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La destrucción de la economía venezolana, en siete datos
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Juan Ramón Rallo

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La destrucción de la economía venezolana, en siete datos

El chavismo es un fracaso tan palmario en todos los órdenes que debería ser rechazado por todas las ideologías que pretendan incrementar el bienestar de los ciudadanos

Foto: Un hombre manipula billetes de bolívares en Caracas (Venezuela). (EFE)
Un hombre manipula billetes de bolívares en Caracas (Venezuela). (EFE)
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Que el chavismo ha destrozado la sociedad y la economía venezolana es algo que a estas alturas resulta suficientemente conocido. Sin embargo, es muy posible que no seamos conscientes de hasta qué punto lo ha hecho. Sin exageración alguna, nos encontramos ante uno de los mayores colapsos de la historia de la humanidad. Bastarán siete datos para ilustrarlo.

Primero, la renta per cápita de Venezuela se ha hundido más de un 75% desde 2013, hasta el punto de retroceder a los niveles de la década de los cuarenta. Es decir, que en poco más de un lustro, Venezuela ha retrocedido 80 años.

placeholder Renta per cápita en Venezuela.
Renta per cápita en Venezuela.

Quizá se piense, empero, que la renta per cápita no mide adecuadamente la calidad de vida de un país porque puede estar otorgando valor a elementos secundarios al tiempo que deja de lado, o no resalta lo suficiente, aquellas cuestiones realmente cruciales para una buena vida (ese es, en esencia, el mal argumento del último libro de Mariana Mazzucato). Por eso acaso conviniera recurrir a otros indicadores más cualitativos. Pero tampoco.

Así, en segundo lugar, la última Encovi de 2019 halló que el 96% de la población venezolana vive en situación de pobreza, definida como unos niveles de ingresos que no alcanzan para adquirir dos veces el equivalente a 2.200 calorías diarias; al tiempo, el 80% de la población se encuentra en pobreza extrema, lo que significa que ni siquiera son capaces de comprar el equivalente a 2.200 calorías diarias.

Foto: El presidente venezolano, Nicolás Maduro, vota en un centro de Caracas. (EFE)

Tercero, y justamente por lo anterior, el 93% de los ciudadanos también manifiesta su preocupación por el suministro de alimentos: de hecho, el 30% de los menores de edad en Venezuela sufre de desnutrición crónica (el mayor porcentaje de toda Hispanoamérica).

Cuarto, el 90% de los hogares en Venezuela sufre de cortes en el suministro eléctrico. Esta intermitencia no solo es padecida por las familias en sus domicilios, sino también por las empresas y los hospitales, impidiendo el desarrollo normal de sus actividades. Imaginemos, por ejemplo, qué supone un quirófano o un respirador sin una provisión eléctrica regular.

Quinto, el empobrecimiento generalizado no solo se ha reflejado en la economía real, sino que la economía financiera también ha quedado totalmente desolada. La inflación acumulada desde que Chávez llegó al poder es del 1.337.321.482.767%, lo que significa que el bolívar ha perdido el 99,9999992% de su valor. O dicho de otra manera, un venezolano que poseyera 1.000 millones de bolívares en 1998 tendría actualmente un poder adquisitivo equivalente a 7,5 bolívares.

placeholder Valor del bolívar.
Valor del bolívar.

Sexto, el cataclismo económico y social del país ha provocado el mayor éxodo de la historia de Hispanoamérica: de acuerdo con Acnur, 5,5 millones de venezolanos han buscado refugio en otras zonas del planeta. Una cifra que se va acercando a los 6,6 millones que escaparon de la guerra de Siria. O expresado de otra manera: el chavismo ha provocado efectos similares a los de una guerra porque, en el fondo, el régimen chavista equivale a una declaración de guerra permanente contra su población.

Foto: EC.

Y séptimo, quienes pudieran querer consolarse pensando que toda la ruina previa habrá conllevado, al menos, una mejoría de la distribución de la renta en Venezuela se equivocan: durante los últimos años, la desigualdad en Venezuela se ha disparado hasta un índice de Gini de 0,51 (aunque algunas estimaciones lo ubican en un histórico 0,7). Es decir, Venezuela es hoy más desigual que el Congo, Zimbabue, Haití, Guatemala o Colombia. El chavismo ni siquiera ha sido capaz de distribuir igualitariamente la miseria que ha perpetrado.

En definitiva, este es el desastre histórico que una parte de la izquierda española insiste en blanquear y disculpar: como si la autocracia bolivariana constituyera un ejemplo de algo para alguien. El chavismo es un fracaso tan palmario e incontestable en todos los órdenes que debería ser rechazado universalmente por todas las ideologías que pretendan incrementar el bienestar de los ciudadanos. ¿Cuál es la razón por la que tantos fanáticos —algunos ocupando sillones ministeriales en el Gobierno de España— siguen excusándolo? Se me escapa, pero en todo caso, habrá que calificarlos como lo que son: cómplices.

Que el chavismo ha destrozado la sociedad y la economía venezolana es algo que a estas alturas resulta suficientemente conocido. Sin embargo, es muy posible que no seamos conscientes de hasta qué punto lo ha hecho. Sin exageración alguna, nos encontramos ante uno de los mayores colapsos de la historia de la humanidad. Bastarán siete datos para ilustrarlo.

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