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Puestos a hacer algo, mejor por el "equity" que por la deuda
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Puestos a hacer algo, mejor por el "equity" que por la deuda

Visto lo visto, los dos años que nos quedan hasta las próximas elecciones generales van a ser largos y oscuros como el reinado de Suintila. Sólo

Visto lo visto, los dos años que nos quedan hasta las próximas elecciones generales van a ser largos y oscuros como el reinado de Suintila. Sólo nos queda esperar y procurar mantener la cabeza por encima del agua. El gobierno calcinado e inane, ha optado por una muerte lenta y agónica a la espera de que algún milagro del todo improbable les saque las castañas del fuego. La oposición atada de manos ha optado por opción menos mala para sus intereses políticos. Y una ciudadanía, arruinada y harta va a ver cómo su capacidad de aguante es llevada al límite y más allá.

 

Así las cosas, el hablar de los mercados, sus perspectivas, y atreverse a dar recomendaciones puede resultar en un momento como el actual inoportuno e incluso obsceno.

Yo tampoco tengo el cuerpo para muchos trotes. En estos momentos preferiría tener el blog de Matoses y deleitarles con alguna de mis últimas experiencias sensoculinarias. Pero no puede ser. No porque no me guste comer -que me gusta- ni beber -con moderación, es mi responsabilidad-, sino porque no aportaría nada especial. Ni en cuanto a los sitios que suelo visitar -más tirando a tasca ilustrada los días que salgo del menú del día-, ni por los “caldos” que pruebo -a lo más que me atrevo es a los vinos de Toro-, ni por la capacidad de descripción que en el caso del crítico de los viernes es abrumadora y la mía -ustedes la sufren- es bastante limitada.

Por lo que voy a seguir con mi matraca habitual. Creo que, en la medida de lo posible, hay que tratar de obviar lo que está pasando en nuestro entorno más cercano para tomar decisiones de inversión acertadas. Tanto por lo que supone las economías periféricas a nivel global como por el riesgo real de que España acabe impagando.

Una vez que hemos sacado de la ecuación la posibilidad de impago del Reino de España, hay que tratar de mirar más allá, pensar que el daño que pueden hacer los que están al frente es limitado y tratar de evitar que la desazón que provoca la situación actual nos impida tomar decisiones razonables. Hoy por hoy, si cabe, es más importante gestionar correctamente nuestra cartera financiera.

En concreto hace pocos días, Morgan Stanley publicaba una nota en la que ponía negro sobre blanco y aseguraba que a pesar de no estar tácticamente positivos en renta variable, la prefieren sobre los bonos corporativos. La argumentación era muy sencilla y está basada en el diferencial de rentabilidad de los cupones de la deuda corporativa y los dividendos de esas mimas compañías. Ha vuelto a niveles prácticamente históricos a favor de la renta variable. Las veces que se ha llegado a estos diferenciales en los últimos años el comportamiento relativo de la renta variable ha sido mejor que el de la renta fija corporativa.

También se dan otra serie de factores de carácter fundamental que apoyan un mejor comportamiento relativo de la bolsa frente a la deuda de las compañías. La fuerte recuperación de las economías asiáticas, la mejora sostenida del mercado laboral americano, los mejores resultados empresariales que hemos conocido durante el cuarto trimestre, la pendiente positiva de la curva de tipos. Todo apunta a que los beneficios de las compañías van a crecer en torno a un 35% en el 2010, lo que históricamente ha llevado a mayores recompras de acciones, inversión empresarial, incrementos de dividendos y actividad corporativa. Todo ello que es bueno para el accionista no lo es especialmente para el acreedor o bonista.

Por lo tanto, aunque no esté el horno para bollos, el que todavía tenga ánimo para algo, es preferible que lo haga por el lado del “equity” que por el de la deuda.

Mucha suerte a todos, la vamos a necesitar.

Visto lo visto, los dos años que nos quedan hasta las próximas elecciones generales van a ser largos y oscuros como el reinado de Suintila. Sólo nos queda esperar y procurar mantener la cabeza por encima del agua. El gobierno calcinado e inane, ha optado por una muerte lenta y agónica a la espera de que algún milagro del todo improbable les saque las castañas del fuego. La oposición atada de manos ha optado por opción menos mala para sus intereses políticos. Y una ciudadanía, arruinada y harta va a ver cómo su capacidad de aguante es llevada al límite y más allá.

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