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Jesús Sánchez-Quiñones

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Bolsa y credibilidad

Nunca antes las bolsas habían estado tan cerca de los máximos históricos con un ambiente y sentimiento tan bajista. El sentimiento bajista parece estar basado

Nunca antes las bolsas habían estado tan cerca de los máximos históricos con un ambiente y sentimiento tan bajista. El sentimiento bajista parece estar basado en la convicción de que el ciclo económico está finalizando, augurando así malos tiempos para la economía y para las Bolsas. Bajo esta visión, la crisis inmobiliaria y la crisis de los mercados de crédito darían al traste con el crecimiento económico y con las continuas subidas de las bolsas que comenzaron en 2003.

Indudablemente, tanto la crisis inmobiliaria como la crisis de los mercados de crédito tendrán un impacto en el crecimiento, pero ello no implica entrar en un periodo de recesión, ni que el ciclo se acabe. Desde el año 2003 la economía mundial entro en un periodo estructural de crecimiento global con baja inflación, propulsado por las ganancias de productividad que siguieron a la revolución tecnológica y por el cambio de escala de la economía tras la irrupción de zonas emergentes con China a la cabeza.

Ese escenario, junto a una abundante liquidez generada en parte por el propio crecimiento, ha dado lugar en los últimos años a excesos en los precios de algunos activos, como los inmuebles en algunos países, incluido España, y a excesos en algunos mercados de crédito, en los que se ha asignado mal la liquidez, dándosela a proyectos inviables o a activos sin valor. Que esos excesos se estén corrigiendo no es un signo de fin de ciclo de una economía global que vive la mejor etapa de su historia reciente, más bien es una garantía de continuidad.

Una de las primeras consecuencias del nuevo entorno, es el supuesto fin de las operaciones corporativas. La realidad es distinta. La compra de ABN por 70.000 millones de euros o la OPA de Oracle sobre Bea Systems por 6.700 millones de euros así lo ponen de manifiesto. Sin duda, las operaciones serán más selectivas, y en muchos casos con menor apalancamiento, pero continuará habiendo operaciones.

En este entorno tan enrarecido, la principal compañía española por capitalización, Telefónica, ha sido capaz de subir en Bolsa un 11% en apenas dos días. El anuncio de la multinacional española de un aumento de sus previsiones de ingresos y resultados hasta 2010, y el incremento del dividendo han sido la causa.

Es llamativa la credibilidad que el mercado otorga a las previsiones de Telefónica en un ambiente tan bajista como el actual. Hay que recordar que el sector de las Telecos ha sido prácticamente denostado por los inversores en los últimos años, con un comportamiento bursátil sensiblemente peor al del mercado, al ser considerado como un sector con crecimientos futuros ínfimos o nulos. Telefónica ha ido cumpliendo con creces sus previsiones en los últimos años. De esta forma, se ha ganado la credibilidad de los inversores y analistas, creyéndose éstos a pies juntillas sus nuevas previsiones.

Las previsiones de crecimiento de ingresos y resultados de Telefónica no casan con un escenario pesimista de la economía global. En breve conoceremos los resultados de las empresas cotizadas, y en algunos casos, como el de Iberdrola, su plan estratégico para los próximos años. Previsiblemente, las previsiones de futuro de las empresas se basarán en un escenario económico, no tan alegre como el de los últimos años, pero alejado de las visiones pesimistas que predominan en la actualidad. El mensaje que transmitan las empresas respecto al futuro puede ayudar a normalizar el enrarecido ambiente actual. El primer paso lo ha dado Telefónica.

* Jesús Sánchez-Quiñones es director general de Renta 4.

Nunca antes las bolsas habían estado tan cerca de los máximos históricos con un ambiente y sentimiento tan bajista. El sentimiento bajista parece estar basado en la convicción de que el ciclo económico está finalizando, augurando así malos tiempos para la economía y para las Bolsas. Bajo esta visión, la crisis inmobiliaria y la crisis de los mercados de crédito darían al traste con el crecimiento económico y con las continuas subidas de las bolsas que comenzaron en 2003.

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