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Cuanto peor, mejor
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El Quinto en Discordia

El Quinto en Discordia

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Cuanto peor, mejor

Las dos principales virtudes políticas que tiene el presidente Zapatero y que la han aupado a su poltrona, el carecer del sentido del ridículo y el

Las dos principales virtudes políticas que tiene el presidente Zapatero y que la han aupado a su poltrona, el carecer del sentido del ridículo y el ser inasequible al desaliento, se están poniendo a prueba en las últimas semanas. En concreto desde la conjunción planetaria que comenzó a principios de enero, con el liderazgo mundial en manos de la collera Obama-Zapatero.

 

La sucesión de despropósitos ha sido de tal magnitud que lo que ha adquirido dimensión planetaria, esta vez sí, ha sido la ineptitud del que está al mando de la nave española y de todos sus secuaces. No hay nadie en el mundo medianamente avisado al que le haya pasado desapercibido la situación por la que atraviesa España y, lo que es peor, el nivel de los que están al frente. Es más, ha sido tal la torpeza demostrada en todos los ámbitos -en lo que se ha hecho y en lo que se ha dicho, en lo que no se ha hecho y no se ha dicho, incluso a la hora de elegir compañeros de foto, que demonios pintaba entre el griego y el letón en el panel de Davos,- que lo que es una situación sin duda complicada pero no comparable a la que atraviesan otras economías y en la que se contaba –y todavía se cuenta- con margen de actuación, ha pasado a ser el centro de atención del mundo y en consecuencia de los mercados.

La tormenta ha coincidido –que no desencadenado como pueden pensar algunos mal pensantes- con la mayor proyección internacional de Zapatero en el ámbito internacional. Lo sorprendente es que haya habido españoles que se hayan dado cuenta de la situación por la que atraviesa España porque nos están poniendo a caer de un burro los guiris.

Sin duda el lío no se ha montado de un día para otro. El follón ha sido consecuencia, mirándolo más fríamente y con algo de perspectiva, de la inacción, soberbia y bisoñez que han definido los seis años de gobierno socialista. Zapatero heredó una burbuja inmobiliaria que no quiso pinchar, si no al contrario. Heredó un mercado de trabajo que no quiso modificar. Heredó un sistema político cautivo de los nacionalistas que fomentó hasta el agotamiento en la primera legislatura, en lugar de buscar acuerdos con el PP.

Heredó un sistema judicial politizado al máximo y lo empeoró. Heredó un sistema educativo en decadencia que no supo arreglar.

Y cuando digo heredó, no quiero decir que el culpable fuera el PP, pero tampoco atacó estos problemas y agravó algunos.

Lo peor, la falta de alternativas ni en el PP ni en la oposición interna en el PSOE. El desencanto con la clase política produce una selección negativa: nadie que se precie quiere verse mezclado en ese lío. Y dentro de los partidos se lamina todo lo que pueda hacer mínimamente sombra a los líderes (y para hacer sombra a esos "monstruos" bastaría bastante poco)

Lo mejor de que el mercado la haya tomado con nosotros es que el desenlace se va a precipitar. Ya estamos en el acelerador de partículas. Cuanto peor, mejor. Es decir que solo cuando la mierda te llega al cuello te atreves a reformar el mercado laboral, las pensiones, el gasto público y el tamaño de la administración,...pero será duro. Y tampoco está siendo gratis. El diferencial de la deuda española no es algo que nos toque de lejos. Que se lo digan a las compañías españolas que en los últimos días se les haya ocurrido asomar la patita a los mercados de crédito.  Pero a ver quién le pone el cascabel al gato.

Las dos principales virtudes políticas que tiene el presidente Zapatero y que la han aupado a su poltrona, el carecer del sentido del ridículo y el ser inasequible al desaliento, se están poniendo a prueba en las últimas semanas. En concreto desde la conjunción planetaria que comenzó a principios de enero, con el liderazgo mundial en manos de la collera Obama-Zapatero.