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A mayor rentabilidad, mayor riesgo, ¿o no?
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Jesús Sánchez-Quiñones

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A mayor rentabilidad, mayor riesgo, ¿o no?

Una de las primeras enseñanzas en materia de inversiones es tan simple como que a mayor rentabilidad esperada de la inversión, mayor riesgo hay que asumir.

Una de las primeras enseñanzas en materia de inversiones es tan simple como que a mayor rentabilidad esperada de la inversión, mayor riesgo hay que asumir. Este principio es básico en la economía de mercado. Una emisión de mayor riesgo deberá ofrecer una rentabilidad mayor que compense ese riesgo asumido por el inversor.

 

Tradicionalmente se ha considerado como inversión sin riesgo la inversión en letras o bonos del Estado. Hoy en día, incluso la inversión en letras del Tesoro español se considera que tiene más riesgo que la inversión en letras del Estado alemán. Así, la rentabilidad de las letras del Tesoro a un año ofrecen una rentabilidad del 2,1%, superior a la inversión en letras emitidas por el Estado alemán al mismo plazo, 1,25%. Dicha diferencia en los tipos de interés ofrecidos entre uno y otro emisor se debe a la mayor percepción de riesgo sobre  el Tesoro español frente al Tesoro alemán. En Europa, la inversión en letras alemanas tiene actualmente la consideración de inversión libre de riesgo, en el entendimiento que la devolución del principal a su vencimiento se producirá con toda certeza. Aunque el riesgo de invertir en Letras del Tesoro español sea ínfimo, éste es superior al existente en la inversión en letras alemanas y por ese riesgo el Tesoro se ve obligado a remunerar las letras con un uno por ciento más de tipo de interés.

 

Algunas comunidades autónomas han comenzado a emitir bonos a un año ofreciendo rentabilidades muy por encima de las letras del Tesoro, e incluso superiores a cualquier depósito bancario de alta remuneración. Indudablemente el riesgo que asume el suscriptor de dichos bonos es muy superior al de aquél que invierte en Letras del Tesoro. De no ser así no existiría tanta disparidad en las rentabilidades ofrecidas.

 

La diferencia entre invertir en un bono del Tesoro español a cinco años o en bono portugués o griego al mismo plazo se traduce en obtener una rentabilidad del 4,5% en el caso español frente al 9,8% en el bono portugués y un 14,5% en el caso griego.

 

Vivimos en un momento en el que parece que todas las inversiones en bonos emitidos por estados, comunidades autónomas o entidades financieras van a ser reintegrados al 100% a su vencimiento, independientemente de la solvencia de su emisor. Si un banco o caja tuviera dificultades al vencimiento del bono, no hay problema, el Estado correspondiente se hará cargo. Si el Estado no tiene suficientes recursos o es él mismo el que está en peligro de incumplir sus obligaciones, entonces será el FMI y la Unión Europea quienes acaben poniendo el dinero para que los inversores no sufran pérdidas.

 

Esta percepción y minusvaloración del riesgo es errónea, insostenible en el tiempo y distorsiona el funcionamiento de los mercados de financiación. Si el riesgo inherente a una emisión estuviera cubierto de forma tácita por el Estado o por los Organismos internacionales, los inversores en dichos activos estarían percibiendo una rentabilidad extra como contraprestación a un riesgo que no es tal.

 

Existe un indudable peligro en olvidar la premisa esencial de cualquier inversión: “a mayor rentabilidad esperada, mayor riesgo asumido”. Dicho de forma coloquial: “nadie ofrece duros a cuatro pesetas o euros a ochenta céntimos”. Si un inversor invierte en bonos griegos a cinco años con una rentabilidad del 14,5% y al vencimiento sufre una quita (pérdida) del 50% del principal, no debería pretender que “alguien” le devuelva su dinero. No es de recibo querer obtener rentabilidades elevadas con la pretendida certeza de considerar que determinado emisor de bonos no puede dejar de pagarlos, porque si no pudiera hacer frente a sus obligaciones, ya lo hará el Estado o incluso la UE y el FMI.

Una de las primeras enseñanzas en materia de inversiones es tan simple como que a mayor rentabilidad esperada de la inversión, mayor riesgo hay que asumir. Este principio es básico en la economía de mercado. Una emisión de mayor riesgo deberá ofrecer una rentabilidad mayor que compense ese riesgo asumido por el inversor.

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