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A vueltas con la desigualdad
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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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A vueltas con la desigualdad

En el reciente debate sobre el estado de la nación en los Estados Unidos, el presidente Obama mencionó prolíficamente el incremento de la desigualdad como uno

En el reciente debate sobre el estado de la nación en los Estados Unidos, el presidente Obama mencionó prolíficamente el incremento de la desigualdad como uno de los mayores retos económicos afrontados por su país. En general, dicho incremento de la desigualdad no es un fenómeno sólo de los Estados Unidos, sino que afecta a un gran número de países de Occidente.En el caso de España, fue precisamente bajo el segundo mandato del Partido Socialista cuando esta aumentómás, reflejando la ironía y la inutilidad de muchos programas políticos.

Dado que la desigualdad inflama pasiones y también el interés académico, intentemos primero fijar una serie de elementos objetivos sobre la misma, para luego abrir el debate mediante una serie de proposiciones.

Primero, aunque hay muchas formas de evaluarla, los economistas tienden a utilizar el coeficiente de Gini para medirla. Dicho coeficiente mide la desigualdad en ingresos, donde un cero representa la igualdad absoluta y un uno la desigualdad absoluta.

Segundo, en general se computan ingresos antes de impuestos, por lo que ante un sistema fiscal progresivo, donde los que más ganan en teoría más impuestos pagan, los ingresos netos de impuestos marcarían coeficientes de Gini diferentes a los correspondientes a los ingresos brutos. Así, los Estados Unidos muestran una desigualdad mucho menor si se observan rentas netas de impuestos.

El incremento de la desigualdad afecta a un gran número de países de Occidente. En España creció más durante el segundo mandato del Partido Socialista

Tercero, se puede medir la desigualdad en la distribución de la riqueza, en lugar de evaluar la desigualdad en la renta. Por ejemplo, en el siglo XIX la burguesía incrementaba cada vez más sus rentas y la aristocracia la riqueza.En general,los países en los que existe una enorme desigualdad en la riqueza tienden a presentar situaciones geopolíticas más inestables. También existe consenso en que un país con mayor desigualdad de riqueza tiende a crecer menos que un país con mayor desigualdad de renta.

Cuarto, la desigualdad es un concepto relativo dentro de la misma nación. Así, si en un país 100 ciudadanos ganaran entre 100.000 y 200.000 euros y un ciudadano ganara 99.000 este último aparecería como el pobre. Esto lleva a plantear la desigualdad en términos relativos y en términos absolutos. Si en este imaginario país, 25 de los primeros habitantes pasaran a ganar 500.000 euros, la desigualdad de ingresos habría aumentado; sin embargo, la renta de los más desfavorecidos seguiría siendo la misma. Por lo tanto, la capacidad de compra de estos últimos se mantiene.

Quinto, los estudios sobre la felicidad humana demuestran que estamos programados para la llamada “carrera de ratas”, en la que una persona acaba prefiriendo ganar un sueldo de 50.000 euros si el resto de sus comparables percibe 25.000 a la opción de ganar 100.000 si el resto de sus compañeros obtiene 200.000. Es decir, que una persona con una renta absoluta menor se siente más feliz si la compara con semejantes con rentas aun inferiores. Este proceso psicológico es sin duda la mayor causa de infelicidad, ya que el ser humano pronto tiende a compararse con el que tiene o gana más, y ello acaba llevando a la insatisfacción perpetua.

Sexto, el aumento de la desigualdad en Occidente está provocado por la globalización, que ha promovido la competencia entre trabajadores de todo el mundo, lo que ha deflactado los salarios de los trabajadores menos cualificados. La crisis económica que arrastramos desde 2008 ha aumentado dicha desigualdad, ya que en épocas de recesión esta tiende a aumentar, y viceversa. Este proceso sienta la base de una acción política populista.

Sobre estas premisas, es interesante debatir posibles alternativas de acción.

Primera, la persecución de la igualdad absoluta como criterio político puede no tener ningún sentido económico ni filosófico. Ejemplos como el de Cuba muestran que la igualdad en la pobreza no es un objetivo compatible con la aspiración de felicidad humana, felicidad que se basa en parámetros como un mínimo de renta vital y la libertad política.

Los estudios sobre la felicidad humana demuestran que estamos programados para la llamada “carrera de ratas”, en la que una persona acaba prefiriendo ganar un sueldo de 50.000 euros si el resto de sus comparables gana 25.000

Segunda, sentando la base de que hay que generar crecimiento económico, que es lo que genera la renta per capita, es cierto que entre los países afluentes, los que tienen menores niveles de desigualdad tienden a crecer más que aquellos donde se generan grandes niveles de desigualdad, con alguna excepción. A su vez, la desigualdad en bienes es más perniciosa para el crecimiento que la de rentas, ya que esta última favorece más la movilidad social mediante el ascenso de los emprendedores.

Para lograr generar oportunidades de progreso basadas en el mérito hay que construir instituciones fuertes, como bien se analiza en el libroWhy Nations Fail. Por otro lado, en los países emergentes fijarse solamente en el crecimiento del producto interior bruto (PIB) es un grave error para evaluar el éxito de dicho país. Egipto creció los últimos años de Mubarak a niveles superiores al 6%, pero dicho crecimiento no propició la aparición de una clase media, sino que una parte importante de este iba a parar a la cleptocracia. Por lo tanto, dicha supuesta bonanza provocó un aumento del riesgo geopolítico.

Tercera, la mejor forma de combatir la desigualdad no estriba en fiscalidades confiscatorias ni en soflamas políticas, sino en elevar el poder adquisitivo de los menos favorecidos (igualando hacia arriba, no hacia abajo). Esto se consigue con una combinación de políticas:

  • Reformas estructurales que generen crecimiento económico.
  • Fomento de la productividad del trabajo como elemento sustancial para elevar los ingresos per capita sin amenazar la competitividad de un país, y como elementos necesarios al primero y al segundo.
  • Una educación de primer nivel para así asegurar un futuro exitoso a los más jóvenes, ya que la educación de calidad está íntimamente relacionada con crecimiento y productividad.

A la luz de la historia reciente, muchas democracias occidentales, tanto de un color político como del otro, han fracasado estrepitosamente en implementar medidas para “igualar hacia arriba”. El destrozo de la educación en muchos países de Occidente es probablemente la herencia más vergonzosa sobre la que nos culparán muchos de nuestros descendientes. El motivo no es otro que los incentivos: las medidas buenas tardan muchos años en generar sus frutos, y el incentivo de la clase política reside en sus próximas elecciones.

Al final, como muchas otras veces, será la Historia la que juzgue tanta incompetencia de los elegidos, así como la complacencia de los electores.

En el reciente debate sobre el estado de la nación en los Estados Unidos, el presidente Obama mencionó prolíficamente el incremento de la desigualdad como uno de los mayores retos económicos afrontados por su país. En general, dicho incremento de la desigualdad no es un fenómeno sólo de los Estados Unidos, sino que afecta a un gran número de países de Occidente.En el caso de España, fue precisamente bajo el segundo mandato del Partido Socialista cuando esta aumentómás, reflejando la ironía y la inutilidad de muchos programas políticos.

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