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"Mi gran poda griega II"
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José Ignacio Bescós

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José Ignacio Bescós

"Mi gran poda griega II"

Esta película ya la hemos visto. Hace un año exactamente, los mercados se estremecían ante la debilidad de las cuentas griegas y la posibilidad de un

Esta película ya la hemos visto. Hace un año exactamente, los mercados se estremecían ante la debilidad de las cuentas griegas y la posibilidad de un contagio a Portugal y a España.  Era un momento en el que, además, se discutía cómo la Fed iba a salir del QE1. 

Afortunadamente para los participantes en este bonito juego, Bernanke dio otra vuelta de tuerca y se embarcó en el QE2, interesante distracción que pospuso el inevitable momento en que el asunto griego volvería para quitarnos el sueño, momento que llega ahora, cuando se atisba el fin de la segunda tanda de “facilitación cuantitativa” (léase “impresora de billetes”). 

Porque si en teoría esto del QE iba a servir para revitalizar el mercado de crédito descargando del balance bancario activos peliagudos y bla, bla, bla, el resultado, bastante más modesto, ha sido este:

 

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Eso sí, puede que el crédito no se haya recuperado, pero lo que no se puede negar es que tanto dólar creado ha sido una fiesta (en términos nominales) para los activos financieros, desde los contratos sobre materias primas al S&P.  Pero toda fiesta se acaba, y así sufren al unísono la plata y el diferencial del bono español con el alemán, qué se le va a hacer. El caso es que volvemos a centrarnos en las euromiserias y en la especulación sobre el futuro de la unión monetaria. 

De considerar una rotura como casi una imposibilidad metafísica hemos pasado a evaluar las posibilidades de una salida de los países en mayores dificultades, léase Grecia como avanzadilla, con los otros tres cerditos detrás (“soplaré, soplaré y vuestra economía de paja derribaré”) y con la reciente e inquietante incorporación de Italia, contagio definitivamente inasumible.

En ese sentido, se invocan precedentes históricos, en particular la Unión Latina, intento decimonónico de comuna monetaria europea. Se nos recuerda que esta unión fracasó en su día por culpa del déficit italiano, y que podría ocurrir otro tanto, como el cada día más imprescindible Kike Vázquez nos viene recordando con regularidad. 

No se subraya, en cambio, que aunque la Unión Latina murió de manera práctica antes de que se acabara el siglo, fue mantenida con respiración artificial hasta 1927.  La razón no es otra que el proceso de exportación de monedas de bajo contenido en plata de los países deficitarios a los económicamente más robustos.  Una descomposición de la unión hubiera causado un descalabro entre los tenedores alemanes de monedas italianas. ¿Les suena?

Dejémonos de grandilocuencias y grandes ideales, que hemos chocado con un iceberg y sálvese quien pueda, y las mujeres y los bancos alemanes primero. Si uno está verdaderamente interesado en la supervivencia de una unión con ramificaciones políticas no juega a apretarse el cinturón fiscal cuando los que necesitan revertir los flujos comerciales contigo más lo necesitan. 

Tampoco debilita la posición del banco central colocándole a mansalva bonos defectuosos (el equivalente de las monedas italianas del XIX). A menos, claro, que de lo que se trate es de ganar el mayor tiempo posible para deshacer la posición de los bancos de uno (un 10% en los últimos seis meses en el caso alemán con respecto a su exposición a los PIGS) y que luego un Southern European Central Bank (presidido por un italiano, que al fin y al cabo va a ser su banco central) con el balance repleto de bonos de los países a los que representa se las arregle como pueda.

Si esa es la jugada, si contra el sentir general, el mismo sentir general que consideraba imposible que se llegase a una situación como la presente, la jugada es aguantar a los periféricos exigiendo austeridades suicidas a cambio de la cartilla de racionamiento hasta que llegue el momento de que los fuertes suelten amarras, casi mejor dar un manotazo al tablero ahora, ¿no?

Buena semana a todos, y tengan cuidado ahí fuera.

Esta película ya la hemos visto. Hace un año exactamente, los mercados se estremecían ante la debilidad de las cuentas griegas y la posibilidad de un contagio a Portugal y a España.  Era un momento en el que, además, se discutía cómo la Fed iba a salir del QE1. 

Deuda