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La crisis ha quedado atrás, llega la austeridad
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Jesús Sánchez-Quiñones

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La crisis ha quedado atrás, llega la austeridad

La economía está condicionada por las decisiones de millones de individuos. A su vez, estas decisiones dependen en gran parte de las expectativas respecto al futuro que

La economía está condicionada por las decisiones de millones de individuos. A su vez, estas decisiones dependen en gran parte de las expectativas respecto al futuro que cada uno tenga. Si las expectativas de futuro de cualquier persona son de mejora, tendrá más propensión a consumir y a adquirir bienes que requieren cierta inversión como un coche o incluso una vivienda. Por el contrario, si las expectativas auguran un futuro gris, aumentará el ahorro actual y se pospondrán posibles inversiones, alargando la vida de los bienes actuales.

Es muy frecuente escuchar la pregunta ¿cuándo acabará la crisis?, con la idea implícita de considerar que la situación actual es totalmente coyuntural y que en un breve periodo de tiempo volveremos a la situación económica de 2006 o principios de 2007. En aquel momento se vivía una situación conocida como “goldilocks”, con crecimiento moderado y sostenido de la economía pero con baja inflación.  Es decir, el mejor de los mundos económicos.

Tras el estallido de la actual crisis económica afloraron los problemas acumulados en la anterior fase de prolongado crecimiento económico: sobreendeudamiento de las familias; concesión de créditos con criterios excesivamente laxos; entidades financieras con necesidad de aumentar sus niveles de recursos propios; burbuja inmobiliaria; consideración de los ingresos fiscales e impuestos procedentes del sector inmobiliario como permanentes.

La primera respuesta a la crisis por parte de las autoridades fue suplir el endeudamiento privado con endeudamiento público, de tal forma que el conjunto de los países de la OCDE en breve tendrán un volumen de deuda pública sobre el PIB cercano al 100%.

La situación actual se traduce en economías muy endeudadas, con escasa capacidad de endeudarse más. De tal forma que los próximos años serán de desapalancamiento, de reducción de deuda. Los Estados, entre ellos España, se enfrentan a años de reducción de déficit públicos y de severos ajustes, gobierne quien gobierne. Si los ingresos públicos se reducen y el déficit hay que recortarlo, sólo se puede conseguir con una reducción de los gastos.

A su vez, las familias apenas han reducido su elevado nivel de endeudamiento, lo que dificulta su capacidad de gasto e inversión futura.

Por otro lado, las entidades financieras, no sólo las españolas, también deben desapalancarse. En otras palabras, o aumentan sus recursos propios o reducen el volumen de préstamos concedidos, o las dos cosas a la vez. En definitiva, no es realista considerar que en los próximos años habrá un crecimiento sostenido del crédito que ayude a aumentar el crecimiento económico.

En conclusión, la más probable es que la economía no siga cayendo de forma agregada como lo hecho en los dos últimos años. Eso no implica que la recuperación vaya a ser fuerte y que permita reducir de forma significativa la elevada tasa de paro actual. Nos enfrentamos a años de ajustes en el gasto público, escasez de crédito, tipos de interés normalizándose hacia niveles algo más elevados (subida del Euribor), con la consiguiente subida de las cuotas de las hipotecas y escaso crecimiento económico que no permitirá reducir sensiblemente las cifras del paro.

Puede parecer un análisis pesimista de la situación, pero tener expectativas de futuro no realistas sólo puede llevar a la frustración. La crisis ha acabado. Ha empezado la fase de austeridad.

La economía está condicionada por las decisiones de millones de individuos. A su vez, estas decisiones dependen en gran parte de las expectativas respecto al futuro que cada uno tenga. Si las expectativas de futuro de cualquier persona son de mejora, tendrá más propensión a consumir y a adquirir bienes que requieren cierta inversión como un coche o incluso una vivienda. Por el contrario, si las expectativas auguran un futuro gris, aumentará el ahorro actual y se pospondrán posibles inversiones, alargando la vida de los bienes actuales.

Crisis Economía sumergida