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Jesús Sánchez-Quiñones

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Durante el fin de semana ha sido muy interesante escuchar las explicaciones sobre el plan de rescate dadas por los analistas y periodistas especializados en las

Durante el fin de semana ha sido muy interesante escuchar las explicaciones sobre el plan de rescate dadas por los analistas y periodistas especializados en las cadenas de televisión americanas (CNN y CNBC). La primera conclusión que se extrae es la impopularidad de la medida al considerarse un “rescate de Wall Street” (así aparecían incluso los titulares). Los ciudadanos no entienden porqué hay que ayudar con dinero público a unas entidades que no han sabido medir los riesgos y en determinados casos han tenido una actuación "poco adecuada”.

 

Existe bastante incredulidad entre la población cuando se augura una recesión como la de los años 30 en caso de no aprobarse el plan,. Las diferencias de la situación actual respecto a la existente en el momento de la Gran Depresión son notables. De hecho, el paro actual en EE.UU. es del 6% frente al 25% de 1933; el Producto Interior Bruto está creciendo casi al 3% frente a la caída del 25% de los primeros años 30; los precios cayeron un 30% entre 1929 y 1933 frente a la subida de la inflación actual; la tasa de mora de las hipotecas alcanzó el 40% frente al 4% actual.  Todas estas diferencias hacen que el público en general no entienda los pronósticos tan agoreros de no llevarse a cabo el plan de rescate. Los avisos de las autoridades americanas son preventivos. Bien es cierto que es difícil hacerle tomar a un enfermo una medicina amarga cuando todavía no tiene fiebre aunque ya  haya contraído el virus. Lo mismo le ocurre a la opinión pública americana.

Las explicaciones dadas en las televisiones americanas sobre que supone el plan de rescate han sido bastante didácticas aunque poco exitosas. Al margen de los excesos que hayan podido cometer determinadas entidades, y dejando de lado los errores de legislación y supervisión sobre las entidades financieras, los bancos son las entidades que proporcionan el lubricante para que la economía funcione.  La banca es la que facilita los créditos a los particulares y empresas. Si el sistema bancario entra en una situación de sequía total de crédito (credit crunch), los particulares no obtendrán préstamos para comprar una vivienda, lo que provocará una disminución adicional de las demandas de las mismas, ocasionando una caída más profunda de los precios del mercado inmobiliario, aumentando a su vez la mora de las hipotecas. Por su parte las empresas no podrán financiar ni nuevas inversiones, ni en muchos casos el propio activo circulante, ocasionando una reducción de la actividad y un aumento sensible del desempleo.  En definitiva la banca es la que proporciona el lubricante para que el motor de la economía funcione y no se pare.

Con el plan de rescate americano se pretende conseguir dos objetivos principales:

  1. Cortar la espiral bajista de precios de los activos que han de valorarse a precio de mercado pero que en la práctica tienen un mercado inexistente. El comprador de estos activos, en su mayoría hipotecarios, será el Tesoro americano. Queda por definir el precio de las transacciones, a determinar caso por caso. De ser éste  demasiado bajo, las entidades tendrían que provisionar cantidades adicionales significativas, no mejorando la situación actual. En caso de ser demasiado alto, se aplazaría el problema para la entidad, ya que en caso de pérdidas por parte del Tesoro en el plazo de 5 años, la entidad tendría que hacerse cargo de dicha pérdida. Adicionalmente la SEC deberá realizar un estudio en 90 sobre la aplicabilidad del principio de valoración a precios de mercado (mark to market), con vistas a una posible modificación de la norma contable.
  1. Inyectar liquidez en las entidades financieras a cambio de activos ilíquidos para así poder reactivar el mercado de créditos y “lubricar” el motor de la economía. Cuanto antes se lleve a cabo, antes se notará el efecto positivo en el crecimiento de la economía.

De momento la presentación del acuerdo sobre el “plan de rescate” no ha devuelto la tranquilidad a las Bolsas. Su aprobación y la falta de concreción de algunos de sus detalles sigue generando incertidumbres. Su rechazo inicial por el Congreso americano es un varapalo para los mercados. Previsiblemente la fuerte caída de las bolsas tras la negativa legislativa hará cambiar de opinión a parte de los congresistas y suavizará el rechazo de la opinión pública, haciendo patente la necesidad de un acuerdo para rescatar al sistema financiero americano. Mientras esto sucede la tensión en los mercados será máxima.

Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4

Durante el fin de semana ha sido muy interesante escuchar las explicaciones sobre el plan de rescate dadas por los analistas y periodistas especializados en las cadenas de televisión americanas (CNN y CNBC). La primera conclusión que se extrae es la impopularidad de la medida al considerarse un “rescate de Wall Street” (así aparecían incluso los titulares). Los ciudadanos no entienden porqué hay que ayudar con dinero público a unas entidades que no han sabido medir los riesgos y en determinados casos han tenido una actuación "poco adecuada”.

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