Laissez faire
Por
¿Funcionará el cheque bebé de Ayuso?
No solo es una medida antiliberal sino también probablemente ineficaz. En lugar de haber enarbolado la bajada de impuestos, ha preferido apostar por la redistribución democristiana
La medida estrella de Isabel Díaz Ayuso en su discurso de investidura fue el cheque bebé: una paga (¿paguita?) de 14.500 euros —distribuida en 29 mensualidades de 500 euros desde el quinto mes de embarazo hasta los dos años de edad del menor— que se entregará por cada hijo que tengan a aquellas mujeres menores de 30 años, que lleven empadronadas al menos una década en Madrid y que cuenten con unos ingresos familiares inferiores a 30.000 euros anuales.
Huelga decir que se trata de una política frontalmente antiliberal. No porque sea antiliberal preocuparse por la natalidad en nuestro país, sino por los medios que se pretenden utilizar para promoverla: meter la mano en el bolsillo a los ciudadanos para dar dinero a otras personas con el objetivo de persuadirlas de que sean madres. Aun reconociendo que el problema de la natalidad en Occidente es un problema importante y que no conoce de soluciones mágicas (ningún país occidental, salvo Israel, alcanza la tasa de reemplazo demográfico), existen otras políticas liberales de carácter pronatalista muy preferibles a la anterior: liberalizar el mercado inmobiliario (para abaratar el precio de la vivienda que tanto dificulta la emancipación de familias jóvenes), liberalizar el mercado laboral (para facilitar la generación de empleo estable y de calidad que otorgue previsibilidad de ingresos a los jóvenes), liberalizar las barreras migratorias (salvo que el objetivo político sea fomentar la natalidad autóctona) o liberalizar ciertas técnicas reproductivas como la gestación subrogada (que también permite a muchas parejas ser padres).
Pero más allá de las consideraciones morales, conviene plantearse si esta medida será eficaz a la hora de conseguir su objetivo —promover la natalidad— o si se tratará, por el contrario, de otro despilfarro del dinero del contribuyente para mayor gloria propagandística del político de turno. Empecemos acudiendo a las estadísticas de fecundidad del Instituto Nacional de Estadística. ¿Qué razones llevan a las mujeres por debajo de 30 años a no haber tenido todavía hijos?
La principal es considerar que todavía son demasiado jóvenes (48%); en segundo lugar, el deseo de seguir estudiando (13%); en tercer lugar, no haber encontrado una pareja adecuada (10%); en cuarto lugar, no querer ser madre (8,4%), y ya en quinto lugar, las razones económicas (8,3%). Es decir, solo un 8,3% de las mujeres por debajo de 30 años no han tenido hijos por motivos monetarios: solo a ellas se dirige, en principio, la propuesta de Ayuso.
¿Y cuánto es el 8,3% de las mujeres por debajo de 30 años? Pues poco más de 200.000 en toda España, de modo que apenas estaremos hablando de unas 30.000 en Madrid, lo que, aplicando las restantes restricciones para cualificar a la ayuda (renta y empadronamiento), probablemente reduzca el número de potenciales beneficiarias que podrían sentirse interpeladas por esta medida a las 20.000 o 15.000.
Las transferencias monetarias incentivan a la gente a tener hijos
Claro que también cabría pensar que otras mujeres que no han dejado de tener hijos por razones económicas podrían sentirse atraídas por la medida de Ayuso y lanzarse a incrementar la natalidad en Madrid. De ahí que convenga analizar la evidencia internacional que existe respecto a la eficacia de este tipo de cheques bebé para enjuiciar más rigurosamente la propuesta. En este sentido, y a pesar de que el número de estudios no es muy numeroso, parece que el efecto de esta clase de políticas es más bien adelantar la fecha en que se tienen hijos, pero no tanto incrementar el número de hijos que se tienen. Tal como indican Tomáš Sobotka, Anna Matysiak y Zuzanna Brzozowska en esta revisión de la literatura sobre políticas pronatalidad.
Pocos estudios han estudiado la influencia de las transferencias monetarias a largo plazo sobre la decisión de mujeres y hombres de tener más hijos de los que alternativamente habrían tenido. Ahora bien, las investigaciones que sí lo han hecho muestran que los efectos a largo plazo de estas políticas son muy pequeños (si es que llegan a existir). Las transferencias monetarias normalmente incentivan a la gente a tener sus hijos antes de lo que pensaban, pero no suelen incentivarles a tener más hijos de los que pensaban tener. En su estudio de 18 países de la OCDE, Luci-Greulich y Thévenon (2013) estimaron que, por cada incremento equivalente a un punto del PIB en transferencias monetarias, la tasa de fertilidad apenas se incrementaba en un 0,02%. Asimismo, Kalwij (2010) no encontró ningún tipo de efecto de las transferencias monetarias sobre la fertilidad en Europa occidental, y Baizán (2016) solo halló un efecto positivo entre las personas de educación superior.
En definitiva, la propuesta de Ayuso no solo es una medida antiliberal sino también probablemente ineficaz. En lugar de haber enarbolado la bajada de impuestos como su estandarte político durante el discurso de investidura, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha preferido apostar por la redistribución democristiana de la renta. Los comportamientos políticos siempre han sido más definitorios que las grandilocuentes apelaciones a la libertad.
La medida estrella de Isabel Díaz Ayuso en su discurso de investidura fue el cheque bebé: una paga (¿paguita?) de 14.500 euros —distribuida en 29 mensualidades de 500 euros desde el quinto mes de embarazo hasta los dos años de edad del menor— que se entregará por cada hijo que tengan a aquellas mujeres menores de 30 años, que lleven empadronadas al menos una década en Madrid y que cuenten con unos ingresos familiares inferiores a 30.000 euros anuales.