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España va cuesta abajo y sin frenos
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José Ramón Iturriaga

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España va cuesta abajo y sin frenos

Después de que el otro día un buen amigo me pidiera que hiciera un esfuerzo y escribiera algo en otro tono –“porque no nos podemos desayunar

Después de que el otro día un buen amigo me pidiera que hiciera un esfuerzo y escribiera algo en otro tono –“porque no nos podemos desayunar todos los jueves pensando en el fin del mundo, coño”- hoy me había propuesto, de verdad, hacer una lista de lo que veo bien, de aquello que puede hacernos ver la luz al final del túnel, del impacto positivo que pueden tener las medidas que se están adoptando a todos los niveles. Prefiero empezar por el final: no he sido capaz. He repasado la prensa de los últimos días, la opinión de las casas más importantes, las cifras macro que se han conocido y al final reconozco que me va a resultar imposible. Lo siento Pablo. De verdad que quien más está deseando ver las cosas de otro color soy yo pero por el momento y a riesgo de sonar a disco rayado –y antipatriota- no puedo cambiar de mensaje. Todo lo contrario, mi preocupación en los últimos días va a más. ¡Pero si hasta el triunfo de Massiel en Eurovisión estaba amañado!

Y no ha sido el tongo del 'la la la' lo que más me ha preocupado –aunque también pero en otro orden de cosas: ¡sólo nos falta que nos anulen el gol de Gento!-; sino el terrible deterioro que están sufriendo las magnitudes económicas en España y sobre todo a la velocidad a la que se están produciendo. La corrección está siendo tan fuerte y tan rápida que está logrando sacar al gobierno del nirvana en el que llevan inmersos –por omisión, principalmente- los últimos tiempos. Hasta el señor Solbes –portavoz en temas económicos de este gobierno de 'Alicia en el país de las maravillas'- ha dado un giro radical a su discurso reconociendo que vienen curvas. Este cambio de lenguaje además de a motivos tácticos –hay que ir poniendo la venda- obedece que a que el negar la realidad no conduce a nada y a que los españoles podemos ser (hacernos los) ilusos pero no idiotas (creo/espero).

En los últimos días no hay una sola noticia positiva –fuera del terreno deportivo, claro-. Y no es el desplome en la venta de coches lo peor. Ni que la confianza del consumidor en España esté en mínimos históricos –el indicador todavía no tiene la suficiente historia como para que sea relevante-. Tampoco los fortísimos repuntes en morosidad ni los desplomes en construcción de nuevas viviendas.

Lo peor de todo son las cifras de paro que vamos conociendo que confirman que el modelo económico español está definitivamente quebrado. Hay poco que podamos hacer. El milagro económico español de los últimos quince años ha sido consecuencia de un cambio demográfico –cinco millones de inmigrantes han pasado a formar parte de la fuerza laboral- que ha venido de la mano del trabajo que ha generado el sector de la construcción y en concreto el boom que ha experimentado el inmobiliario. Esto no era sostenible. Todos los sabíamos. Algunos lo escribimos.

Y ahora lo que toca es prepararse para el ajuste. En España hay excedente de casas. El precio de las mismas no tiene sentido lo miremos como lo miremos –años de renta disponible de las familias para el pago de una casa, retorno de los alquileres-. Se va a construir menos y los precios van a caer por muchos malabarismos que haga el gobierno. El desempleo va a aumentar y no hay sectores que puedan recoger el relevo.

Menos mal que Dios aprieta pero no ahoga: siempre nos quedará el pasillo que el Barca hizo al Madrí, Rodolfo Chiquilicuatre, sin tetas no hay paraíso,… Circo, circo, que no nos falte…

*José Ramón Iturriaga, socio de Abante Asesores

Después de que el otro día un buen amigo me pidiera que hiciera un esfuerzo y escribiera algo en otro tono –“porque no nos podemos desayunar todos los jueves pensando en el fin del mundo, coño”- hoy me había propuesto, de verdad, hacer una lista de lo que veo bien, de aquello que puede hacernos ver la luz al final del túnel, del impacto positivo que pueden tener las medidas que se están adoptando a todos los niveles. Prefiero empezar por el final: no he sido capaz. He repasado la prensa de los últimos días, la opinión de las casas más importantes, las cifras macro que se han conocido y al final reconozco que me va a resultar imposible. Lo siento Pablo. De verdad que quien más está deseando ver las cosas de otro color soy yo pero por el momento y a riesgo de sonar a disco rayado –y antipatriota- no puedo cambiar de mensaje. Todo lo contrario, mi preocupación en los últimos días va a más. ¡Pero si hasta el triunfo de Massiel en Eurovisión estaba amañado!