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Vacunación: un fiasco europeo
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Juan Ramón Rallo

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Vacunación: un fiasco europeo

La incompetencia negociadora de la Comisión Europea nos ha hecho perder un tiempo crucial para acelerar la vacunación

Foto: La vacuna. (EFE)
La vacuna. (EFE)
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Después de un arranque deplorable en el ritmo de vacunación, España ya ha acompasado las dosis administradas a las dosis disponibles: la práctica totalidad de autonomías ha empleado más del 90% de todas las que les han sido entregadas. Eso no significa, ni mucho menos, que estemos avanzando a un ritmo satisfactorio: un mes después de que las autoridades comenzaran a vacunar, apenas se han administrado 1,29 millones de dosis: 1,26 millones de Pfizer-BioNTech y 25.000 de Moderna. Al ritmo actual, España necesitaría casi dos años para vacunar en doble dosis, e inmunizar, a la población con mayor riesgo frente al patógeno: y en vacunar al total de la población, tardaríamos seis años.

En la actualidad, el corsé que nos impide acelerar la vacunación se halla en la disponibilidad de vacunas: Pfizer-BioNTech nos suministran 350.000 unidades a la semana y Moderna pretende llegar a unas 100.000 semanales (si bien a un ritmo irregular). En total, España confía en recibir a lo largo de este ejercicio 30 millones de dosis de Pfizer y 15 millones de Moderna: insuficientes siquiera para vacunar a toda la población con una sola dosis. Además, la mayor parte de las mismas llegará, con suerte, durante el segundo semestre de este año.

La gran esperanza de nuestro país estaba puesta en los 30 millones de dosis que también hemos adquirido de la vacuna de Oxford-AstraZeneca, dado que tres millones iban a ser entregados tan pronto como el fármaco estuviese aprobado por la Agencia Europea del Medicamento. Sin embargo, la propia compañía acaba de anunciar que no podrá entregar las vacunas hasta el segundo trimestre de este año, lo cual nos deja con muy pocas dosis disponibles para este primer trimestre (recordemos que Israel espera completar la vacunación de su población en marzo).

placeholder Videoconferencia europea sobre las vacunas. (Reuters)
Videoconferencia europea sobre las vacunas. (Reuters)

Aunque podría resultar tentador echarle la culpa al Gobierno por la mala planificación en la adquisición de vacunas, lo cierto es que en este caso la responsabilidad reside en la Comisión Europea. Fue Bruselas quien negoció en nombre de los distintos Estados miembros la compra de los fármacos. Y lo hizo con una torpeza más que notable.

Sobre el papel, las cifras no parecen malas. Para una población de 450 millones de personas, la UE solo ha adquirido 750 millones de dosis de las vacunas que están actualmente aprobadas (600 de Pfizer-BioNTech y 160 de Moderna). A su vez, hay que añadir los 400 millones que ha comprado de Oxford-AstraZeneca. Es decir, la UE se ha asegurado vacunas equivalentes al 250% de su población, más que suficientes para administrar dos dosis a todos sus ciudadanos. Pero lo importante no es solo la cantidad total de vacunas adquiridas, sino los plazos en que estas van a llegar. Y, como ya hemos visto, el grueso de las mismas se concentrará —si no hay nuevos retrasos— en la segunda mitad de 2021.

La razón de esta tardanza en recibir las dosis reside en la propia lentitud de la Unión Europea para cerrar los contratos de compra: la Unión Europea firmó un primer acuerdo, por 300 millones de dosis, con Pfizer-BioNTech el 11 de noviembre de 2020, y un segundo acuerdo por otros 300 millones el 8 de enero de 2021. En comparación, EEUU suscribió un acuerdo con Pfizer para recibir hasta 600 millones de dosis el 22 de julio de 2020, y Reino Unido, uno para adquirir 30 millones (posteriormente ampliado a 40) el 20 de julio. Es decir, ambos países encargaron las vacunas cuatro meses antes que la UE.

Algo similar sucedió con Moderna: mientras que la UE contrató 160 millones de dosis con Moderna el 25 de noviembre, EEUU adquirió hasta 400 millones de dosis el 11 de agosto, y Reino Unido cinco millones (ampliados hasta 17 con posterioridad) el 17 de noviembre. Solo con el fármaco de Oxford-AstraZeneca fuimos algo más veloces: el 27 de agosto adquirimos hasta 400 millones de unidades. Pero incluso aquí nos pasaron por delante: EEUU compró 300 millones de dosis el 20 de mayo y Reino Unido, hasta 100 millones el 20 de julio.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Las farmacéuticas atienden los pedidos por orden de llegada y nosotros fuimos los últimos. De ahí que actualmente la disponibilidad de vacunas en EEUU y Reino Unido sea muy superior a la de la Unión Europea: mientras que España apenas ha administrado dosis equivalentes al 2,76% de su población (y somos de los mejores de la UE), EEUU ya va por el 7,1% y Reino Unido por el 10,8%. De hecho, Reino Unido planea administrar 384.000 dosis diarias, si bien de momento va a un ritmo de 300.000 diarias. Ajustando por población, sería el equivalente a que nosotros aspiráramos a administrar 270.000 dosis al día, cuando por ahora, vacunando cinco días a la semana, solo podríamos alcanzar las 90.000 (un tercio de Reino Unido).

Acaso se piense que EEUU tuvo ventajas a la hora de negociar con Moderna y Pfizer, y Reino Unido con AstraZeneca, por su nacionalidad, pero no olvidemos que BioNTech es alemana y, lo que es mucho más grave, Pfizer-BioNTech ofreció a la Comisión Europea un contrato de 500 millones de dosis en julio de 2020… pero la Comisión lo rechazó porque las vacunas eran demasiado caras.

La incompetencia negociadora de la Comisión Europea nos ha hecho perder un tiempo crucial para acelerar la vacunación

Precisamente ahí parece haber residido el problema: la Comisión ha priorizado negociar un precio bajo por las vacunas aun a costa de retrasar el suministro. Así, el precio pagado por la vacuna de Pfizer-BioNTech es un 24% inferior al que abonó EEUU; en el caso de la de Oxford-AstraZeneca, la brecha es del 45%. Ya sea por una malentendida austeridad (dudoso, en medio de un ejercicio con tantísimo endeudamiento público como el actual) o ya sea (más probablemente) por evitar que unas pocas grandes farmacéuticas se forraran a costa del presupuesto comunitario, estamos al final de la cola del suministro de fármacos entre los grandes países.

La incompetencia negociadora de la Comisión Europea nos ha hecho perder un tiempo crucial para acelerar la vacunación. En medio de una tercera ola ya desbocada (y con riesgos de que se produzcan otras nuevas olas antes de que alcancemos la inmunidad grupal a través de las vacunas), no es posible minimizar el daño humano y económico que ello provocará. Lo que se nos ha vendido como un éxito de la unidad y la solidaridad europeas —el que todos los países hayamos decidido delegar en la Comisión la contratación de los fármacos— ha constituido, en realidad, uno de los más dolorosos fiascos. Al menos en este caso concreto, seguro que Reino Unido celebra el Brexit.

Después de un arranque deplorable en el ritmo de vacunación, España ya ha acompasado las dosis administradas a las dosis disponibles: la práctica totalidad de autonomías ha empleado más del 90% de todas las que les han sido entregadas. Eso no significa, ni mucho menos, que estemos avanzando a un ritmo satisfactorio: un mes después de que las autoridades comenzaran a vacunar, apenas se han administrado 1,29 millones de dosis: 1,26 millones de Pfizer-BioNTech y 25.000 de Moderna. Al ritmo actual, España necesitaría casi dos años para vacunar en doble dosis, e inmunizar, a la población con mayor riesgo frente al patógeno: y en vacunar al total de la población, tardaríamos seis años.

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