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El país donde hay más puestos de trabajo vacantes que parados
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Ignacio de la Torre

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El país donde hay más puestos de trabajo vacantes que parados

Estados Unidos ha sido capaz de eliminar totalmente el desempleo creado durante la gran recesión

Foto: Un cartel ofreciendo empleo en una franquicia de Burger King en Nueva York. (Reuters)
Un cartel ofreciendo empleo en una franquicia de Burger King en Nueva York. (Reuters)

Jung decía que “lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. El hecho de que España haya convivido con tasas de desempleo de doble dígito prácticamente durante los últimos 40 años debería ser un motivo de sonrojo nacional. En mi opinión, hemos sido conformistas con un escándalo colectivo, que afecta especialmente a colectivos muy vulnerables a través del desempleo juvenil y del desempleo de larga duración. Además, altas tasas de desempleo repercuten negativamente en los salarios, en la calidad del empleo y en la productividad, lo que acaba provocando que para que salgan los números, se trabaje un número muy elevado de horas (los españoles trabajamos de media 400 horas más al año que los alemanes o los franceses).

El resultado es que toda la sociedad se empobrece.

Es cierto que hay que realizar ajustes estadísticos que quepan hacerse para encontrar el verdadero nivel de desempleo de España, reflejando el impacto del hecho de que España presenta una economía sumergida muy superior a la de otros países de su entorno (17% del PIB vs. 11%). La Encuesta de Población Activa, con criterios de Eurostat, lo intenta, pero los resultados son mejorables por motivos obvios: la medición del empleo sumergido es estadísticamente muy dificultosa. Con todo, es escandaloso que con un nivel de desempleo superior al 16%, España presente cifras que duplican las de la zona euro, o cuadruplican las de otros países, como EEUU, Reino Unido, Alemania o Japón. Hasta nuestro vecino, Portugal, al que incorrectamente miramos por encima del hombro muy a menudo, presenta un nivel de desempleo de un 7,9%. El nivel de paro español es idéntico al de Irak, país que acaba de salir de una guerra civil y que se encuentra arruinado.

España presenta cifras que duplican las de la zona euro, o cuadruplican las de otros países, como EEUU, Reino Unido, Alemania o Japón

Algo estaremos haciendo mal.

Pues bien, si la principal preocupación de los españoles sigue siendo el paro y la situación económica, y dicha preocupación ha sido constante durante décadas, conviene entender situaciones de mercados laborales en las que se ha conseguido el éxito colectivo más relevante: la desaparición del desempleo.

En mi opinión, la economía más sintomática es la de EEUU, país que ha logrado la reducción del desempleo a mínimos de 18 años (y la segunda mejor tasa en 60 años), situándose el paro (3,8%) en su nivel de desempleo estructural. EEUU lleva reduciendo la tasa de paro de manera casi continua durante 103 meses. La semana pasada, aprendimos que el número de empleos vacantes asciende a 6,7 millones, superando por primera vez en la historia el número de desempleados, 6,1. Nótese una vergonzante estadística: la de que España mantiene un nivel de desempleo de 3,8 millones y los EEUU, una economía 15 veces más grande que la nuestra, tiene sin embargo un total de 6,1 millones de parados.

EEUU lleva reduciendo la tasa de paro de manera casi continua durante 103 meses

¿Qué está ocurriendo en EEUU?

Con independencia de si hay una Administración demócrata o republicana, o de si hay más o menos mayorías en el Congreso, el país ha sido capaz de eliminar totalmente el desempleo creado durante la gran recesión. El paro se ha reducido hasta niveles mínimos en todas las categorías por nivel educativo (por ejemplo, el desempleo entre universitarios se acerca ya al 2%, y entre la población que no terminó el bachillerato, alcanza el 5,4%), así como entre todas las razas (por ejemplo, el desempleo de los afroamericanos se sitúa en mínimos de 50 años) y por géneros: el desempleo entre mujeres se sitúa en el 3,6%, el menor desde 1953. El paro, teniendo en cuenta la gente que trabaja a tiempo parcial y le gustaría trabajar a tiempo completo (U6), se sitúa en el 7,6%, también uno de los niveles más bajos en muchos años.

Las consecuencias de esta victoria norteamericana sobre el desempleo ya se hacen sentir: los salarios suben a un ritmo de un 2,7% (por cierto, las mayores subidas están produciéndose precisamente en el segmento de gente con menor nivel de formación, los trabajadores sin bachillerato están viendo subidas del 10%, lo que contrasta con subidas inferiores al 1% entre universitarios), la confianza del consumidor está en máximos históricos y lo mismo ocurre con la confianza de las pymes (NFIB), principal sostén de la economía, que se sitúa en máximos desde 1983.

La pregunta que surge es si en España hemos caído en la conformidad de aceptar tasas de paro propias de un país atrasado

Dicen que la mejor forma de predecir el futuro es creándolo. Si la mayor preocupación en general del español es el desempleo, la pregunta que surge es si en España hemos caído en la conformidad de aceptar tasas de paro propias de un país atrasado.

Comentó hace mucho un alcalde de Nueva York: “No hay una manera demócrata o republicana de sacar la basura de la calle”. Lo que quiere el ciudadano es una ciudad limpia, limpia de desempleo. Eso no se consigue con ideología. Tampoco con el conformismo.

Jung decía que “lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. El hecho de que España haya convivido con tasas de desempleo de doble dígito prácticamente durante los últimos 40 años debería ser un motivo de sonrojo nacional. En mi opinión, hemos sido conformistas con un escándalo colectivo, que afecta especialmente a colectivos muy vulnerables a través del desempleo juvenil y del desempleo de larga duración. Además, altas tasas de desempleo repercuten negativamente en los salarios, en la calidad del empleo y en la productividad, lo que acaba provocando que para que salgan los números, se trabaje un número muy elevado de horas (los españoles trabajamos de media 400 horas más al año que los alemanes o los franceses).

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