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Ignacio de la Torre

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Los datos más importantes de los últimos años

Los bancos centrales han reaccionado demasiado tarde. Nos aguarda una emergente e intensa resaca después de haber 'curado' una borrachera a base de más alcohol

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Herbert Stein, principal asesor económico de Richard Nixon, afirmó una vez que “lo que no puede discurrir continuamente acaba parándose”. En mi opinión, las peligrosas tendencias que se han ido prolongando tras la crisis financiera de 2007 comienzan a detenerse. En cierto sentido, los datos que comenzamos a vislumbrar son extremadamente relevantes si los ponemos en el contexto de la afirmación de Stein, afirmación conocida como la ley de Stein.

Primero, si en 2007 estalló una crisis de deuda, debido al exceso de esta, todo debería indicar que en los años de purga se hizo frente a dichos excesos. Sin embargo, no ha sido así. Hoy, el mundo tiene más deuda (de gobiernos, empresas y hogares) que antes de la crisis, medido en porcentaje de PIB: hemos pasado del 213% en 2007 hasta el 225% actual, sin tener en cuenta la deuda mayorista bancaria. El principal motivo de tan maligno incremento reside en la deuda corporativa de los países emergentes, que hoy asciende a un 94% de su PIB, frente al 89% de la deuda de las empresas de países desarrollados (en teoría, la mayor volatilidad de los países emergentes debería traducirse en menores niveles de endeudamiento).

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El endeudamiento de las empresas chinas, con un 160% de PIB, es emblemático (China contribuye en un 75% al incremento de endeudamiento privado global), y el de las empresas de Turquía, Brasil, Argentina o Rusia destaca por que un importe relevante se presenta en dólares, de forma que si las divisas en que dichas empresas operan se deprecian, resulta muy difícil hacer frente al pago de sus deudas, lo que acaba provocando una crisis bancaria y a veces una crisis soberana (por si no les suena familiar, acuérdense de las hipotecas multidivisa). Mientras ha sonado la música, las empresas han seguido endeudándose, tanto en divisa local como en dólares, pero según se han hundido las divisas emergentes la música ha dejado de sonar, y ahora tendremos que comprobar las enormes cicatrices que provocará el silencio. Este hecho y este momento serán muy importantes en la historia de las finanzas.

Segundo, si durante mucho tiempo se ha afirmado que la inflación 'ni está ni se la espera', los últimos meses han mostrado cómo esta ha vuelto a hacer acto de presencia. Así, los precios subyacentes en EEUU han alcanzado tras muchos años el objetivo de la Fed (2%), con la inflación general acercándose a cotas del 3%. La inflación también ha hecho acto de presencia en los emergentes, acercándose al 3,5% y marcando los niveles más elevados de los últimos trimestres.

Tercero, como consecuencia de la subida de la tan temida inflación —o bien en el caso de los países emergentes, por necesidad de frenar la huida de capitales—, los bancos centrales proceden a subir tipos de una forma sincronizada, por primera vez en muchos años. La Fed ha situado los tipos a corto en el rango del 1,75%-2%, y posiblemente aún le queden por implementar dos subidas este año y otras dos o tres el año que viene. Otros bancos centrales, como el de Canadá, el de Australia o el del Reino Unido, también comienzan dicho proceso, y el BCE lo emulará el año que viene. En los emergentes, todos sabemos cómo el banco central argentino ha subido los tipos hasta el 60%. También suben tipos los bancos centrales de Indonesia, Sudáfrica, Turquía, Ucrania, Filipinas o Chequia. Las subidas de tipos abruptas en los países emergentes en un escenario de fuga de capitales provocarán frenazos en sus crecimientos, y en algún caso severas recesiones, como avisábamos sobre Turquía a finales de julio, antes del pleno estallido de la crisis otomana.

Foto: La cotización del dólar en Argentina cede tras la fuerte subida del jueves. (EFE)

Cuarto, si los bancos centrales respondieron a la crisis con una inyección de liquidez sin precedentes en la historia de la humanidad (unos 20 billones españoles de dólares inyectados, dos al año), el hecho de que la Fed esté ya en proceso de reducción de balance en unos 500.000 millones de dólares al año y que el BCE se disponga a terminar su expansión a final de año han provocado un hecho insólito: por primera vez en 10 años, no se está produciendo una expansión de balances de los bancos centrales sino una contracción neta, provocando un lento pero inexorable movimiento al alza en los tipos de interés. Como consecuencia de la retirada de liquidez, los precios de los activos pueden bajar, lo que aumentará la aversión al riesgo en un contexto de liquidez muy limitada en los mercados secundarios.

Chesney Martin, de la Reserva Federal, afirmó hace años que la misión de un banco central es “retirar el alcohol en lo álgido del guateque, para así prevenir la resaca”.

Lamentablemente, los bancos centrales han reaccionado demasiado tarde. Nos aguarda una emergente e intensa resaca después de haber 'curado' una borrachera a base de más alcohol.

Herbert Stein, principal asesor económico de Richard Nixon, afirmó una vez que “lo que no puede discurrir continuamente acaba parándose”. En mi opinión, las peligrosas tendencias que se han ido prolongando tras la crisis financiera de 2007 comienzan a detenerse. En cierto sentido, los datos que comenzamos a vislumbrar son extremadamente relevantes si los ponemos en el contexto de la afirmación de Stein, afirmación conocida como la ley de Stein.

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