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Señoras que piensan con los pies en Facebook
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José Ignacio Bescós

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José Ignacio Bescós

Señoras que piensan con los pies en Facebook

Pongo en antecedentes a los benditos lectores que emplean su tiempo en dar paseos o en hablar con seres tangibles y que no han caído enamorados

Pongo en antecedentes a los benditos lectores que emplean su tiempo en dar paseos o en hablar con seres tangibles y que no han caído enamorados de la moda juvenil de las redes sociales.  Sepan ustedes que, de un tiempo a esta parte, gente con mucho tiempo en las manos y un gran espíritu de comunidad se dedica a montar grupos en las redes sociales en los que se carcajean de los hábitos de las señoras mayores. El tradicional humor costumbrista en plan comunitario. Unas ciber-risas a cuenta de las señoras que se pelean por los caramelos en la cabalgata (50.000 admiradores) o de las señoras que cantan alto en misa (36.000).  Para que luego digan que el español es individualista.  

 

Quiero creer que ése es el espíritu que anima la creación del grupo Eduard Punset, ministro de culturaPunset no es una señora mayor, es un señor mayor, pero esos rizos postreros, esas pausas dramáticas en su discurso, que son como los momentos frente al espejo que pasa una señora que aún se gusta, esas arrobadas sonrisas cuando escucha a Pinker, otro rizoso estupendo... Punset no es una señora que divulga ciencia como otras hacen cocretas, pero como si lo seriese.  Algunos se echan sus escépticas manos a la cabeza y acusan el bueno de Eduard de fomentar la pseudociencia. A un servidor no le molesta. He sido seguidor fiel de Redes, consciente de que era a la verdadera ciencia lo que el Readers’ Digest a la verdadera cultura y me he leído alguno de esos libros de autoayuda que me han dejado empachado de moralina new age.

Mientras no creas que entrevistar a eminencias neurocientíficas convierte al entrevistador en un genio, no hay peligro. Se puede disfrutar de las punsetadas igual que se puede disfrutar de los ingeniosos diagnósticos del doctor House, pensando en clave de ficción y entretenimiento. El problema está cuando los fans paran a Hugh Laurie, el actor que encarna al antipático galeno, para hablarle de un bulto o una manchita que los tiene en un sinvivir.

Me temo que algo semejante puede estar ocurriendo en esta ocasión.  Un caso agudo de transferencia televisiva.  Sólo así puede explicarse que a partir de dos obviedades bochornosamente demagógicas (las mujeres y los niños primero) soltadas en un tono de señoras que tutean a las autoridades en actos públicos, se reivindique la figura de un saltimbanqui político (comunista, centrista, convergente, vuelto al centrismo) mutado en santón del buenrollismo ilustrado, ensalzando su hondo calado intelectual.  Y todo porque, con toda la razón del mundo, el personal encuentra inadmisible la ley Sinde, una ley de la patada en la puerta en versión electrónica que habría hecho las delicias de aquel Corcuera (otro ministro pintoresco).  Se trata, para los benditos lectores que aún creen que el gobierno de la nación (de naciones) protege sus derechos digitales y fomenta el sano crecimiento de la sociedad de la información, de la terrible disposición final primera de la Ley de Economía Sostenible. Esta disposición permite el cierre de una web no por un juez, sino por la Comisión de Propiedad Intelectual, cierre fundamentado en la violación de supuestos derechos intelectuales. 

Pues bien, señores y señoras que buscan la viralidad montando campañas cachondas en Facebook, nos jugamos en esto lo suficiente (¿cuántos trenes tecnológicos nos quedan por perder?) como para no frivolizar en exceso. Resistan ustedes la tentación de buscar el impacto mediático fácil. Contra el lobby de los sacerdotes del derecho intelectual no vale un oye, que la red no es tuya de una abuelita pizpireta que sale en la tele. Por muy bien que nos caiga.  Busquen avales solventes para luchar contra tan flagrante arbitrariedad legislativa.  Y si, ni por esas, ni perdonen ni olviden (ni la acción de unos ni la omisión de los otros). Para cuando toque decidir.

Buena semana a todos, y tengan cuidado ahí fuera.

Pongo en antecedentes a los benditos lectores que emplean su tiempo en dar paseos o en hablar con seres tangibles y que no han caído enamorados de la moda juvenil de las redes sociales.  Sepan ustedes que, de un tiempo a esta parte, gente con mucho tiempo en las manos y un gran espíritu de comunidad se dedica a montar grupos en las redes sociales en los que se carcajean de los hábitos de las señoras mayores. El tradicional humor costumbrista en plan comunitario. Unas ciber-risas a cuenta de las señoras que se pelean por los caramelos en la cabalgata (50.000 admiradores) o de las señoras que cantan alto en misa (36.000).  Para que luego digan que el español es individualista.