Es noticia
Ocaso a ritmo de tictac suizo
  1. Economía
  2. El Teatro del Dinero
Fernando Suárez

El Teatro del Dinero

Por

Ocaso a ritmo de tictac suizo

La consciencia, en la mayoría de los espíritus, es como un soberano inglés, reina pero no gobierna. La asunción de lo que acontece es el ineludible

La consciencia, en la mayoría de los espíritus, es como un soberano inglés, reina pero no gobierna. La asunción de lo que acontece es el ineludible primer paso para afrontarlo. Percepción ajustada de la realidad circundante, capacidad de reacción, facilidad de adaptación y templanza de juicio. Y quizá, confortarse al saber que no se camina solo.

 

Parece que la impresión generalizada respecto a la innombrable es, además de hartazgo mediático, la de un accidente de origen difuso, con efectos perversos pero pasajeros, cuyas aparentes soluciones; que en realidad premian temeridad y fracaso, castigando esfuerzo y prudencia; devolverán prosperidad y bienestar al estado previo. Sin embargo, la desmemoria o negación de la necesaria perspectiva histórica conduce a tropezar, una y otra vez, en la misma piedra. Los superciclos se abren y cierran, el largo plazo se construye día a día. El auge y declive de las sociedades, la ascendencia y decadencia de civilizaciones e imperios, es un proceso dinámico, inexorable, multifactorial, tanto más dilatado en el tiempo cuanto mayores artificios desdibujen la realidad e impidan la abstracción de lo que acontece y sus futuras consecuencias. Metamorfosis global ya imparable.

Cualquier sistema social está condenado al fracaso cuando los actos humanos indispensables para su normal funcionamiento son rechazados por la moral, declarados ilegales por las leyes y procesados criminalmente por la magistratura. El Imperio Romano sucumbió porque se perdió el espíritu liberal y la libre empresa. El intervencionismo y su corolario político, el gobierno dictatorial, descompusieron el poderoso imperio, como inexorablemente desintegrarán y destruirán cualquier otro régimen social. Hoy día, el principal instrumento del intervencionismo confiscatorio son los impuestos.

El envilecimiento monetario, la ruptura del libre mercado y la creciente extorsión tributaria han sido las causas esenciales y comunes a la mayoría de hundimientos sociales. Leyes y normas siempre trataron de apuntalar estos procesos autodestructivos, con una privilegiada clase dirigente velando por sus propios intereses, y la inmensa mayoría de sus conciudadanos sufriendo las perversas consecuencias, generalmente desinformados y sumidos en la inconsciencia, sin percatarse de lo que ocurría hasta que ya era demasiado tarde. La decadente tendencia, una vez iniciada, no se detiene, sigue su curso más o menos acelerado, pero seguro. Los desesperados intentos por aumentar el control de la situación terminan volviéndose ineficientes, contraproducentes, y el sistema se colapsa. El resto es y será Historia.

Los teóricos del esta vez es diferente pretenden hacer creer que la civilización fiduciaria es de hoja perenne, olvidando que la eterna cuestión de disponibilidad de recursos y crecimiento de la población, tarde o temprano, pasa su factura al cobro. Roto el mecanismo de eficiencia en la asignación de recursos escasos en sus mejores usos alternativos, los desequilibrios se acumulan y se globalizan. Las supuestas soluciones sólo agravan el problema, por lo que se impone un progresivo control de la conflictividad social y subversión jerárquica. Totalitarismo democrático o democracia totalitaria, como gusten. Los alquimistas hacen que la concentración de racionalidad descienda a medida que aforan el matraz con más solvente irracional: solución formal, solución normal. Aprendices de brujo, ya saben.

Insisto en dos derivadas parciales. De un lado, cartelización fiscal para que el expolio impositivo siga llenando la andorga de los señores feudocapitalistas a costa del esfuerzo de sus súbditos, meros rellenamundos. De otro, arquitectura social exprés, un combinado on the rocks de neomaltusianismo desarrollado e importación del exceso de población procedente del mix pobreza & laissez faire demográfico. A largo plazo, saldo vegetativo menguante, mayor envejecimiento y menor fecundidad. Insuficiente reemplazo generacional conlleva insuficiencia fiscal, ésta aboca a una mayor extorsión tributaria y confiscación de riqueza, derivando finalmente en derrumbe social fruto del desequilibrio entre moral, equidad y solidaridad. Básico.

La bomba sociodemográfica está cebada y, con ella, la inestabilidad geopolítica derivada del aumento de nichos de exclusión social y pobreza extrema: más de 50 millones de personas han perdido su empleo y otros tantos han sido condenados a sobrevivir con menos de 1 dólar al día, con casi la mitad de la población mundial malviviendo con apenas el doble. Mientras crece la percepción de perversidad entre corrupción y ley, de un sistema inviable, insolidario e insostenible por más tiempo, la desobediencia fiscal deviene cada vez más plausible y diáfana, como lo fuera antaño. El G-20 lo sabe, lo teme, e intenta blindar su poder tributario al tiempo que promete reanudar los flujos de capital hacia las economías emergentes, socialmente más frágiles. Enmudecidas las tentaciones proteccionistas, se refuerza la decadencia fiduciaria con sucesivas devaluaciones competitivas, en aparente estrategia cooperativa de mutua autodestrucción. Envilecimiento monetario global en paralelo a la descomposición del modelo social. La última en inscribirse, Suiza, otrora bastión de resistencia imperial. Cosas veredes.

El SNB se ha tirado al pozo sin fondo de las devaluaciones competitivas, abonándose a la moda de tipos cero, intervenciones cambiarias y adictivo Quantitative Easing, monetizando deuda corporativa y, a más ver, pública. El franco ha reaccionado con la mayor depreciación de la década frente al euro. Más de la mitad del PIB suizo se exporta, teniendo a la UE como destino principal. Los acuerdos pendientes sobre comercio, agricultura y transporte, que podrían adicionar un punto porcentual al alicaído crecimiento alpino, han terminado por imponer la rendición helvética ante el chantaje comunitario. Su tradicional tríada de ventajas competitivas, neutralidad, privacidad y solvencia monetaria, definitivamente quebrada. Aunque se guarden las apariencias para seguir viviendo de la inercia.

La solidez del franco suizo, férreamente ligado al oro desde los tiempos de la Unión Monetaria Latina, finiquitada oficialmente en 1927, residía en su respaldo constitucional mediante encaje metálico mínimo del 40%. Una envidiable estabilidad que precisaría, no obstante, modificaciones tras su ingreso en el FMI en 1992. Así, un lustro después, y bajo el pretexto de dotar de independencia formal al SNB actualizando y dinamizando su balance, se redujo legalmente y de manera temporal dicho requerimiento hasta el 25%, con el fin de que la desmonetización del oro aplicase el exceso de reservas y el producto de la revaluación a un Fondo de Solidaridad con el que apuntalar su Estado del Bienestar. Finalmente aprobadas las reformas constitucionales y legales en 2000, su ingreso en el selecto club de divisas encanalladas quedó expedito.

El refugio para capitales en desbandada, especialmente USA, patas arriba. La sucesión de rescates bancarios, escándalos fiscales, pérdida de competitividad cambiaria y debilitamiento económico han obligado a desmantelar el chiringuito y rendir tributo al Imperio. Inmejorable paradigma del decadente rumbo del sistema fiduciario internacional, en derrota de colisión. Y como unos van y otros vienen, el reverso tenebroso presenta un particular anverso monetario, aún en gestación y protegido de coacciones externas: la petrodivisa del Consejo de Cooperación del Golfo, esperada para 2010 y respaldada por oro. Casi la mitad de las reservas de petróleo mundiales, fondos soberanos estimados en billón y medio de dólares y mimada opacidad para resistir injerencias y presiones. Poder y contrapoder. Ocaso y amanecer de un nuevo orden mundial ¿bajo divisa única...?

La consciencia, en la mayoría de los espíritus, es como un soberano inglés, reina pero no gobierna. La asunción de lo que acontece es el ineludible primer paso para afrontarlo. Percepción ajustada de la realidad circundante, capacidad de reacción, facilidad de adaptación y templanza de juicio. Y quizá, confortarse al saber que no se camina solo.