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Juan Carlos Barba

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La democracia vaciada

De acuerdo a los hallazgos del sociólogo Andrés Villena, España sería realmente una democracia limitada

Foto: Fotografía de archivo del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (d), y Manuel Valls. (EFE)
Fotografía de archivo del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (d), y Manuel Valls. (EFE)

Uno de los acontecimientos más influyentes del inicio de esta XIII legislatura española, iniciada hace poco más de dos meses, han sido, a mi modo de ver, las explosivas declaraciones del ex primer ministro francés Manuel Valls, en las que hacía referencia a los pactos del partido liberal español, Ciudadanos, con la derecha ultraconservadora de Vox.

Los partidos liberales europeos son partidos progresistas en lo social, partidarios de la preeminencia de la responsabilidad individual y el libre mercado, en ellos el nacionalismo no ocupa un lugar importante y son partidarios de una sociedad abierta en el sentido en que la definió Karl Popper. Por tanto se encuentran muy alejados de los partidos más a la derecha como el Front National francés o el AfD alemán, que son muy conservadores en lo social además de partidarios de una intervención del Estado en la vida de los individuos; aunque algunos de estos partidos son partidarios del libre mercado (AfD o Vox), también son partidarios de una democracia limitada o, utilizando el mismo término que Valls, iliberal.

Por tanto, los partidos liberales europeos están mucho más próximos en muchos sentidos a los socialdemócratas, de los que se diferencian fundamentalmente en el grado de intervención que el Estado tiene sobre los mercados, es decir, solo en aspectos de la política económica o del grado de coberturas sociales que deben existir. Sin embargo, en aspectos nucleares como el grado de democracia deseable o el eje progresismo-conservadurismo social, coinciden en su mayor parte.

Foto: Fotografía de archivo del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (d) , la líder de la oposición en Cataluña, Inés Arrimadas (i), y el candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls. (EFE)

¿De dónde viene, pues, la singularidad de Ciudadanos, que ha provocado la estupefacción de Valls? Para explicar esta singularidad viene muy a propósito un impresionante trabajo de investigación que ha publicado recientemente el sociólogo Andrés Villena, titulado 'Las redes de poder en España'. En este ensayo, el autor disecciona el funcionamiento de la élite político-empresarial española, desde el inicio de la primera legislatura de Zapatero hasta el día de hoy, aunque con frecuentes 'flashbacks' en los que retrocede a veces varias décadas más.

El retrato que transmite sobre el proceso de toma de decisiones no puede ser más desolador. Una serie de personas que funcionan como una red laxa y que se autorreproduce en el tiempo ocupa los cargos más importantes en las grandes empresas del país, en los partidos políticos y en los altos cuerpos de funcionarios del Estado, especialmente los 'tecos' (técnicos comerciales y economistas del Estado), abogados del Estado, jueces, fiscales, catedráticos de universidad e inspectores de Hacienda. Se trata de personas de enorme poder, que se mueven de unos puestos a otros, muchas veces compaginando varios de ellos, y que tienen estrechas relaciones de amistad y familiares entre ellos. Comparten clubes de reunión (como por ejemplo el Club Puerta de Hierro de Madrid) y se educan en determinadas instituciones (como el Colegio del Pilar de Madrid). A lo largo del libro aparecen la mayoría de nombres conocidos de la escena pública y de la empresa privada: Luis de Guindos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Nadia Calviño, Pedro Morenés, Jordi Sevilla, Pedro Solbes, Cristóbal Montoro, Cristina Garmendia, David Taguas… Solo por nombrar una pequeña parte de la miríada de nombres que aparecen en el libro.

Gran parte de las políticas que se siguen en España no son consecuencia de los deseos de los votantes ni de la ideología declarada de los partidos políticos

Villena, en su ensayo, hila con maestría las relaciones profundas que unen unos nombres con otros, los puestos por los que han pasado y la relación de todo ello con el sesgo de las leyes y demás normativas que se promulgan y el destino del dinero público. Aunque sabemos que contingencia no significa causalidad, resulta imposible leer el libro sin acabar con la convicción de que gran parte de las políticas que se siguen en España y del destino del gasto público no son ni remotamente consecuencia de los deseos de los votantes, ni mucho menos de la ideología declarada de los partidos políticos.

Estas redes de poder tienen también como eje decisivo de control los medios de comunicación, tanto públicos (a través de los partidos políticos) como privados, a través de su participación directa en el accionariado, del endeudamiento de estos medios, de la publicidad institucional y de la gran publicidad privada. Con esto pueden dictar, en gran medida, de qué se habla y de qué no se habla, con lo cual pueden dirigir en buena medida a la opinión pública, alzar a unas fuerzas políticas y hundir a otras.

Aunque este problema que analiza Villena ha sido frecuentemente denunciado por multitud de observadores y analistas, su libro tiene el enorme valor de realizar la constatación empírica de tales denuncias, con lo cual constituye una aportación decisiva a la hora de interpretar los problemas de la sociedad española y de qué forma se pueden abordar para que puedan ser resueltos. Esto, obviamente, escapa al alcance de su ensayo.

Foto: El nuevo alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, del PP, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, de Ciudadanos, se saludan tras la sesión constituyente celebrada en el Palacio de Cibeles, en Madrid. (EFE) Opinión
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Las consecuencias de los hallazgos de Villena son demoledoras, ya que según esto España no sería una sociedad abierta en el sentido popperiano del término, ya que este tipo de sociedades se caracterizan por ser transparentes en sus decisiones y no mantener secretos de cara a la ciudadanía. Entraría, por tanto, dentro de lo que se denomina en Francia y el mundo anglosajón 'democracia iliberal', donde se sitúan regímenes como el turco, el ruso o Singapur. Sin embargo, y al contrario de lo que ocurre en estos países, las redes de poder en España actuarían tan en la sombra que el régimen político español cumpliría aparentemente con los estándares democráticos más exigentes.

Aunque en algunos momentos se pueda caer en el fatalismo durante la lectura del libro, ya que esta red de poder de tan sólida parecería ser invulnerable, sin embargo también sabemos que históricamente esta invulnerabilidad es solo aparente y que hay muchas sociedades que han conseguido sacudirse el yugo de estos poderes.

En este punto es donde podemos, por fin, interpretar lo que le ha ocurrido a Manuel Valls en relación con Ciudadanos. En una entrevista que hice en 2015 a Jaime Miquel, uno de los mejores expertos en demoscopia de España y actualmente prestando sus servicios a Pedro Sánchez, me explicaba cómo Ciudadanos, en su lanzamiento como fuerza política de masas a nivel estatal, surgió no como un movimiento de la sociedad civil sino como una operación de 'marketing político' diseñada para detener el imparable avance de Podemos en el año 2014.

Cs surgió no como un movimiento de la sociedad civil sino como una operación de 'marketing político' diseñada para detener el avance de Podemos

Precisamente Miquel fue contratado para analizar si existía realmente espacio político para ello. Sus conclusiones fueron concluyentes. Millones de jóvenes de ideología liberal, hartos de la inoperancia de los diferentes gobiernos para hacer frente a la devastadora crisis económica, estaban abandonando de forma masiva al PP y manifestaban su intención de votar a Podemos. Según este análisis, una campaña bien diseñada con fuerte presencia en los medios de un partido de ideología liberal, que se presentara como progresista en lo social y liberal en lo económico, joven, europeo y moderno, sería abrazada de forma masiva por estos jóvenes.

Los candidatos más obvios para este lanzamiento eran UPYD y Ciudadanos, por lo que, siempre según Miquel, se les convocó por los patrocinadores de esta operación —según Miquel, la órbita del Banco Sabadell— para llegar a un acuerdo. Rosa Díez, por razones evidentes de edad, no era la candidata idónea para encabezar la opción política, pero al parecer Díez se negó tajantemente a quedar en una situación de subordinación, por lo que fue inmediatamente apartada, junto a su partido.

El resto forma parte ya de la reciente historia política de España. UPYD desapareció de los medios de comunicación y eso selló su destino en forma de desastre en la siguiente convocatoria electoral, pasando de un 6,51% de los votos en las europeas de 2014 al 1,04% en las municipales de 2015, un brutal hundimiento que hizo desaparecer a UPYD de las instituciones. En paralelo, la presencia en los medios de Ciudadanos se multiplicó exponencialmente y con ello sus resultados en la siguiente convocatoria electoral, las elecciones andaluzas del 22 de marzo de 2015, en que pasó de no presentarse en 2012 al 9,28% de los votos, triplicando prácticamente los resultados de 2012 de UPYD. En el gráfico vemos cómo el interés por este partido en internet se multiplicó por 12 en pocas semanas.

placeholder Fuente: Google Trends.
Fuente: Google Trends.

Este origen de la operación Ciudadanos y su enorme vulnerabilidad por el control de los medios por parte de las redes de poder es lo que explicaría su singular comportamiento en relación con la derecha ultraconservadora encarnada por Vox, ya que primarían los intereses de estos poderosos sobre la ideología que predica el partido.

De esta forma, el ascenso de Podemos se interpretaría como una forma de convertir la situación prerrevolucionaria que se vivió a raíz del 15-M en disidencia controlada. Cuando el CIS de enero de 2015 dio a Podemos un 19,3% de intención directa de voto, un 30% por encima del PP y del PSOE, y los dirigentes del partido morado lanzaban un discurso peligroso para estas redes de poder, se lanzó una campaña coordinada desde los medios de comunicación contra Podemos que desembocó en un rápido cambio de rumbo por parte de sus dirigentes, de manera que dejaron de ser peligrosos para el 'statu quo'.

Foto:  Opinión

Una situación similar se está viviendo desde Vox, cuyo ascenso ha sido truncado de forma abrupta desde los medios de comunicación, ya que su función para estos poderosos no pasa de ser la de movilizar a la parte más conservadora de la sociedad, esos que tachan al PP de “débil” y “socialdemócrata”.

Vivimos, pues, en una democracia que no es sino un decorado de cartón piedra, y el enorme mérito del libro de Villena es que podamos ver detrás de todo esto la tramoya de esta ópera bufa que es el régimen del 78.

Uno de los acontecimientos más influyentes del inicio de esta XIII legislatura española, iniciada hace poco más de dos meses, han sido, a mi modo de ver, las explosivas declaraciones del ex primer ministro francés Manuel Valls, en las que hacía referencia a los pactos del partido liberal español, Ciudadanos, con la derecha ultraconservadora de Vox.

Democracia Ciudadanos Manuel Valls