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Vendidos al desnudo
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Jesús Sánchez-Quiñones

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Vendidos al desnudo

No cabe duda que los mercados financieros se encuentran cada vez más globalizados. Lo que ocurra en un rincón del globo tiene una repercusión inmediata en

No cabe duda que los mercados financieros se encuentran cada vez más globalizados. Lo que ocurra en un rincón del globo tiene una repercusión inmediata en las bolsas de los cinco continentes. Adicionalmente, las facilidades para operar incluso en tiempo real son enormes y crecientes. Con un solo click de ordenador se compra o se vende cualquier activo de cualquier mercado electrónico del mundo.

En los años de bonanza de las bolsas, las entidades financieras han facilitado y animado a los inversores a realizar sus inversiones de forma apalancada, concediendo créditos fáciles con la garantía de las acciones. La competencia entre las distintas entidades financieras llegó a una parte no pequeña de ellas a ofrecer más y en mejores condiciones que la entidad de la acera de enfrente. Primaba la cantidad más que la calidad.

Alguno de los grandes inversores justificaban, al menos parcialmente, la bondad de sus operaciones altamente apalancadas en que el coste de la financiación de las operaciones era inferior al dividendo percibido de la participación adquirida. Con el cambio de ciclo, la restricción crediticia actual y la subida del euribor, esa premisa ha dejado de ser válida.

Es innegable que tras largos años de bonanza se había producido una relajación en el control de riesgo de algunas entidades a la hora de participar en la financiación de operaciones altamente apalancadas. Estos excesos se traducirán en cuantiosas provisiones en los próximos trimestres.

Con la llegada de la crisis hemos pasado de la facilidad en la concesión de créditos al cerrojazo más absoluto en la financiación de empresas y particulares. Ahora, las propias subrogaciones en el crédito promotor de los compradores de inmuebles se analizan con lupa, concediéndose caso a caso. La ley del péndulo vuelve a funcionar.

Lo mismo que hasta hace escasamente un año las facilidades para invertir apalancado eran crecientes, ahora le toca el turno a facilitar las inversiones de aquellos que apuestan por un derrumbe de los mercados. La venta en descubierto de acciones está alcanzando niveles nunca vistos. Hasta ahora, si un inversor consideraba que una acción estaba sobrevalorada y, por tanto, consideraba su precio caería significativamente, podía pedir prestadas acciones y vender ese valor en descubierto. Las acciones solicitadas en préstamo eran entregadas en la liquidación de la operación. Posteriormente, el inversor compraba las acciones en mercado, presumiblemente a un precio inferior al de venta, y se las devolvía al prestamista de las acciones. Su beneficio radica en la diferencia entre el precio de venta y el de compra, descontando el coste del préstamo de títulos.

El sistema de liquidación de la Bolsa española es muy exigente con la liquidación de las operaciones, de tal forma que si un inversor ha vendido en descubierto y no ha conseguido acciones en préstamo, ha de pagar una penalización y pierde el posible beneficio que hubiera podido conseguir. En el caso de depositarios con cuentas globales pueden solventar parcialmente el problema.

En los mercados de nuestro entorno el sistema es más laxo, de tal forma que aunque pueda existir una penalización por no entregar los títulos a tiempo, puede ser muy rentable vender en descubierto y asumir la penalización correspondiente, sabiendo que el beneficio de la operación será para el inversor.

El tema de las ventas en descubierto está alcanzando tal dimensión, que la SEC americana (CNMV de EEUU) ha tenido que adoptar medidas de emergencia, sorprendentes por obvias:

- El inversor que desee vender en descubierto ha de pedir prestadas las acciones antes de realizar la venta. Se prohíben las llamadas “ventas al desnudo” (traducción literal). Esta medida se aplica sólo a un número reducido de entidades financieras.

- El préstamo de los títulos se ha de realizar con conocimiento del titular de las acciones. ¡Qué sorpresa!.

Con estas medidas se pretende evitar que las mismas acciones se presten y se vendan en cadena (over and over again).

Al margen de las malas perspectivas económicas y de las previsiones rebajas en las estimaciones de los beneficios empresariales, la evolución de las bolsas pueden verse muy afectadas por estos excesos en la práctica de ventas en descubiertos. Primero hundiendo los valores, como ha ocurrido con un elevado número de ellos en los últimos meses. En sentido contrario, baste recordar la “ilógica” reacción de la cotización de las acciones de Metrovacesa una vez finalizada la última OPA a 83,21€ la acción. La cotización alcanzó los 116 €. En el caso de recompra forzosa o forzada por el mercado, las carreras de los inversores “vendidos en descubierto” pueden ser tan disparatadas como intensas.

Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4

No cabe duda que los mercados financieros se encuentran cada vez más globalizados. Lo que ocurra en un rincón del globo tiene una repercusión inmediata en las bolsas de los cinco continentes. Adicionalmente, las facilidades para operar incluso en tiempo real son enormes y crecientes. Con un solo click de ordenador se compra o se vende cualquier activo de cualquier mercado electrónico del mundo.