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Por qué España no es ni será Chipre
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Ignacio de la Torre

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Por qué España no es ni será Chipre

“Yo no creo en los fantasmas, pero les tengo miedo”, decía Edgar Alan Poe, subrayando el carácter irracional del miedo frente al racional de ciertas creencias.

“Yo no creo en los fantasmas, pero les tengo miedo”, decía Edgar Alan Poe, subrayando el carácter irracional del miedo frente al racional de ciertas creencias. Tras las noticias del rescate a la banca chipriota mucha gente ha sentido miedo. Ahora bien, ¿está justificado?

El reciente 'acuerdo' entre Chipre y la troika ha roto dos tabús: a) la pérdida de dinero por parte de depositantes (en este caso los superiores a 100.000 euros), y b) la introducción de controles de capitales. Dicha ruptura de tabús se ha visto, además, acuciada por las irresponsables declaraciones, que tuvo que matizar en cuestión de horas, del presidente del Eurogrupo, en el sentido de que confesó que el rescate podía sembrar precedentes para futuras actuaciones.

Para pasar del miedo a la creencia es importante entender las fundamentales diferencias entre ambos países y sistemas bancarios. Entre otras, son estas:

Primera: el sistema bancario chipriota presentaba una enorme dimensión frente al tamaño de su PIB, cercano a 7 veces, en tanto que el español se sitúa en 3 veces, o 1,5 si nos atenemos al crédito al sector privado. Esta diferencia es clave, ya que la capacidad o incapacidad de un país para sostener a sus bancos en caso de debilidad depende de dicha proporción (de ahí el problema sistémico en países como Islandia o Irlanda, donde el tamaño de los bancos se acercaba mucho más a Chipre que a España en proporción a su PIB y, por lo tanto, tuvieron que acudir masivamente al extranjero para arreglar su banca).

Segunda: la principal causa del desorbitado tamaño del sector bancario chipriota estribaba en la recepción de enormes depósitos de extranjeros, que utilizaban a Chipre como plataforma offshore para aparcar dinero en euros, resultando en que los depósitos superan 6,5 veces el PIB. En España, la situación ha sido más bien la contraria: la masa de depósitos apenas ha crecido y representa una proporción muy inferior (los depósitos están a 1,5 veces el PIB, o 1 vez si se consideran sólo depósitos de familias y empresas). De nuevo, esta magnitud es relevante, ya que si un país tiene que honrar la promesa explícita o implícita de garantizar a los depositantes, dicho compromiso sólo se puede hacer mediante el PIB, luego cuanto más crezcan los depósitos en proporción al PIB, menos se puede honrar la supuesta promesa.

Tercera: los bancos chipriotas emplearon la liquidez proveniente de dichos depósitos en realizar compras masivas de activos griegos, en especial bonos del Estado. Mientras los bancos alemanes y franceses vendían bonos helenos, los bancos chipriotas (y el BCE) los compraban. Como consecuencia de la reestructuración de la deuda griega, los bancos chipriotas han perdido casi dos terceras partes de dichas inversiones masivas. Como hemos expuesto varias veces, al estar un banco normal apalancado una media de quince veces (por cada unidad de fondos propios hay una media de catorce de deuda, sea esta depósitos o bonos), una mínima pérdida de valor del activo (en este caso una quinceava parte) puede provocar la quiebra del banco o del sistema bancario, y a raíz del reconocimiento de dicha pérdida se genera la intervención. Los bancos y cajas españoles han hecho muchas tonterías hasta 2008 (la principal, prestar 400.000 millones de euros a constructores y promotores sin asumir que la vivienda pudiera bajar), como consecuencia de las cuales han perdido unos 200.000 millones de euros. La crucial diferencia es que el sistema bancario español ha reconocido ya dicha pérdida (unos 100.000 hasta 2012, y otros 100.000 hablando en números grosso modo durante 2013). Es decir, que el sistema bancario español ha limpiado un 20% del PIB en saneamientos aproximadamente (a marzo de 2013) en tanto que el chipriota aún no había reconocido sus pérdidas, siendo estas superiores al 120% del PIB. Esta distinción es clave. Es cierto que queda por sanear la deuda corporativa española, refinanciada para no declararla en mora, pero estamos hablando de un 4-5% adicional del PIB, cifras asumibles dentro del préstamo del MEDE y en nada comparables a las de Chipre.

Cuarta: ante la imposibilidad de Chipre de hacer frente a su rescate bancario, solicita la ayuda de la troika, luego directa e indirectamente el contribuyente extranjero va a participar del rescate bancario. Si se concede todo el crédito a Chipre, el volumen total de deuda sobre PIB sería imposible de devolver, lo que en la práctica supone que el contribuyente extranjero perdería dinero para rescatar a los bancos quebrados chipriotas y a sus depositantes. La solución ha sido compartir dicha factura de intervención entre la troika (FMI, BCE y Eurozona), los depositantes de más de 100.000 euros, el Gobierno chipriota y los bonistas de los bancos. En conjunto, el préstamo de la troika asciende al 60% del PIB. El préstamo que recibió España del MEDE para terminar su recapitalización bancaria asciende a un 4% de este indicador. La diferencia entre ambas cifras es clave para entender la no semejanza entre Chipre y España.

Quinta: el volumen de bonos (financiación mayorista) emitido por los bancos chipriotas es ínfimo (casi toda la financiación es vía depósitos). Por lo tanto, si se les infligen pérdidas a los poseedores de bonos, el daño es simbólico. España, sin embargo, utiliza una financiación masiva del mercado mayorista (cédulas, bonos o financiación vía el BCE). Dado que los poseedores de dicha financiación mayorista española son en su mayor parte extranjeros, una solución como la chipriota desencadenaría un efecto dominó devastador en la banca extranjera, por lo que no es realista. Sin embargo, sí sería factible un escenario en el que si un banco español saltara por los aires, la protección al BCE, a cédulas y a depósitos de menos de 100.000 euros fuese mayor que la del resto, lo que podría provocar un movimiento de bonos bancarios y de depósitos de más de 100.000 euros a fondos monetarios y a letras.

Sexta: España es sistémica y Chipre no. El motivo es la insignificancia de Chipre en el PIB de la zona euro y la enorme importancia de España en el mismo y en su mercado de bonos. Como dice Botín, “si debes 10.000 euros al banco, tienes un problema; si le debes 100 millones, el problema lo tiene el banco”.

La consecuencia de que se haya aplicado esta decisión en Chipre va a ser histórica.

Hace unos pocos años los ahorradores depositaban su dinero en el banco o caja que ofrecía mejor remuneración. Una de las cajas con remuneración más atractiva era Caja Castilla La-Mancha. Hoy, la gente volverá a plantearse un elemental sentido común capitalista: el que que me ofrezca mejor remuneración puede decir que tiene más posibilidades de quebrar y, por lo tanto, he de replantear la ecuación entre rentabilidad y riesgo, ecuación perdida por una generación de pseudocapitalismo.

“Yo no creo en los fantasmas, pero les tengo miedo”, decía Edgar Alan Poe, subrayando el carácter irracional del miedo frente al racional de ciertas creencias. Tras las noticias del rescate a la banca chipriota mucha gente ha sentido miedo. Ahora bien, ¿está justificado?