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One, Two, Three...
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Fernando Suárez

El Teatro del Dinero

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One, Two, Three...

Esta pieza debe interpretarse molto furioso. Velocidad sugerida: 175 kilómetros por hora en las curvas, 225 en las rectas. Genial acotación que inauguraba el guión de

Esta pieza debe interpretarse molto furioso. Velocidad sugerida: 175 kilómetros por hora en las curvas, 225 en las rectas. Genial acotación que inauguraba el guión de otra deliciosa sátira de Wilder, eclipsada ya durante su rodaje por el súbito alzamiento del Muro de la Vergüenza. Lo que en un principio parecía divertido, dejó de serlo, literalmente, de la noche a la mañana. Así, entre efemérides e impenitente cinefilia, realidad superando ficción a ritmo vertiginoso. Qué le vamos a hacer, nobody's perfect.

 

La pasada matiné, el G20 volvió a proyectarnos su particular comedia romántica, reeditada a modo de melodrama inductor de lacrimosa verosimilitud. En formato panorámico, Todo es posible en Fidulandia. Una estimulante obra de Ponzi Pictures cuyos efectos especiales se espera duren y duren, para regocijo de banqueritos centrales y señoritos de la cosa pública, haciendo doblete como improvisada claque. Expectativas engordadas a los ojos del espectador, en idílico montaje transgresor y reformista, obligándole a aceptar la versión censurada de otro relato de economía-ficción. Un director's cut cuya escenografía gira en torno al enfoscado de las consecuencias de tanto vicio oculto, sin atajar sus verdaderas causas. Pero qué verde era mi valle.

 

Trama principal, prevenir que los ciclos crediticios y de activos se conviertan en fuerzas desestabilizadoras. El dúo protagonista, regulación & supervisión, está de Óscar. La productora, entusiasmada con un presupuesto costeado a merced por figurantes sin frase, quienes ni siquiera aparecen en los títulos de crédito. El gancho emocional, compromisos para mejorar la financiación de PYMEs; programas específicos en materia de green economy, agricultura y seguridad alimentaria; así como garantías en la recuperación del botín de saqueo. Algunos primeros planos de los Bancos Multilaterales de Desarrollo y el excepcional uso de sus balances, retoques de proporcionalidad en la gobernanza del FMI, e tutti contenti. Al final, triunfo de los mercados cautivos, aunque por cuestiones estéticas se juegue con el desenlace librecambista. Aplausos del respetable, convencido de la continuidad de la saga.

 

Si bien antihéroes y villanos parecen recibir su merecido, según maniqueísmo al uso, sólo es un guiño de complicidad cara a la galería. Alguien tiene que hacerse cargo del riesgo moral derivado de la importancia sistémica de entidades, mercados e instrumentos financieros, contribuyendo al pago de las intervenciones gubernamentales. Imaginarán a quiénes les tocará apechugar en última instancia. Incómodo trasfondo subliminal de sucedáneos monetarios invertidos en una pirámide, ilíquida e insolvente, sostenida sobre mansa credulidad: los depósitos bancarios son una clase de cuasi-dinero cuyo vencimiento es inferior al de los activos que los respaldan. Por tanto, su monetización exige que sólo un puñado de los depositantes intente hacerlos efectivos al mismo tiempo. De propagarse el rumor de una retirada masiva, ésta se incentivaría mediante reacciones en cadena, dando lugar a quiebras bancarias generalizadas y destruyendo la monetización de los depósitos. Perogrullada por la que pasar de puntillas, no vaya a ser que se caiga en la cuenta.

 

La puntual ruptura de la confianza genera una crisis de liquidez, ésta conduce al pánico y éste, a su vez, conlleva cierres masivos de posiciones, desplomando precios de activos, e incrementando necesidades de cobertura de los márgenes de garantía, provocándose aún más ventas y mayores pérdidas, en un círculo vicioso. Con el fin de evitar esta perversa dinámica, sin cambiar tan estupendo sistema, va ganando predicamento la imposición de una tasa disuasoria. Una herramienta de política macroprudencial justificada en la necesidad de acotar el riesgo de propagación, causado por entidades bancarias en exceso dependientes de financiación a corto plazo, y orientada a la asunción, a priori, de tales externalidades negativas. Parchecito adicional para la colección, mientras se va consumiendo la enésima prórroga. Tictac, tictac.

 

Al tiempo que seguimos entretenidos con multiplicadores fiscales esencialmente nulos en tiempos de paz; tan condicionados por el régimen cambiario, grado de apertura comercial, nivel de endeudamiento e ingresos respectivos; el policy mix mantiene su inevitable rumbo de colisión. O eso parece, a tenor de las últimas consideraciones del FMI, dulcificadas para evitar espantos y linchamientos por parte de la turba. Como saben, en 2014 se espera que la deuda pública alcance el 118% del PIB para las economías avanzadas del G20. Devolverla al 60% en 2030, exigirá elevar el balance primario estructural en ocho puntos porcentuales del PIB de 2010 hasta 2020, manteniendo velocidad de crucero durante una década más. Pese al desparpajo del ajuste propuesto, cuesta tragar semejante pastel. Con o sin estrategias de salida, creíbles y a la vista, los riesgos soberanos se perciben nítidos. Vayan añadiendo puntos básicos a los tipos de interés por cada incremento adicional de deuda, déficit, envejecimiento de la población o inflación. Senza fine. España, claro está, mereció un aparte en ruegos y preguntas.

 

Desentrañar si esta película pertenece al género Sci-Fi o Gore precisa considerar las enmiendas sugeridas. Dado que una inflación del 6% durante cinco años erosionaría en menos de una cuarta parte el incremento previsto en los ratios de deuda, las opciones se centran en tres frentes. Primero, la no renovación de los estímulos cuando llegue el momento, lo que permitiría un ahorro de 1'5 puntos porcentuales de PIB. Segundo, y embolsando 3'5, congelar el gasto real per cápita excluyendo pensiones y sanidad, áreas susceptibles de reformas para impedir que agreguen un gasto adicional, entre 2015 y 2030, similar a la reducción buscada. Finalmente, aumento de ingresos públicos vía extensión de las bases y subida de tipos impositivos, aportando los 3 puntos restantes. Habida cuenta que en 2007 el ratio de deuda bruta sobre ingresos fiscales era 225’5 y que, en 2014, se estima alcance 300’5, adivinen cómo encajará el descuadre. Una vez se complete el proceso de cartelización, quedará inaugurada la barra libre de extorsión tributaria al son de toma el dinero y corre.

 

Atrapados por los excesos, al otro lado de un muro donde se socializa todo menos el sentido común, tal vez sólo se pueda aspirar a ser convidado de piedra. Por aquello de la maximización del confort. O rebelarse ante un legado de ruina presente y venidera. Sometimes the majority only means that all the fools are on the same side. Fundido de cierre para una misma historia con las tornas vueltas...

Esta pieza debe interpretarse molto furioso. Velocidad sugerida: 175 kilómetros por hora en las curvas, 225 en las rectas. Genial acotación que inauguraba el guión de otra deliciosa sátira de Wilder, eclipsada ya durante su rodaje por el súbito alzamiento del Muro de la Vergüenza. Lo que en un principio parecía divertido, dejó de serlo, literalmente, de la noche a la mañana. Así, entre efemérides e impenitente cinefilia, realidad superando ficción a ritmo vertiginoso. Qué le vamos a hacer, nobody's perfect.