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El Euro, ¿sólo unión de conveniencia?
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Fernando Suárez

El Teatro del Dinero

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El Euro, ¿sólo unión de conveniencia?

Esos Estados Unidos de Europa que tanto se desean no son, probablemente, una quimera. Diga usted que sí, Don Ramón. La unión hace la fuerza, incluso

Esos Estados Unidos de Europa que tanto se desean no son, probablemente, una quimera. Diga usted que sí, Don Ramón. La unión hace la fuerza, incluso en la desgracia. Por eso me cuesta concebir a España abandonando la escena del euro.  Fuera de libreto y de imposible improvisación, en la práctica supondría un suicidio económico disfrazado de crimen monetario. Motivos, medios y oportunidad para una víctima propiciatoria de nuestro propio fracaso, culpables de deserción por negligencia en el cumplimiento del deber. Cadena perpetua. Crime does not pay.

 

Estrategia equivalente a apostar por la balcanización en un contexto de integración monetaria global, a contramano de los procesos de suma cooperativa, sólo conduce al caos cambiario en solitaria travesía por desiertos de crédito y maremotos tóxicos. Cabría contemplar un escenario de implosión monetaria, de desintegración y huidas en desbandada por causa de fuerza mayor, pero entonces éstas u otras reflexiones resultarían fútiles. Difunto el euro, el menor de los problemas sería el colapso sobrevenido de las economías. Default total, motines de subsistencia y caos social. Algunos incluso lo han percibido cercano. Y por ahí no sigo. 

Según el triángulo de incompatibilidad de Robert Mundell, es imposible poseer simultáneamente la autonomía en política monetaria, la libertad de fijación del tipo de cambio y la de circulación de capitales sin ser hegemónico. Y en su ya clásico paper de 1961 afirmaba: He mantenido que el argumento de estabilización en favor de tipos de cambio flexibles sólo es válido si se basa en áreas monetarias regionales. Si se puede dividir el mundo en regiones de modo que dentro de cada una haya movilidad de los factores y entre ellas haya inmovilidad, entonces cada región debería tener una moneda propia que fluctuaría respecto a las demás. Esto lleva el argumento en favor de tipos flexibles a su lógica conclusión.

La UME dista de ser un Área Monetaria Óptima. Territorial y productivamente heterogénea, carece de movilidad perfecta de factores de producción; identidad de reacción ante shocks exógenos, flexibilidad absoluta de salarios y precios, y un adecuado nivel de transferencias fiscales tendentes a restablecer desequilibrios interregionales. Dividida entre países core y periféricos siguiendo un modelo de doble disimetría, esta estructura fue percibida como oportunidad en lugar de amenaza al proceso de integración monetaria. Convergencia, moneda única y, a partir de ahí, unión política y social.

Las ventajas iniciales consistían en la eliminación de los costes de información sobre precios, de transacción y de la incertidumbre monetaria y cambiaria. La consecución de economías de escala en un contexto de mayores niveles de integración, por su parte, se apoyaría en el progreso tecnológico, altos grados de formación, mejoras en los procesos de aprendizaje (learning-by-doing), en la especialización industrial y, finalmente, en outsourcing y deslocalizaciones low-cost.

La percepción de irrevocabilidad de la UME dispara el coste de una hipotética disolución, privándola de incentivo, al tiempo que realimenta su estabilidad. Desandar el proceso de una unión de duración ilimitada, irreversible y sin cláusulas secesionistas según Maastricht, implicaría un procedimiento burocrático imprevisto, largo y proceloso, abocando a los tecnócratas huérfanos de Constitución y Tratado de Lisboa a terminar como el rosario de la aurora. Échenle hilo a la cometa.

Pero las razones fundamentales convergen en un análisis coste-beneficio cuyo saldo es netamente deficitario: ataques especulativos al conjunto del sistema financiero anticipando la devaluación; insuficiencia fiscal para rendir cumplido servicio a la deuda, spreads up-rating down; coste político cortoplacista convertido en coste soberano multigeneracional. Insolidaridad con los socios económicos y con el poder adquisitivo de los bolsillos ciudadanos.  

Técnicamente, el sellado del sistema para evitar fugas de depósitos ante una iniciativa secesionista, el corralito, es tan factible de implementar como difícil de vender. O fácil de imponer, disfrazado de remedio heroico. Justificada la fiscalización, el control del efectivo es cuestión de voluntad y tiempo. Pero a qué coste. Deudas y activos domésticos sometidos a la presión de la variación en sus retornos esperados, tensiones en el tipo de cambio y/o tipos de interés. Colapso, default. La financiación de aventuras autoexcluyentes está más prohibitiva que nunca.

Fiscalidad sostenible, alianzas monetarias y competitividad global

Bajo una restricción presupuestaria clásica, el gasto público más el servicio de la deuda deben ser financiados con ingresos fiscales, aumentos del endeudamiento y/o emisión monetaria. La diferencia entre ingresos fiscales y gasto público neto de intereses determina la posición primaria del presupuesto. Asumida la racionalidad de los agentes, los gobiernos combinarán sus fuentes de ingresos de forma que se igualen sus costes marginales. Excluida la posibilidad de recurrir al señoreaje puro o a la monetización de deuda como fuente de financiación, las alternativas son incrementar el nivel impositivo y/o elevar el endeudamiento. O incluso mantener un diferencial de inflación estructural. Nada de esto es sostenible a largo plazo.

El aumento del ratio de deuda sobre PIB depende del equilibrio entre el incremento del servicio de la deuda y el superávit primario. Este ratio sube indefinidamente si el tipo de interés real excede la tasa de crecimiento económico, a menos que exista un adecuado ahorro fiscal. La rebaja del rating crediticio de España y el aumento del diferencial de la deuda soberana reflejan, precisamente, el castigo por incumplimiento y el enérgico mensaje sobre los ajustes esperados respecto a responsabilidad y austeridad fiscales. Déficit por cuenta corriente, déficit presupuestario, pérdida de competitividad y de poder adquisitivo. Reformas estructurales inevitables, imprescindibles e inaplazables. Now or never.

La Aldea Global va conformando un puzle de bloques económicos y monetarios integrados, definidos, orientados al equilibrio en competencia mediante recíproca cooperación. Tit for tat. Las cinco divisas majors (CHF, EUR, GBP, JPY, USD) acaparan dos tercios de la oferta monetaria mundial. Si añadimos yuan, rublo y rupia, más de cuatro quintas partes. En un contexto financiero hostil donde el control de recursos estratégicos escasos exige sumar fuerzas, los procesos de uniones monetarias defensivas están más vivos que nunca. Resulta caro ir por libre.

En Asia, la cooperación ASEAN+3 a través de una Unidad de Cuenta Asiática (ACU), dotando de un mecanismo de control de tipos de cambio y de los movimientos de capitales orientado a la consecución de la estabilidad financiera en la región. Sin olvidar los planes del Consejo de Cooperación del Golfo y su petrodivisa. En África, el franco CFA de la CEMAC y su homónimo de la UEMOA, parte integrante de ECOWAS. También, la Zona Monetaria del África Occidental (WAMZ), en integración separada, con el objetivo futuro de fusionar Eco y franco CFA. En ultramar, el dólar del Caribe Oriental o el franco CFP. Incluso la hipotética Unión Monetaria Norteamericana, con su Amero y la pretendida optimum currency area de la NAFTA, según la tesis original del Dr. Grubel. Notate Bene.

Nuestro modelo competitivo, de sobredimensión y despilfarro, efecto exclusión, subvenciones baldías y mileurismo, está tocado y hundido. El exceso de gasto, el alegre endeudamiento y el free riding inflacionista constituyen políticas no cooperativas e insolidarias, dentro y fuera de la UEM. Los programas de estabilidad y convergencia son la propia esencia de la moneda única y no adornos florales. Severa dieta de adelgazamiento fiscal, desmantelamiento del pesebre público multinivel, flexibilidad y movilidad de factores, exigente formación continua y productividad competente. Toma de conciencia tardía, sí, pero parece que sólo cuando nos asomamos a la depresión y la ruina, la catarsis colectiva deviene viable, plausible. Sobrados de raza y casta, nos falta liderazgo, compromiso y eficiencia. Hundirnos en la próxima década o emerger renovados y triunfales. Podemos.

Esos Estados Unidos de Europa que tanto se desean no son, probablemente, una quimera. Diga usted que sí, Don Ramón. La unión hace la fuerza, incluso en la desgracia. Por eso me cuesta concebir a España abandonando la escena del euro.  Fuera de libreto y de imposible improvisación, en la práctica supondría un suicidio económico disfrazado de crimen monetario. Motivos, medios y oportunidad para una víctima propiciatoria de nuestro propio fracaso, culpables de deserción por negligencia en el cumplimiento del deber. Cadena perpetua. Crime does not pay.