El Observatorio del IE
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Sobre la ola de despidos provocada por la inteligencia artificial
Las revoluciones tecnológicas, al permitirnos producir más con lo mismo, generan como consecuencia menores jornadas laborales y precios más asequibles
El término “robot” se basa en un lexema del checo. Quiere decir “esclavo”, quizás porque los robots hagan las veces de los antiguos esclavos, término a su vez procedente de “eslavo”, familia lingüística a la que pertenece el checo, ya que desde la Alta Edad Media el tráfico de esclavos se concentraba entre los eslavos. Con todo, la oleada de despidos que se ha comenzado a percibir en varios sectores en EEUU no es consecuencia del uso de robots (manifestación física de la inteligencia artificial), sino de ordenadores conectados a inteligencia artificial generativa. Veamos qué está ocurriendo.
A medida que las empresas despliegan soluciones de inteligencia artificial generativa pueden aumentar su productividad. Son ya bastantes las que han podido incrementar su productividad en niveles de doble dígito en un tiempo no superior a seis meses. Estas empresas podrán permitirse reducir el precio de sus bienes o servicios, lo que les hará ganar cuota de mercado frente a competidores que no hayan hecho los deberes, que quedarán expulsados de dichos mercados. No estamos hablando de aquellas que despidan personal porque esté cayendo su cuenta de resultados, sino de empresas cuyos resultados mejoran y además prescinden de personal porque la tecnología les permite hacer más con menos medios. Así, Blackrock, Cisco, Google, Meta, Paypal, T Mobile o IBM han anunciado recientemente reducciones de plantilla que oscilan entre un 2% y un 13%. Posiblemente se trata solo del principio, y este movimiento afectará a muchas más empresas en todo tipo de sectores en los próximos trimestres.
De momento, tres estudios académicos han analizado este fenómeno y coinciden en que entre un 10% y un 20% de los trabajos están en riesgo debido al despliegue de la inteligencia artificial generativa. Esto no quiere decir que el desempleo suba en esta magnitud, ya que también aparecerán muchos trabajos nuevos. Una gran parte de los despidos se van a concentrar en profesionales universitarios, lo que hace que esta revolución tecnológica sea diferente a las pasadas, que se centraron más en reemplazar trabajo fabril. Además, esta vez son los empleos de los jóvenes los que corren más riesgo de ser automatizados, lo que incrementará la ya intensa desigualdad intergeneracional.
Desde que las fábricas comenzaron a reemplazar trabajo humano a finales del siglo XVIII, los trabajadores han reaccionado con el lógico e ilógico miedo a perder su fuente de manutención. Los luditas reaccionaron al incipiente proceso fabril en Inglaterra organizando una red terrorista que buscaba acabar con las fábricas físicamente. El Parlamento inglés aprobó una legislación condenando dicho delito con la pena de muerte, lo que provocó decenas de ahorcamientos, así como la inmovilización de casacas rojas (tropas inglesas) para proteger las fábricas, en lugar de destinarlas a las guerras napoleónicas. La aparición del tractor en los albores del siglo XX también produjo un resquemor generalizado, entendible si tenemos en cuenta que entre el 40% y el 50% de la población activa trabajaba en la agricultura por aquel entonces. La informática y sus procesos asociados, en los sesenta, también generaron una preocupación similar.
Con todo, a fecha de hoy el desempleo en EEUU y en Europa se encuentra en mínimos históricos debido a que se creó mucho trabajo nuevo. Así, por ejemplo, la introducción del cajero automático en 1973 generó expectativas de desaparición de muchos puestos de trabajo de empleados de sucursales bancarias. Sin embargo, hoy en día dichos puestos triplican a los anteriores al cajero automático. El motivo es que han pasado de realizar una función más mecánica como dispensar efectivo, a otra más creativa, como vender seguros o fondos de inversión. Además, es relevante entender el concepto de curva de J en tecnología, que hace referencia al decalaje temporal entre la introducción de una invención hasta su aplicación masiva. La máquina de vapor se perfeccionó en 1776, pero la primera fábrica impulsada por vapor data de 1810. La electrificación, de 1883; la primera fábrica impulsada por la electricidad, de 1920. La centralita telefónica, de 1892; y, sin embargo, no se utilizó para reemplazar trabajo humano hasta 1921. Esta vez creo que la tecnología se desplegará mucho más rápidamente, pero el conocimiento de la historia nos debería llevar a no exagerar los impactos en el corto plazo.
También sabemos que estas revoluciones tecnológicas conllevan revoluciones educativas. Las primeras fábricas permitieron liberar una parte de trabajo infantil asociado a los gremios, y fomentó la escolarización básica. El tractor liberó trabajo juvenil, y así se consiguió impulsar la formación de bachilleres. La revolución informática permitió el acceso masivo de jóvenes a la universidad. Esta vez la clave será la formación continua para reentrenar a los jóvenes universitarios afectados por la IA, y así intentar reorientarlos hacia las nuevas ocupaciones.
Por último, las revoluciones tecnológicas, al permitirnos producir más con lo mismo (mejora de productividad), generan como consecuencia menores jornadas laborales y precios más asequibles. Así, hemos pasado de trabajar 2.000 horas al año en los años 50 en la OCDE a las actuales jornadas más cercanas a 1.500 horas; y la tecnología ha abaratado la cesta de bienes y servicios, lo que ha mejorado nuestro estándar de vida. Basta observar cómo ha evolucionado la renta per capita desde 1800 hasta la actualidad.
Voltaire afirmó que el trabajo nos evita los tres mayores males, el vicio, la necesidad y el aburrimiento. Está en nuestra mano tomar ahora las decisiones pertinentes para que no se haga realidad este triple sino.
El término “robot” se basa en un lexema del checo. Quiere decir “esclavo”, quizás porque los robots hagan las veces de los antiguos esclavos, término a su vez procedente de “eslavo”, familia lingüística a la que pertenece el checo, ya que desde la Alta Edad Media el tráfico de esclavos se concentraba entre los eslavos. Con todo, la oleada de despidos que se ha comenzado a percibir en varios sectores en EEUU no es consecuencia del uso de robots (manifestación física de la inteligencia artificial), sino de ordenadores conectados a inteligencia artificial generativa. Veamos qué está ocurriendo.
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