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Ruido y humo made in China
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José Ignacio Bescós

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José Ignacio Bescós

Ruido y humo made in China

Escribir sobre el gobierno chino tiene su riesgo.  Es un gran riesgo si eres un chino y te da por escribir una carta condenando la falta


Escribir sobre el gobierno chino tiene su riesgo.  Es un gran riesgo si eres un chino y te da por escribir una carta condenando la falta de libertades del régimen comucapitalista.  Te pueden caer años a la sombra y no hay Nobel que valga, aunque no vamos a ser groseros y a sacar temas desagradables ahora que estamos a partir un piñón con nuestro gran amigo Li.  Y es un pequeño riesgo para el modesto articulista español al que China, como a casi todos los de por aquí, le pilla más bien lejos.  Más allá de su pujanza económica poco hay donde agarrarse, así que hay que tirar de tópicos para rellenar carilla y media.

La visita del viceprimer ministro de la hasta hace bien poco impopular República Popular ha dado la medida del poderío local en lo que a la redacción pinturera se refiere.  Así, unos han apelado a la agridulce gastronomía y otros se han montado en el socorrido recurso a Berlanga q.e.p.d y a su Mr. Marshall, pero unos, otros y casi todos se han recreado en la suerte.  Y es que, habrán pensado, esto de los chinos debe de ser importante si al baile del debutante Li ha acudido lo más granado de la élite local. 

Rey frente a rey, el nuestro frente a ése al que también han llamado “cuarto Rey Mago”, aprovechando las fechas y los espléndidos regalos que trajo consigo, a saber:  oro (compromiso de compra de deuda española por valor de 6.000 millones de euros), incienso (7,500 millones en acuerdos comerciales) y mirra (expresión de la “larga amistad entre China y España”).


Humo, fuegos artificiales para celebrar que el feo 2010 ya se fue.

Para empezar, los acuerdos comerciales son lo ya firmado en octubre con Repsol más un par de jamones.  En cuanto a la deuda, esos 6.000 millones, aunque no vengan mal, son el consabido chocolate del consabido loro.  Es una cantidad no muy superior a la comprometida por España, vía préstamos bilaterales o avales, en los rescates griego e irlandés (5.200 millones), por ejemplo.  Visto desde otro ángulo, el Tesoro prevé emitir 47.000 millones de euros este año, así que la promesa de compra china supone menos de un 13% de las emisiones. 

Sabiendo que los chinos se mueren por diversificar la montaña de reservas invertidas en papel americano y que actualmente son tenedores de casi el 20% de la deuda, que su compromiso no llegue ni a cubrir lo que sería necesario para mantener dicho porcentaje no es como para ponerse a dar saltos de alegría.  Al contrario, tal vez debería servir para estremecerse ante la capacidad que ese 20% da a China para empujarnos hacia el abismo en cuyo borde hacemos equilibrios.  Y da la sensación de lo harán a poco que nos pongamos tontos con, por ejemplo, el desagradable tema de los derechos humanos (por si no nos había quedado claro, el señor embajador del país de las miles de ejecuciones anuales tuvo a bien resaltar la flagrante violación de los derechos humanos en nuestras comisarías y aquí chitón todo el mundo, que el cliente siempre tiene razón) 

Por último, es preciso deflactar el concepto de “amigo” de un viceprimer ministro chino.  País en el que pone los pies uno, país en el que exalta los lazos de amistad, como un borracho abrazándose a su compañero de barra.  Da igual Ecuador, que Zambia que, ahora, la Alemania de Merkel.  Cuestión de intereses, que no de amistades.

Que no haya malentendidos.  Está bien que recibamos al representante de la gran economía emergente con la hospitalidad que cualquiera merece y procurando no bajarse los pantalones más de lo necesario, pero no va a ser China quien nos ayude a salir del apuro actual.  Tras las escaramuzas griega, irlandesa y lusa todo está listo para que la gran batalla del Euro se dirima en España.  Además de nuestra capacidad de convencer a los mercados de una voluntad reformista que derive en crecimiento futuro (felicidades, señor Presidente, está usted redimiendo en su agonía parte de las locuras que cometió cuando gozaba de mejor salud política), necesitamos la gran Berta de un apoyo inequívoco franco-alemán que hasta ahora no ha llegado, pero que debería llegar si no quieren mandar a la porra su bonito invento. 

Buena semana a todos, y tengan cuidado ahí fuera.


Escribir sobre el gobierno chino tiene su riesgo.  Es un gran riesgo si eres un chino y te da por escribir una carta condenando la falta de libertades del régimen comucapitalista.  Te pueden caer años a la sombra y no hay Nobel que valga, aunque no vamos a ser groseros y a sacar temas desagradables ahora que estamos a partir un piñón con nuestro gran amigo Li.  Y es un pequeño riesgo para el modesto articulista español al que China, como a casi todos los de por aquí, le pilla más bien lejos.  Más allá de su pujanza económica poco hay donde agarrarse, así que hay que tirar de tópicos para rellenar carilla y media.

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