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El (no) ajuste del sector público
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Juan Carlos Barba

Gráfico de la Semana

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El (no) ajuste del sector público

A pesar de las cifras aireadas por el Gobierno, la realidad es otra muy distintaHemos conocido hace pocos días las cifras provisionales del sector público para

A pesar de las cifras aireadas por el Gobierno, la realidad es otra muy distinta

Hemos conocido hace pocos días las cifras provisionales del sector público para el año 2013. En las cifras más publicitadas se ve una intensa mejora en el déficit público, que es lo que está representado en el siguiente gráfico.

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Independientemente de las sospechas más que fundadas de que se ha contabilizado parte del gasto con cargo al ejercicio de 2014, lo más grave de todo esto es que los ingresos apenas suben, a pesar de las fuertes subidas de impuestos.

Comenzando con los impuestos indirectos, podemos ver que la recaudación ha subido un 4,6% en el año, cuando realmente se esperaba una subida del 11% en función de la repercusión de la subida del IVA. Dado que el conjunto de los impuestos indirectos han subido más del 30% desde 2007, podemos ver la extrema caída implícita del consumo que refleja el hecho de que la recaudación haya sido a pesar de todo un 7,5% menor que en ese año. Una parte (sobre el 10%) puede explicarse por la virtual desaparición de las ventas de vivienda nueva, pero el resto queda como fotografía del hundimiento de la economía del país. Y todo esto sin contar que habría que deflactar este dato con la inflación habida desde 2007 (12%). Contando subidas impositivas y deflactando la recaudación ahora es más de un 35% menor que en 2007.

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En cuanto a los impuestos directos la situación no es mucho mejor. Si es cierto lo que dice Funcas sobre que el tipo medio del IRPF se ha situado en 2013 en el 14% (aún no está el dato oficial), eso significaría que la subida impositiva desde 2008 ha sido de casi el 30% para este impuesto. Sin embargo, y como se ve en el siguiente gráfico, la recaudación es ahora mucho menor, de hecho y deflactando con el IPC sería 32% más baja. Si el tipo impositivo medio hubiera permanecido donde estaba en 2008 estaríamos hablando de bajadas mucho mayores. 

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La otra gran partida de la recaudación pública son las cotizaciones sociales. La caída deflactada de la recaudación es en este caso del 20%, a pesar de que buena parte de los parados siguen cotizando. Es lo que vemos en el siguiente gráfico.

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En cuanto a los gastos, el gasto corriente ha seguido subiendo en 2013 (+1%), ya que los recortes en las partidas de consumos intermedios (sobre lo que hay muchas dudas en su precisión en el cuarto trimestre) se han compensado con creces con las subidas en prestaciones (una vez más a pesar del desamparo en que han caído decenas de miles de parados) y los mayores intereses pagados por la enorme deuda pública. La reducción del déficit se debe, comparando con 2011, exclusivamente a la caída en los salarios públicos debida la reducción del número de empleados públicos (-13%) y la de la inversión pública (-64%). Sin embargo, el nivel de inversión pública de 2013 no parece muy sostenible, ya que el inmenso número de infraestructuras construido durante la burbuja hace que estemos ya por debajo de los costes de mantenimiento de éstas, como se ve de forma palpable en el deterioro de las vías públicas. De hecho ya se observa un fuerte aumento en la inversión pública en los últimos meses de 2013 y primeros de 2014.

La recuperación de la economía es sumamente débil. La mayor parte de los indicadores muestran estancamiento, y en una situación deflacionaria los ingresos fiscales es improbable que crezcan

En relación a los gastos es sólo una moderación del gasto público para acercarlo a la nueva realidad de la economía. De hecho la renta salarial total ha caído un 3,5% en 2013 y el beneficio empresarial –tomando datos de resultado económico bruto de la Central de Balances– lo ha hecho un 6%.

La recuperación de la economía es sumamente débil. La mayor parte de los indicadores muestran estancamiento, y en una situación deflacionaria los ingresos fiscales es improbable que crezcan. El incremento de los dos primeros meses del año es un espejismo fruto de ajustes que hubo en el inicio de 2013 por la ausencia de ingresos de las retenciones del IRPF de la paga extra de los empleados públicos que no se cobró y de la imputación de devoluciones al ejercicio de 2013, cosa que no ha ocurrido este año. Teniendo en cuenta que la estabilización de la economía es fruto casi exclusivamente del flujo de capital exterior que traen los bonos del Tesoro, cualquier intento de reducir el déficit provocará de forma inevitable el hundimiento de la economía y por lo tanto de la recaudación, abocándolo por tanto al fracaso.

No se quiere asumir que el problema real es la debilidad extrema del sistema productivo español, fuera de juego en un mundo posglobal de crecimientos cada vez más débiles, ni se quiere abordar su reforma. Y esto no tanto por desconocimiento de nuestros dirigentes como por interés. Una reforma en profundidad de nuestro sistema productivo implicaría que buena parte de los extractores de rentas del país quedarían fuera de juego y eso, evidentemente, no lo van a consentir, máxime cuando están totalmente infiltrados en los propios partidos, de tal forma que casi no hay manera ya de diferenciar a las empresas parásitas de la sociedad de éstos.

A pesar de las cifras aireadas por el Gobierno, la realidad es otra muy distinta

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