La mano visible
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La 'regla del 85': el inusitado futuro demográfico de la humanidad
Mis predicciones, basadas en una reciente investigación, indican que la fertilidad llegaría a un umbral clave en 2030 y que la población mundial alcanzaría su pico entre 2050 y 2060
Si usted tiene menos de 50 años será probablemente testigo, en unas tres o cuatro décadas, de algo que ningún ser humano ha visto en los últimos 60.000 años: una caída sistemática y prolongada de la población humana. Este descenso no será consecuencia de una epidemia o del cambio climático (aunque estos fenómenos puedan agudizar la transformación demográfica), sino del colapso de la fertilidad en casi todo el planeta. Y, sí, empleo la palabra "colapso" sin exagerar.
Mi ejemplo favorito para ilustrar este futuro demográfico es Corea del Sur. En 1960 nacieron 1.080.535 personas en la republica asiática. Como la población entonces era de 25.012.374, la tasa bruta de natalidad de Corea del Sur fue 43,2 por 1000. En 2020 hubo 272.410 nacimientos. Con una población de 51.829.023 personas, la tasa bruta de natalidad del año pasado fue de 5,3 por 1000. Es decir, entre 1960 y 2020, los nacimientos en Corea del Sur cayeron, en número absolutos, un 75% y, en tasa con respecto a la población, un 88%. Pocas palabras se me ocurren excepto "colapso" para describir una caída de la natalidad del 88%.
Antes de analizar las consecuencias de este colapso, un par de aclaraciones. Primero, los números de Corea del Sur en 2020 no son una anomalía ni consecuencia del covid-19. La gestación humana dura unas 40 semanas. El covid solo se convirtió en un problema de primera magnitud para la mayoría de la población en Asia fuera de China a finales de febrero de 2020. Esto implica que todos los nacimientos anteriores a primeros de diciembre de 2020 correspondían a gestaciones que comenzaron antes de que se declarase la pandemia. El verdadero efecto que el covid ha podido tener sobre la natalidad, sea cual sea, lo veremos en 2021. Corea del Sur, además, tenía hasta comienzos de 2021 una legislación sobre el aborto muy restrictiva y no hay indicios de que hubiese muchos más abortos ilegales en 2020 que en años anteriores. Es más, si comparamos los nacimientos en Corea del Sur en 2020 con los que hubiésemos predicho para 2019, no advertimos sorpresa alguna. En 2019 se registraron 302.676 nacimientos, con una caída en 2020 de 30.266, más o menos la misma reducción observada en los años precedentes.
¿Qué consecuencias demográficas tiene que naciesen 272.410 personas en Corea del Sur en 2020? Para explicarlo, me gusta aplicar lo que llamo la "regla de 85". La esperanza de vida en los países más avanzados es, aproximadamente, 85 años. Si en un país A nacen 1.000 personas al año y esta cifra es constante, ¿cuál será la población del país en el largo plazo? Muy sencillo: 85.000 personas (85 años de vida media por 1.000 nuevas personas por año). Apliquemos la "regla de 85" a Corea del Sur: 85 por 272.410 es 23.154.850. Si a uno no le gusta "85" (bien porque le perezca una esperanza de vida alta o baja), que simplemente cambie este factor de multiplicación por el que más le plazca.
La "regla de 85" sobreestima la población en el largo plazo cuando la tasa de fertilidad (el numero promedio de hijos por mujer) es menor de 2,1, la tasa de reemplazo aproximada. Como nacen más niños que niñas (la tasa natural, sin abortos selectivos, es de unos 105 niños por cada 100 niñas), tendremos en el país A solo unas 485 niñas entre los 1.000 nacimientos anuales. Cuando estas niñas crezcan, si tienen menos de 2,1 hijos de media serán madres de menos de 1.000 personas (como 2,1 es una media, ya considera la mortalidad infantil). Por tanto, en el largo plazo, la población será menor de 85.000 personas. Por el contrario, la "regla de 85" subestima la población en el largo plazo cuando la tasa de fertilidad es mayor de 2,1.
En el caso de Corea del Sur, la tasa de fertilidad en 2020 fue de 0,84, bien lejos de dicho 2,1. Por tanto, en unas décadas, la población de Corea del Sur (olvidémonos por un momento de la inmigración; volveré a ella al final de esta entrada) no será de 23 millones, como nos predice la "regla de 85", sino mucho más baja. A la velocidad actual de nacimientos, quizás solo de unos 12 millones. Como la población de Corea del Sur en 2020 era de un poco menos de 52 millones de personas, estamos hablando de una caída demográfica de un 77%. Y ya se empieza a notar: en 2020 hubo 32.717 más muertes en Corea del Sur que nacimientos (el covid-19 solo causó unos pocos centenares de muertes en 2020 en este país, con lo que, de nuevo, el número de defunciones totales no es una consecuencia directa de la epidemia).
El ejemplo de Corea del Sur me gusta tanto por muchos motivos. El primero es porque, cuando empleo España, China u otros países como ejemplo de la caída de la fertilidad, la audiencia suele reaccionar con prejuicios ideológicos (¡la culpa es del gobierno!) o enredarse en cuestiones que, cuando uno las observa con detenimiento, no son tan importantes para la fertilidad como lo que uno podría creer (el desempleo juvenil en España, la política del hijo único en China, etc.). La mayoría de la gente en España no se ha formado opiniones muy robustas sobre Corea del Sur (sin hacer trampa y mirar en internet: ¿Sabe usted cómo se llama el presidente de Corea del Sur? ¿Es de derechas o de izquierdas?), lo que la convierte en un país perfecto para explicar con mayor facilidad qué es lo que ocurre.
El segundo motivo es que el ejemplo de Corea del Sur, aunque algo extremo, es representativo de lo que está ocurriendo en muchísimos otros países. El siguiente país que nos viene a la cabeza, por supuesto, es China, la nación más poblada del planeta. En una fecha tan reciente como 1990, después de diez años de la instauración de la política del hijo único (generalizada en 1980), nacieron 23.910.000 personas en el gigante asiático (tasa bruta de natalidad de 21,06 por 1.000). En 2020, con todas las restricciones a la natalidad ya eliminadas, nacieron 12.050.000 personas (tasa bruta de natalidad de 8,54 por 1.000). Las autoridades chinas nos dicen que murieron unos 10.010.000 personas en 2020 (tengo dudas sobre esta cifra, que creo está subestimada, pero dejemos esta cuestión para otra ocasión).
Los datos nos ofrecen un crecimiento natural de la población de dos millones, algo que podría parecer mucho, si no fuera porque la población total de China es de 1,4 millardos de personas. Dos millones son una gota de agua en ese océano demográfico. Dado que los nacimientos caen aceleradamente en China año tras año, y que las defunciones crecen como consecuencia del envejecimiento poblacional, es probable que las muertes en China superen a los nacimientos en 2023 o 2024. Usando, de nuevo, mi "regla de 85" obtenemos que, con estos nacimientos, China tendría, en el largo plazo, unos 1.020 millones de personas, una caída del 27% de la población. Y como la tasa de fertilidad en China está cerca del 1,3 (de nuevo, los datos oficiales no son muy fiables), que la población descienda a unos 700 millones en unas décadas es perfectamente factible.
India, el otro gran gigante asiático, va más retrasada en la caída de la natalidad, con unos 26.779.900 nacimientos en 2019 y una tasa de fertilidad justo en la tasa de reemplazo de 2,1. La "regla de 85" estima, en este caso, que la población de India en el largo plazo sería de unos 2,2 millardos de personas. Es decir, con las cifras actuales, nos podemos encontrar en unas décadas con que la población de India (2,2 millardos) sea unas tres veces la de China (unos 700 millones), un cambio geoestratégico de primera magnitud.
Personalmente, creo que India experimentará en los próximos diez años una gran caída de los nacimientos (además, la "regla de 85" puede ser algo exagerada en este país, ya que sufre de una menor esperanza de vida). Por ejemplo, estados con políticas sociales más inclusivas, como Kerala, llevan ya muchos años con tasas de fertilidad notablemente por debajo de 2,1 y la experiencia de otros países demuestra que las regiones más atrasadas terminan adoptando las tasas de fertilidad de las regiones más avanzadas. Tomemos por caso a Turquía: la fertilidad empezó bajando en Estambul y las provincias más occidentales, pero en 2020 la tasa de fertilidad del conjunto del país se situaba ya en 1,76. Con 1.112.859 nacimientos en 2020, la "regla de 85" nos dice que la población de Turquía en el largo plazo sería de 94,5 millones, no muy lejos de los actuales 83,6. Pero como la tasa de fertilidad en 2020 fue 1,76, por debajo de 2,1, la "regla de 85" sobreestima la población turca en el largo plazo, que estará más probablemente en unos 80 millones.
El panorama en América es similar al de Asia. Latinoamérica y el Caribe en su conjunto ya tienen una tasa de fertilidad por debajo de 2,1. Con las tendencias actuales, Argentina, Chile y Brasil podrán empezar a perder población en unos diez años, mientras que México y Colombia en unos veinte. Uruguay tendrá crecimiento natural de la población negativo casi seguro en 2021, uniéndose a un club del que ya son miembros Cuba o Barbados. Norte América (Estados Unidos, Canadá y Bermuda) están en una situación similar, con una tasa de fertilidad media ponderada de 1,68, bien por debajo de la de reemplazo.
Hay indicios de que la caída de la fertilidad ha comenzado en África y que, ajustada por su nivel de renta per cápita, es particularmente rápida
La gran excepción, a primera vista, es África, donde la fertilidad sigue siendo muy alta. Pero ya hay indicios de que la caída de la fertilidad ha comenzado en muchos de estos países y que, ajustada por su nivel de renta per cápita, es particularmente rápida. Nuestros vecinos Marruecos o Túnez rondan ya una tasa de fertilidad de 2,1 e incluso en los países subsaharianos los cambios demográficos se empiezan a notar. Cabo Verde es un país pequeño, pero ya ha cruzado la barrera de 2,1. Muchos otros lo seguirán en unos años.
Pero incluso si África mantiene un nivel alto de nacimientos durante varias décadas, no serán suficientes para cambiar el efecto agregado a nivel mundial de la reducción de nacimientos. La tasa de fertilidad mundial en 2019 fue, según el Banco Mundial, 2,403. Mis predicciones, basadas en un trabajo de investigación reciente, indican que esa tasa de fertilidad puede llegar al umbral clave de 2,1 cerca de 2030 y que la población mundial alcanzaría su pico entre 2050 y 2060, para sí empezar a caer a partir de ese momento.
Soy consciente de que esta es una predicción aventurada. Primero, porque la gente toma sus propias decisiones y los que nos dedicamos a las ciencias sociales a menudo no vemos tendencias que, con la distancia, son obvias. Por ejemplo, algunos demógrafos han señalado que la composición de la población mundial puede cambiar rápidamente en las próximas décadas. Hace 50 años no había grandes diferencias en la natalidad en Estados Unidos entre las personas que declaraban ir a algún servicio religioso al menos una vez en semana (los "religiosos") y los que no lo hacían (los "seculares"). Hoy en día, esas diferencias son mucho más pronunciadas. Mientras que la fertilidad de los dos grupos ha caído, la de los "seculares" lo ha hecho mucho más que la de los "religiosos" (a pesar de que los primeros tienen un nivel de renta más alto que los segundos). Por ejemplo (y redondeando), la tasa de fertilidad de los "religiosos" ha pasado de 3 a 2,2 mientras que la de los "seculares" ha pasado de 2,8 a 1,5. Si existe persistencia en las creencias entre padres e hijos (es decir, es más probable que un hijo sea "religioso" si lo son sus padres que si no lo son), estas diferencias de fertilidad supondrán que el grupo "religioso" crecerá como proporción de la población y, con su tamaño, la fertilidad (o al menos la fertilidad caerá menos de lo que nos pensamos).
La población mundial alcanzaría su pico entre 2050 y 2060, para sí empezar a caer a partir de ese momento
Esta posibilidad no es teórica. Ya he señalado que esto está ocurriendo actualmente en Estados Unidos. Solo hay que pasearse por los 'suburbs' (algo equiparable a los barrios residenciales de las grandes ciudades españolas) más "religiosos" de Filadelfia, contar los muchos muchachos jugando en los parques, y compararlos con los parques de los 'suburbs' más "seculares", donde solo hay gente de 30 años haciendo yoga. En Israel, la alta tasa de fertilidad de los grupos judíos y árabes más ortodoxos ha generado cambios en la dinámica política y presupuestaria que se agudizarán en el medio plazo. En India, parte de la razón por la que la fertilidad ha caído más lentamente es porque la población musulmana ha mantenido unos niveles de nacimientos más altos que la hindú. En consecuencia, el porcentaje de población musulmana ha pasado de algo menos del 10% tras la independencia (y partición) a un 15% actualmente. De igual manera, África es un continente más religioso que otras regiones y esto también puede tener efectos sobre la población mundial más importantes que los que considero en este momento.
La segunda razón por la que mi predicción podría no cumplirse es que los gobiernos mundiales ya están reaccionando a esta caída de la fertilidad. En muchos países europeos se han creado programas de ayudas sociales y fiscales a la maternidad, de conciliación laboral y familiar, etc. En algunos casos, como en Chequia, hay cierta evidencia (no concluyente) de que parte de la recuperación de la fertilidad en la última década se debe a estos programas (Chequia tuvo una tasa de fertilidad en 2020 de 1,71, frente al 1,132 de 1999). El gobierno chino, con su típica mano dura, también se ha puesto a ello. En julio se anunció una prohibición de (casi todas) las académicas extraescolares. En China, especialmente en las ciudades, todos los niños acudían horas y horas a las academias extraescolares para mejorar las notas en un mundo de competitividad escolar extrema. Al prohibir las academias, el partido comunista busca que, al poderse ahorrar el coste en dinero y tiempo de llevar a los hijos a las mismas, las parejas se animen a tener más niños. De igual manera, recientemente se ha "invitado" a las industrias cinematográfica y televisiva a "enaltecer" la vida familiar y evitar lo que se considera la corrupción sexual de occidente. Si uno ha visto en los últimos meses el informativo de las 19 horas de CCTV (https://english.cctv.com/), que es el de máxima audiencia, se percatará de que estas órdenes no son muy sutiles.
La tercera gran incógnita sobre mi predicción es la evolución de la mortalidad. La población de un país depende del número de nacimientos y de los años de vida media de cada persona. Incluso cuando los nacimientos caen, la población puede seguir subiendo si la esperanza de vida sube. ¿Cómo evolucionará la mortalidad en las próximas décadas? Nadie lo sabe. Hay indicios de que el crecimiento de la esperanza de vida se estancó en los países más ricos de Europa cerca de 2014, bastante antes de la llegada del covid. Quizás sea como consecuencia de un agotamiento de los avances que puede traer la medicina moderna: por ejemplo, los nuevos tratamientos oncológicos, a menudo, ofrecen frutos muy positivos en cuanto a la calidad de vida de los pacientes, pero muy pequeños de media en lo referido a la esperanza de vida. Quizás sea como consecuencia de hábitos de vida que tienen efectos negativos sobre dicha esperanza de vida (más estrés, mayor número de personas viviendo solas, etc.). Pero estas tendencias pueden cambiar de la noche a la mañana. Recientemente tuve una reunión con uno de los fundadores de Moderna y me argumentaba que la nueva tecnología de ARN mensajero supondrá una revolución médica en decenas de enfermedades durante los próximos años. ¿Tiene razón? No es mi campo de conocimiento, por lo que no puedo aventurar opinión alguna, excepto señalar que sabemos muy poco de por dónde andará la mortalidad en 2060.
Finalmente, país por país, existe un mecanismo de ajuste adicional: los flujos de emigración. En 2020 la población en Corea del Sur siguió creciendo, aunque el incremento natural de la población fue negativo, gracias a la emigración (esto lleva pasando en España desde 2015). Pero hay que tener cuidado con este tema. Primero, porque el planeta tiene emigración neta cero (¡por el momento!): una llegada de personas al país A supone necesariamente una salida de personas del país B igual o mayor (pues, desgraciadamente, hay fallecimientos en el camino). Mi predicción es sobre el total de la población mundial, no sobre dónde viviremos. Segundo, porque los cambios demográficos esbozados anteriormente podrán ser mitigados en parte, pero no totalmente, por la emigración. Y esto será por efectos de demanda y de oferta.
En términos de demanda, porque no hay sistema político que pueda digerir los flujos migratorios necesarios para mantener las poblaciones de ciertos países. Antes he calculado que, al ritmo actual, Corea del Sur pasará de unos 53 a unos 12 millones de habitantes. Si Corea del Sur quiere mantener su población tendría que traer a 39 millones de emigrantes (incluidos sus hijos, quizás ya nacidos en Corea del Sur) y los coreanos "nativos2 caer al 25% de la población. ¿Cree usted que los votantes coreanos van a aceptar convertirse en una pequeña minoría en su propio país? Fíjese que no juzgo esta actitud ni como positiva ni como negativa: los coreanos son los que deben decidir su futuro, no yo. Simplemente me cuesta mucho pensar que un cambio demográfico tan profundo pudiera ser aceptado por el juego político.
En términos de oferta, porque, según vaya cayendo la fertilidad en los países de origen, habrá mucho menos emigrantes potenciales. Miremos el caso de México. El emigrante medio de México a Estados Unidos en 2021 tiene unos 29 años. Por tanto, los mexicanos mudándose a Estados Unidos en 2021 nacieron, de media, en 1992, cuando vinieron al mundo 2.797.397 personas en esta república hispanoamericana. Pero en 2019 (el último año del que tengo datos) solo nacieron 2.092.214 personas, 705.183 menos. Como a la sociedad mexicana le va a resultar mucho más fácil encontrar trabajos a estas cohortes más pequeñas, la emigración a Estados Unidos caerá de manera automática. De hecho, de 2005 a 2018, la emigración neta de México a Estados Unidos (legal e ilegal) fue ya aproximadamente cero. Como muchos emigrantes regresan a sus países de origen al hacerse mayores (o mejorar las condiciones laborales locales), es incluso probable que, con la caída de la fertilidad en el país azteca, la emigración neta de México a Estados Unidos sea negativa en la próxima década: esto es, habrá más mexicanos volviendo a casa que migrando a Estados Unidos. La presión migratoria sobre Estados Unidos ahora proviene de países como Honduras o Guatemala, naciones donde ya empiezan a caer los nacimientos y que, por tanto, generarán menos emigrantes en el medio plazo.
Espero, con los párrafos anteriores, haberle convencido, querido lector, de que el futuro demográfico de la población mundial es inusitado. No solo está cayendo la fertilidad, sino que lo está haciendo más deprisa de lo que yo hubiese pensado hace diez años. Sinceramente, jamás imaginé que Tailandia tendría un crecimiento natural negativo en 2021 (como ha tenido de enero a agosto) o que Arabia Saudí presentase ya una tasa de fertilidad por debajo de la de reemplazo. Las consecuencias políticas, sociales y económicas serán tremendas, algunas positivas, otras negativas. En unas semanas intentaré esbozar las que más me inquietan.
Si usted tiene menos de 50 años será probablemente testigo, en unas tres o cuatro décadas, de algo que ningún ser humano ha visto en los últimos 60.000 años: una caída sistemática y prolongada de la población humana. Este descenso no será consecuencia de una epidemia o del cambio climático (aunque estos fenómenos puedan agudizar la transformación demográfica), sino del colapso de la fertilidad en casi todo el planeta. Y, sí, empleo la palabra "colapso" sin exagerar.