Por qué cuando cumpla 67 no se querrá jubilar

Recientemente el Wall Street Journal se ha hecho eco de un informe sobre la dificultad que están teniendo los norteamericanos para mantener su nivel de vida una vez alcanzada la edad de jubilación. Aunque los sistemas estadounidenses y español difieren enormemente, merece la pena analizar la situación norteamericana y extraer conclusiones aplicables al caso español.

Se estima que el nivel de ingresos necesarios para mantener el nivel de vida tras la jubilación es del 85% de los ingresos anteriores al cese de la actividad laboral. Pese a existir pensiones pagadas por la Seguridad Social estadounidense, estás proporcionan como mucho un 40% del último salario. Conscientes de ello, una parte significativa de la clase media de EE.UU. lleva al menos tres décadas, desde mediados de los años 80, destinando parte de sus ingresos recurrentes al ahorro a largo plazo con vistas a la futura jubilación. El 60% de las familias con miembros cercanos a la edad de jubilación tienen ahorros en sistemas equivalentes a los planes de pensiones privados españoles.

La crisis económica ha afectado especialmente a la clase media estadounidense. El 39% de los estadounidenses se encuentran en una situación problemática: o le han embargado su casa; o está desempleado; o no se encuentra al corriente de pago de su hipoteca; o su vivienda vale menos que su hipoteca.

Como consecuencia de la crisis las familias norteamericanas no han mantenido el nivel de ahorro previsto y, además, el patrimonio acumulado se ha visto reducido significativamente por la caída de valor de los activos (tanto activos financieros como inmobiliarios). Así, aquellas personas que se encuentran cerca de la edad de jubilación se ven forzadas a tomar decisiones poco gratas: por un lado seguir trabajando y posponer su retiro; por otro lado, bajar su nivel de vida actual, mudándose a viviendas más baratas, comprando comida más económica, gastando menos en ocio y siendo más agresivos en sus inversiones financieras para intentar obtener mayor rentabilidad.

Enlazando el análisis de la situación americana con el caso español se pueden sacar diversas similitudes y enseñanzas.

-  Es legítimo querer jubilarse a los 65 ó 67 años después de décadas de trabajo y de aportaciones a la Seguridad Social. No obstante, el envejecimiento de la pirámide de población, la creciente carga futura de las pensiones y los compromisos de reducción del déficit y la deuda pública a largo plazo hacen muy previsible que el poder adquisitivo de las pensiones se deteriore paulatina y sensiblemente en los próximos lustros.

-  A diferencia del caso americano, la concienciación del español medio de la necesidad de ahorrar para la jubilación es muy reducida, por lo que el efecto de una sustancial reducción del nivel de vida tras la jubilación será todavía más intenso.

-  En un futuro cercano, cualquier persona que alcance la edad de jubilación y desee mantener su nivel de vida, puede verse obligada a permanecer en activo, si es que la normativa laboral se lo permite. La merma de ingresos puede ser tal que pese más el deseo de mantener un cierto nivel de vida que acogerse a un merecido retiro tras décadas de dedicación laboral.

-  Cuanto mayor sea el ahorro generado durante la vida laboral, más fácil será mantener un nivel de vida similar al anterior a la jubilación. Aun siendo una verdad de Perogrullo existe poca concienciación al respecto.

Las generalizaciones son odiosas y en la actualidad muchos trabajadores hacen un esfuerzo titánico sacando adelante sus familias en la situación actual como para pensar en la jubilación. Pero todo indica que pese a la polémica actual sobre la edad de jubilación, muchos desearán seguir trabajando al alcanzar la edad de retiro marcada para poder mantener un cierto estándar económico. A día de hoy ya le está sucediendo a los estadounidenses que se acercan a la deseada y merecida edad de retiro. No les queda más remedio que seguir trabajando o reducir sustancialmente su nivel de vida.