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La preocupante evolución del comercio mundial
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Juan Carlos Barba

Gráfico de la Semana

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La preocupante evolución del comercio mundial

En junio entró en negativo y en julio se ha acentuado la tendencia

Foto: Un contenedor en el puerto de Qingdao, China. (Reuters)
Un contenedor en el puerto de Qingdao, China. (Reuters)

A quienes dicen que todo está bajo control y que nos dirigimos a una nueva etapa de crecimiento sólido a nivel mundial pienso que hay que pedirles prudencia. En el gráfico de esta semana podemos ver la evolución del volumen de comercio mundial según el principal organismo que se dedica a monitorizarlo, el holandés CPB.

Como se ve, este indicador es extraodinariamente sensible a las crisis y a los auges. Se observa claramente cómo sufrió en la crisis de las puntocom y mucho más en la Gran Recesión. Entre 2002 y 2008 creció de una forma extraordinaria y la recuperación en 2009 y 2010 fue muy potente. A partir de 2011 siguió aumentando con timidez hasta que en el verano de 2014 empezaron a desplomarse las materias primas y poco después la recesión golpeó a multitud de países. Tocó techo en enero de 2015 en 115,9 y en julio de 2016 estaba en 113,4 (-2,2%). Se trata de una evolución muy preocupante que no se corresponde con la opinión optimista de algunos políticos y analistas que parecen de la escuela de “la economía es un estado de ánimo”.

Es decir, de los que no entendieron para nada a Keynes con lo de “los espíritus animales”. Keynes se refería a que la supuesta racionalidad del ser humano en su comportamiento era solo parcial, influido sin duda por los trabajos de Freud sobre el inconsciente. Aunque los trabajos de Freud han sido completamente superados por la sicología moderna, su intuición sobre que somos solo seres parcialmente racionales y que buena parte de nuestras motivaciones y mecanismos de toma de decisiones permanecen ocultos a nuestra consciencia ha resultado totalmente acertada. Por supuesto que la confianza de la gente influye, pero de ahí a dar el salto al vacío y pensar que es lo único importante va la misma distancia que entre tener los pies en el suelo y flotar en una ensoñación lisérgica.

La situación actual no es buena. En los países ricos se ha alcanzado el límite del endeudamiento (o se está muy cerca) que permitió mantener de alguna forma los niveles de vida durante la primera fase de la globalización y queda cada vez más patente que esta ha sido un pésimo negocio para las clases medias y bajas. El Brexit se puede interpretar, sin mucho temor a equivocarnos, como una reacción a a esta dinámica. Los sectores económicos con margen de crecimiento son escasos y con altísimas inversiones en capital y poca creación de empleo, ya que en los otros sectores no se puede competir con economías con muchas menos regulaciones y mano de obra mucho más barata.

La enorme desigualdad generada por el modelo de globalización desde los 80 ha generado una exagerada disponibilidad de capital que no encuentra inversiones

Por otra parte en los países productores de materias primas el ciclo de sobreinversión que parecía próximo a su fin parece que se retrasa y con ello la esperada recuperación. China sigue renqueando con graves problemas de malas inversiones y ahora también alto endeudamiento. El relativo buen comportamiento de algunos países como India (que tampoco está en su mejor momento) no es suficiente como para compensar esta mala situación general.

La enorme desigualdad generada por el modelo de globalización seguido desde los años ochenta ha generado una exagerada disponibilidad de capital que ahora no encuentra inversiones rentables donde colocarse, ya que el mismo proceso ha causado que los salarios sean bajos con relación a la riqueza mundial y no puedan absorber la producción. Los tipos de interés, en consecuencia, se hunden. La solución que se está proponiendo e implantando desde arriba, empezando por Europa, es profundizar más aún en esta situación, en una patética confianza en que finalmente Jean Baptiste Say vendrá a salvarnos. Pero Jean Baptiste lleva mucho tiempo muerto y enterrado, aunque muchos no quieren enterarse.

El Brexit que he mencionado antes es el primer aviso a navegantes de que los límites de la manipulación de la opinión pública se están alcanzando. Aunque el Reino Unido es un país poco dado a los extremismos y no hay peligro por ese lado, en otros sitios no tenemos tanta suerte y podemos ver, si las élites no enderezan pronto el rumbo, cómo la globalización empieza a estallar en una repetición estremecedora de los años treinta del siglo XX. La historia no se repite, pues las circunstancias cambian, pero a veces estos cambios son todavía a peor.

A quienes dicen que todo está bajo control y que nos dirigimos a una nueva etapa de crecimiento sólido a nivel mundial pienso que hay que pedirles prudencia. En el gráfico de esta semana podemos ver la evolución del volumen de comercio mundial según el principal organismo que se dedica a monitorizarlo, el holandés CPB.

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