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Los blogueros, blanco de puristas
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José Ignacio Bescós

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José Ignacio Bescós

Los blogueros, blanco de puristas

Se diría que en estos tiempos de descuento a los que saben de algo les da cosa significarse, no sea que aquellos que se erigen en

Se diría que en estos tiempos de descuento a los que saben de algo les da cosa significarse, no sea que aquellos que se erigen en representantes no electos del pueblo soberano les acusen de elitistas y antidemocráticos. Eso es precisamente lo que le ha ocurrido al bueno de Kartik Athreya, economista de la Reserva Federal en Richmond, doctorado por la Universidad de Iowa. El insensato de Athreya ha tenido la ocurrencia de expresar lo que seguramente sea una opinión compartida por una buena parte de sus colegas, menos valientes o más prudentes, a saber, que la economía es materia ardua, a pesar de la impresión que puedan dar la alegre comunidad de blogueros, y de que el predicamento de éstos entre el común es poco menos que alucinante.

La reacción de los aludidos ha sido inmediata. La mayoría ha pagado la osadía del empollón con la moneda de la burla y el desprecio. Los de Alphaville, por ejemplo, se han agarrado de una manera infantil a un error ortográfico en el artículo de Athreya. Otros encuentran en el desaire de un empleado de la Fed una razón más para hacer desaparecer la Reserva Federal. La falta de sofisticación en la respuesta hace pensar que Athreya tiene más razón que un santo cuando acusa de superficialidad a los blogueros económicos. Incluso de los que cumplen con los requisitos educacionales enunciados en su artículo, pero que juegan a hacer como si la economía fuese un juego de niños. Descorazona en particular la descalificación nada argumentada de Brad de Long.

Afortunadamente, algunos damnificados se han mostrado un poco más ecuánimes. Sin llegar a darse golpes de pecho, reconocen los límites del blogueo como sucedáneo.

Aun siendo cierto que esta pertinaz crisis ha dejado tocada las pretensiones científicas de los economistas, sería deshonesto y posiblemente temerario propagar la idea de que las facultades de Economía no son sino seminarios donde se forma a los adeptos en los preceptos de una fe sin sustento lógico. Los economistas no constituyen una parasitaria casta sacerdotal cuya supervivencia depende de hacer creer al pueblo que conocen arcanos sólo a su alcance. Aunque a veces lo parezcan. Por tanto, los blogueros no son liberadores del conocimiento, prometeos que llevan la llama sagrada hasta el hogar del lector influyente. Como mucho, podremos aspirar, algunos con más talento y mejor fortuna que otros, a divulgar argumentos ajenos o aventurarnos a presentar los propios con la esperanza de provocar cierto debate civilizado entre la comunidad de lectores. Y de entretener en la medida de lo posible. De llenar con opiniones disparadas desde la cadera, en definitiva, el espacio que va de la agenda apretada del lego hasta el informe detallado del académico. Unos cientos de palabras escritos en unas horitas no dan para más. Así pues, si a ustedes no les da por creer que leyendo a los estupendos blogueros de 'El Confidencial' (no, no a mí, que no llego a estupendo, sino a imbécil, como tenía a bien recordarme un amable comentarista en mi última entrega) están accediendo a la alta teoría económica, y si los susodichos blogueros no confunden un Luis Cobos con un Wolfgang Amadeus, todo estará en orden. Que los economistas sigan produciendo, que serán enlazados debidamente. A cambio, tendrán que aguantar las críticas de los escribidores poco formados. Bloguéese con honestidad y reconózcase desde las universidades y los bancos centrales nuestra buena fe. Y todos tan contentos.

Buena semana a todos, y tengan cuidado ahí fuera.

Se diría que en estos tiempos de descuento a los que saben de algo les da cosa significarse, no sea que aquellos que se erigen en representantes no electos del pueblo soberano les acusen de elitistas y antidemocráticos. Eso es precisamente lo que le ha ocurrido al bueno de Kartik Athreya, economista de la Reserva Federal en Richmond, doctorado por la Universidad de Iowa. El insensato de Athreya ha tenido la ocurrencia de expresar lo que seguramente sea una opinión compartida por una buena parte de sus colegas, menos valientes o más prudentes, a saber, que la economía es materia ardua, a pesar de la impresión que puedan dar la alegre comunidad de blogueros, y de que el predicamento de éstos entre el común es poco menos que alucinante.