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Comportamientos irracionales y oportunidades de inversión
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Ignacio Rodríguez Añino

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Comportamientos irracionales y oportunidades de inversión

Ya ha pasado la mitad de 2011. A finales del año pasado el consenso parecía dar una oportunidad histórica a los activos de riesgo, sobre todo

Ya ha pasado la mitad de 2011. A finales del año pasado el consenso parecía dar una oportunidad histórica a los activos de riesgo, sobre todo a las Bolsas. En cambio, lo que hemos vivido han sido unos meses realmente movidos, con acontecimientos que han hecho que muchos inversores estuvieran muy negativos sobre la evolución de las bolsas a corto y medio plazo.

En España hay un pesimismo  generalizado sobre la economía que nos impide apreciar que, a pesar del terremoto de Japón, el escape nuclear en Fukushima, la crisis griega, la crisis del norte de África, etc... casi ninguna bolsa ha bajado.

¿Qué ha pasado? En general, creo que las reacciones provocadas por el miedo a todos esos acontecimientos han hecho que los mercados cayeran en el corto plazo, pero también han creado oportunidades en activos valorados de forma atractiva.

Muchos inversores profesionales desarrollan sus procesos de inversión intentando encontrar un precio objetivo para cada activo que gestionan, utilizando diferentes modelos: descuento de flujos, ratios bursátiles, “real yield” en bonos, “earnings yield” en renta variable….

Una vez que establecen ese precio objetivo, lo comparan con el precio de mercado de ese activo y toman sus decisiones de compra (si el precio de mercado es inferior al objetivo o venderán si es al contrario).

Este proceso, que parece muy lógico y sencillo, muchas veces es influido por el hecho de que los seres humanos son sensibles a sentimientos y emociones que pueden causar que los mercados se muevan de forma irracional si nos atenemos a las valoraciones fundamentales y a los precios objetivos.

Por ejemplo, la crisis de 2008 y las pérdidas que sufrieron han hecho que muchos inversores tengan todavía una actitud de aversión al riesgo y que prefieran invertir en depósitos y bonos que son percibidos como “seguros” evitando aquellos activos con una etiqueta de mayor riesgo, como la bolsa.

Este hecho, junto con la actual volatilidad de los mercados y los cambios que estamos viviendo en el sistema económico global, ha ocasionado oportunidades en activos de riesgo que han sido castigados por un grado exagerado de aversión al riesgo.

Este año hemos visto varios ejemplos de este comportamiento irracional:

1.- El terremoto de Japón en marzo

Vivimos el terremoto y el tsunami casi en tiempo real, con una desgraciada pérdida de vidas humanas y unas imágenes impactantes y difíciles de olvidar. El sismo provoco también una crisis atómica siendo la principal noticia durante varias semanas. Los inversores, como consecuencia de estos hechos, vendieron los activos de riesgo de forma global, haciendo que los mercados cayeran de forma significativa en un corto espacio de tiempo.

Los efectos del terremoto sobre la economía y las empresas japonesas no eran inmediatamente cuantificables, aunque no era difícil prever una ralentización de la economía y unos menores beneficios paras las compañías niponas. Sin embargo, los mercados desarrollados de Europa también cayeron de forma significativa, aún cuando era mucho menos evidente el posible efecto negativo que el terremoto de Japón pudiera tener en el Viejo Continente.  Un inversor con mayor tolerancia al riesgo podría haberse aprovechado de ese comportamiento irracional y conseguir beneficios con la rápida recuperación de los mercados europeos.

2.- La crisis griega en mayo

Sin duda ha sido uno de los grandes temas en mayo y junio. Y para los europeos es muy importante. Pero quizás esté sobrevalorada y siendo importante, no sea clave. Sin embargo, los mercados reaccionaron otra vez de forma inmediata a la baja de una forma global: la bolsa de China cayó sin que sus empresas tengan demasiado que ver con la crisis. Para los europeos la crisis puede ser muy importante, pero puede que no afecte tanto como parece al crecimiento global que proviene de emergentes. Buenas compañías con exposición a ese consumo emergente pueden ser una alternativa interesante de inversión.

Las oportunidades aparecen en aquellos activos que, siendo atractivos por valoración fundamental, han sido castigados sin un motivo real.

Pero para aprovecharse de las oportunidades se necesita estar preparado para aguantar la volatilidad y la incomodidad emocional que las han creado. En 2011 hemos tenido muchas ocasiones de ver acontecimientos que crean esa incomodidad emocional y  hacen que suba la aversión al riesgo: preocupación por el crecimiento de China y EEUU, el terremoto japonés, las crisis en el Norte de África y la crisis de deuda soberana en Grecia y en la Europa periférica.

Que a pesar de todo lo que hemos visto en lo que llevamos de 2011, haya pocas bolsas en negativo, puede ser un indicativo de que no sólo las valoraciones dicen que la renta variable y los activos de riesgo están baratos en términos históricos, sino que también otros eventos globales que creen comportamientos irracionales bajistas pueden ser buenas oportunidades de inversión

Ya ha pasado la mitad de 2011. A finales del año pasado el consenso parecía dar una oportunidad histórica a los activos de riesgo, sobre todo a las Bolsas. En cambio, lo que hemos vivido han sido unos meses realmente movidos, con acontecimientos que han hecho que muchos inversores estuvieran muy negativos sobre la evolución de las bolsas a corto y medio plazo.