Por qué no van en la misma dirección el sector público o el sector privado regulado? ¿Todos los ahorros que los ciudadanos están obteniendo por la rebaja de los precios en alimentación, hostelería, viajes o comercio minorista, por citar algunos ejemplos, y todas las mejoras en competitividad que muchas empresas están logrando por la rebaja de sus costes salariales, por citar otro, se los van a comer las subidas de los impuestos y de los precios de los bienes y servicios públicos? Pues, de nuevo, me temo que va a ser que sí.

Hace unas semanas escribí, en este mismo blog, un artículo titulado “Los riesgos para la devaluación interna” donde analizaba el proceso de ajuste en el que está inmersa la economía española y que está suponiendo importantes ganancias de competitividad vía ahorros de costes para muchas empresas, por la reducción de salarios y márgenes y la mejora en la eficiencia de los procesos. En ese artículo, también alertaba de los riesgos de que esas reducciones de costes fuesen neutralizadas por los incrementos de impuestos, precios de la energía y costes financieros.