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Ignacio de la Torre

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El despertar de la nación española

La invasión napoleónica supuso para muchos la toma de conciencia de la nación española, al igual que sucesos traumáticos coetáneos habían producido idénticos despertares en otras naciones

Foto: Miles de personas se manifiestan en Barcelona en defensa de la unidad de España. (EFE)
Miles de personas se manifiestan en Barcelona en defensa de la unidad de España. (EFE)

"El nacionalismo español es un león que está dormido, pero que cuando despierta, ruge y mata", escribía el director de este medio, Nacho Cardero, hace unos dos años. Analizando la historia de España, que incluye las intensas jornadas vividas recientemente, uno se pregunta qué es una nación, y también dónde estriban los límites entre nación y nacionalismo. Carlos Sánchez, subdirector de El Confidencial, citó a Renan hace tiempo para definir la nación como "un sentimiento que comprende el haber vivido juntos hechos trágicos y heroicos, y la voluntad de seguir viviéndolos juntos", concepto que en opinión de este gran pensador francés, supera y trasciende otros atributos como la lengua o el territorio.

La invasión napoleónica supuso para muchos historiadores la toma de conciencia de la nación española, al igual que sucesos traumáticos coetáneos habían producido idénticos despertares en otras naciones como la francesa o la rusa. En medio del baño de sangre que supuso Mayo de 1808, con gran parte del ejército español ausente, y ante la ausencia de liderazgo, el pueblo se movilizó a través de las juntas de defensa. Se dice que el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, firmó un bando a la nación que afirmaba: "Españoles: la patria está en peligro, acudid a defenderla". En realidad, el manifiesto que rubricó era mucho menos vehemente, pero el sentimiento y la llamada a la acción eran evidentes.

Foto: Foto: Reuters.

A pesar de la amenaza, las rivalidades entre españoles siguieron muy vivas. Hubo enfrentamientos entre partisanos de diferentes juntas de defensa provinciales, y cuando se planteó reunir la junta de defensa nacional para sumar esfuerzos, la elección de Madrid como ciudad para el encuentro fue vetada por Sevilla, a resultas de lo cual la junta de defensa se constituyó finalmente en Aranjuez. En cualquier caso, los cadáveres ensangrentados de Manolita Malasaña y de otros héroes del Dos de Mayo fueron clave para destilar un sentimiento nacional que ya no cejaría su empeño hasta la expulsión de los franceses. Se podían discutir ideas más avanzadas, pero no imponerlas, ni mucho menos desde la subordinación. En ese levantamiento, los catalanes tuvieron un importante papel, especialmente en la región del Bruch, en Barcelona.

España llevaba siglos funcionando con una política exterior y de defensa común. A las instituciones que marcaban el Estado, se sumó la conciencia de nación, aunando el término nación-estado tan preponderante desde el siglo XIX. Con todo, hacía falta la unión monetaria y aduanera española, clave para entender la unidad nacional. Cataluña, de nuevo, fue clave en dicha unificación, ya que fue la que lideró la supresión de los numerosos aranceles que existían en España, y la que consiguió la unificación de las diferentes monedas, precisamente en una moneda catalana, la peseta, que se convirtió en la única moneda nacional de España. Estas medidas, dentro del imperio de la ley, fueron clave para el desarrollo económico español de entonces.

Foto: Imagen de la enorme bandera desplegada en Valdebebas. (FOTO: Valenor)

El sentimiento nacional evolucionó hacia el nacionalismo, que manifestó sus expresiones a nivel Estado en diferentes países (Alemania es un buen ejemplo) o en geografías y regiones concretas, sobre todo a finales del siglo XIX, lo que provocó estridentes debates y encajes con el estado-nación. El político catalán Cambó afirmó hace muchos años: "En Barcelona me siento catalán, en Madrid, catalanista, en el extranjero, español". Quizás en esta confluencia de pensamientos Cambó anticipaba lo que el también catalán Gabriel Tortella, prestigioso historiador, afirmó recientemente en el sentido de que no es cierto que España robe a nadie; en 1640 se levantaron Portugal y Cataluña, hubo que decidir adónde enviar los tercios, y se primó Cataluña, a tenor de lo cual Portugal logró la independencia; convendría analizar la evolución del PIB per cápita en Portugal y Cataluña desde entonces hasta hoy, para ver a quién le ha ido mejor, si a Portugal o a Cataluña.

Los eventos de los últimos meses parecen haber despertado a una nación, la española, que estaba aletargada, mustia y cabizbaja

Yo hoy no intento entender o explicar los sentimientos que provocan un estado de ánimo que desemboca en la nación o en el nacionalismo. Con todo, los eventos de los últimos meses parecen haber despertado a una nación, la española, que estaba aletargada, mustia y cabizbaja. La paradoja que resulta es que mucho nacionalista se preguntará en el futuro el papel determinante que sus acciones supusieron en el nuevo despertar del sentimiento nacional español…

Acaba Indro Montanelli en su 'Historia de Roma': "Esta es la historia de un gran pueblo que hoy en día, cuando grita: "¡Viva Roma!" es para apoyar a un equipo de fútbol”.

Quizás estos días tristes y también emocionantes hayan evitado tan terrible destino para España: el de solo sentir el esbozo de nación mediante un acontecimiento deportivo. Los sucesos han vuelto a dar vigor al sentimiento nacional que nos ha llevado hasta aquí, el sentimiento que alimenta a España, sentimiento que brota de la mayoría de los ciudadanos con independencia de los vaivenes de la clase política. Quizá las imágenes de estos días, y especialmente las de Barcelona el pasado domingo, hayan vuelto a despertar algo parecido a lo que se inició en Madrid en Mayo de 1808, pero con un espíritu constructivo de nación, y no excluyente de nacionalismo; con la nacional voluntad ensordecedora de querer afrontar juntos un futuro que será provechoso, construyéndolo sobre una historia común de la que emana un orgullo centenario.

Como dijo el poeta Eugenio de Nora:

"Yo no canto la historia que bosteza en los libros, ni la gloria que arrastran las sombras de la muerte. ¡España está en nosotros!".

"El nacionalismo español es un león que está dormido, pero que cuando despierta, ruge y mata", escribía el director de este medio, Nacho Cardero, hace unos dos años. Analizando la historia de España, que incluye las intensas jornadas vividas recientemente, uno se pregunta qué es una nación, y también dónde estriban los límites entre nación y nacionalismo. Carlos Sánchez, subdirector de El Confidencial, citó a Renan hace tiempo para definir la nación como "un sentimiento que comprende el haber vivido juntos hechos trágicos y heroicos, y la voluntad de seguir viviéndolos juntos", concepto que en opinión de este gran pensador francés, supera y trasciende otros atributos como la lengua o el territorio.