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José Ramón Iturriaga

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Esto es lo que hay

Me sorprende la falta de atención que se está prestando desde todos los ámbitos a la situación –horrorosa- de la economía española y los efectos que

Me sorprende la falta de atención que se está prestando desde todos los ámbitos a la situación –horrorosa- de la economía española y los efectos que la misma va a tener a muy distintos niveles. Todos los datos que vamos conociendo sorprenden a peor. La velocidad a la que se está produciendo la corrección es de vértigo. Los escenarios que se esbozan desde las principales casas de análisis y servicios de estudios más serios (serio=independiente) son terribles. Desde el Gobierno no se están preocupando de hacer un diagnóstico adecuado –lo que en mi opinión debería ser el primer paso- y se limitan a medidas efectistas y de corte populista. La oposición ni está ni –lo que es más triste- se la espera. Los periódicos, tertulias de radio, programa de televisión no tratan el tema más que de pasada –ya no vende-. Da la sensación de que el personal, una vez que considera que la crisis es inevitable, prefiere hablar de temas menos antipáticos.

Así las cosas y como el papel de Pepito Grillo es muy desagradecido y además mi postura sobre este tema es harto conocida –larga y profunda, la crisis me refiero-, hoy prefiero dar mi opinión sobre lo que parece son tres de las preocupaciones que atenazan al pueblo español:

- La guerra de los fogones. Si nos ceñimos a qué es lo que prefiero como estilo de cocina tengo una opinión clara: ¡abajo las espumas! ¡viva la materia prima! Entiendo que son cosas completamente distintas y valoro en mucho el mérito que tienen algunos cocineros españoles que han sido capaces de desarrollar un concepto completamente nuevo de cocina con gran reconocimiento tanto dentro como fuera de España. Pero simplemente no me gusta. No soy capaz de disfrutar –seguramente porque soy muy básico- de las mezclas de sabores, texturas y olores que estos magos –¿alquimistas?- de los fogones son capaces de elaborar en sus cocinas. Otra cosa es que Santamaría ha ido más allá y ha acusado de cosas muy graves a algunos de sus colegas. Si eso es así que ponga pruebas encima de la mesa y deje de polemizar. Para mí que es un infiltrado del Ministro Corbacho para que no hablemos de las cifras de paro. O de Solbes, por la inflación. O de Federico, no de Federico no tiene pinta… La cuestión es que no falte la carne en el asador.

- Los navajazos dentro del principal partido de la oposición. Tengo sentimientos en cierta forma contrapuestos: tristeza y hartazgo. El hartazgo, fundamentalmente, porque parece que esto puede durar no ya meses, sino incluso años. No parece que se vaya a resolver nada en este congreso del Partido Popular y podemos asistir a un lento desangramiento. Y la tristeza es porque la clase política no deja de defraudarme. Están acabando con mi ingenuidad, pensaba que había políticos con verdadera vocación de servicio público.

- Y, por último, creo que el fenómeno Chiquilicuatre ha resultado muy revelador sobre el momento actual de la sociedad española.

Esto es lo que hay. Ya habrá tiempo de hacer un diagnóstico sobre la situación actual. De analizar las medidas que adopten desde el Gobierno, cuando las adopten. Y de preocuparnos de temas más nimios como el final de un modelo de crecimiento y el impacto que esto va a tener. O no.

*José Ramón Iturriaga, socio de Abante Asesores

Me sorprende la falta de atención que se está prestando desde todos los ámbitos a la situación –horrorosa- de la economía española y los efectos que la misma va a tener a muy distintos niveles. Todos los datos que vamos conociendo sorprenden a peor. La velocidad a la que se está produciendo la corrección es de vértigo. Los escenarios que se esbozan desde las principales casas de análisis y servicios de estudios más serios (serio=independiente) son terribles. Desde el Gobierno no se están preocupando de hacer un diagnóstico adecuado –lo que en mi opinión debería ser el primer paso- y se limitan a medidas efectistas y de corte populista. La oposición ni está ni –lo que es más triste- se la espera. Los periódicos, tertulias de radio, programa de televisión no tratan el tema más que de pasada –ya no vende-. Da la sensación de que el personal, una vez que considera que la crisis es inevitable, prefiere hablar de temas menos antipáticos.