Las exportaciones y el turismo complican aún más la situación

En 2012 se está preparando una “tormenta perfecta” que hará imposible el ajuste en el déficit

Por si las dificultades para reducir el déficit eran pocas, como recientemente expusieron Jesús Fernández-Villaverde y Luis Garicano, la situación comienza a complicarse de forma sumamente preocupante con la evolución del sector exterior y el turístico.

Las exportaciones crecieron en enero a su menor tasa desde noviembre de 2009, un 3,9%. Una vez corregidas de inflación el aumento se queda en el 1,1%. Sólo un acusado descenso de las importaciones (-3,1% a precios corrientes y -8,3% en volumen) permitió que el déficit comercial siguiera mejorando. Hay que tener en cuenta que en 2011 las exportaciones crecieron un 15,4%, lo que contribuyó sobremanera a suavizar el gran descenso que hubo en la demanda interna y a que se destruyera menos empleo.

Por su parte el turismo extranjero, otro de los pilares con los que contábamos para hacer más llevadero el drástico ajuste, comienza a debilitarse de una forma alarmante. Aunque en febrero siguió creciendo ligeramente (0,8%), se ha producido un radical cambio de tendencia, ya que en 2011 el crecimiento fue del 7,5%. Es de suponer que los ingresos por turismo sigan el mismo camino, pues el pasado año aumentaron casi igual que el número de turistas (7,9%).

Los últimos indicadores de la economía europea (Flash PMI), principal destino de nuestras exportaciones y principal origen del turismo, no dejan lugar a muchas esperanzas, pues muestran que la situación está empeorando. De seguir esta tendencia, lo que es bastante probable, es de prever que los indicadores de turismo y exportaciones sigan debilitándose.

Sin contar con un aumento de los ingresos provenientes de estas dos fuentes es previsible que las dificultades para el ajuste previsto por el Gobierno aumenten sobremanera. Esto, unido a los altísimos precios del petróleo y a la desconfianza creciente hacia nosotros que se traducirá en mayores tipos de interés, está conformando una tormenta perfecta que hará virtualmente imposible cumplir con los objetivos fijados y realimentará la espiral de desconfianza.