Laissez faire
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Recorte o recorte para los 'baby boomers'
Trabajar durante más años también implica un ajuste a la baja en las pensiones, puesto que estas se cobrarán durante menos años. Por tanto, recorte o recorte
Lo explicábamos en nuestro anterior artículo en estas mismas páginas: incluso bajo los supuestos demográficos y sociales más optimistas (10 millones de nuevos inmigrantes, repunte de la tasa de natalidad, aumento de la tasa de actividad, reducción histórica de la tasa de paro y aceptación amplia del retraso voluntario de la edad de jubilación), las cuentas de la Seguridad Social solo podrán cuadrarse a lo largo de los próximos 30 años si se aplica algún tipo de recorte adicional a la generación del 'baby boom'.
Hasta el momento, el recorte que estaba diseñado para ellos era el llamado factor de sostenibilidad de las pensiones: por cada año que aumentaba la esperanza de vida de los nuevos pensionistas, se recortaban los ingresos de los nuevos entrantes en alrededor de un 5%. La lógica de esta medida, aparte de contener el gasto del conjunto del sistema, era la de mantener una cierta equidad intergeneracional: si un pensionista A vive durante 20 años cobrando una pensión anual de 10.000 euros, a lo largo de su vida como pensionista habrá recibido 200.000 euros; en cambio, si un pensionista B vive 21 años con una pensión anual de 10.000 euros, habrá recibido 210.000. No parece demasiado equitativo: habiendo cotizado lo mismo, el A obtendrá una menor contraprestación que el B. En cambio, si al pensionista B —que vive, en promedio, 21 años—, se le baja la pensión hasta 9.523 euros anuales, tanto A y B obtendrán 200.000 euros a lo largo de su vida como pensionistas.
El Gobierno PSOE-Podemos decidió cargarse este factor de sostenibilidad solo para reintroducirlo próximamente con el nombre de factor de equidad intergeneracional. Es lo que ha reconocido hoy en público —si bien venía hablándose desde hacía meses— el ministro Escrivá: “Los 'baby boomers' podrán elegir entre un ajuste pequeño de su pensión o podrán trabajar algo más”. Nótese que la disyuntiva es, en realidad, falsa: trabajar durante más años también implica un ajuste a la baja en las pensiones, puesto que estas se cobrarán durante menos años. Por tanto, recorte o recorte.
Pero ¿por qué motivo se deroga el factor de sostenibilidad (de la reforma del PP de 2013) para reemplazarlo por su mellizo el factor de equidad intergeneracional? Pues por dos razones. Primera, para poder proclamar a los cuatro vientos que el Gobierno progresista de PSOE-Podemos ha derogado íntegramente la reforma del PP; y, segundo, para retrasar la entrada en vigor del factor de sostenibilidad, la cual estaba prevista para 2023 y que ahora, en su forma de factor de equidad intergeneracional, se deja para 2027 (es decir, pasadas las próximas elecciones generales y acaso también las siguientes).
A este respecto la irresponsabilidad es doble. Por un lado, al desvincular políticamente la negociación de reindexar las pensiones al IPC y la del factor de equidad intergeneracional nos arriesgamos a que los sindicatos acepten gustosamente ahora la reindexación y que, en cambio, se opongan en el futuro al factor de equidad intergeneracional. ¿Para qué tragar con la hiel si la hemos independizado de obtener la miel? Por otro, como se ha derogado por entero la reforma de 2013 y por tanto también el índice de revalorización de las pensiones, ya no existe ningún ajuste automático que ajuste las cuentas de la Seguridad Social al margen del equilibrismo de las negociaciones políticas. Con el índice de revalorización de las pensiones en vigor, por ejemplo, aun cuando Gobierno, sindicatos y patronal no llegaran a un acuerdo para establecer el factor de equidad intergeneracional, el déficit del sistema seguiría corrigiéndose por la vía de congelar automáticamente las pensiones durante más tiempo (y, a la inversa, si se llegara a un acuerdo, no sería necesario congelar durante tanto tiempo las pensiones).
En definitiva, la sostenibilidad financiera de la Seguridad Social está lejos de haberse solucionado. El Ejecutivo lo ha fiado “casi” todo a factores externos que no controla (inmigración, natalidad o alargamiento voluntario de la jubilación) y el “casi” lo ha aplazado a una negociación política que perfectamente puede naufragar. Ha sembrado el caos esperando que los astros se alineen generando orden por sí solos.
Lo explicábamos en nuestro anterior artículo en estas mismas páginas: incluso bajo los supuestos demográficos y sociales más optimistas (10 millones de nuevos inmigrantes, repunte de la tasa de natalidad, aumento de la tasa de actividad, reducción histórica de la tasa de paro y aceptación amplia del retraso voluntario de la edad de jubilación), las cuentas de la Seguridad Social solo podrán cuadrarse a lo largo de los próximos 30 años si se aplica algún tipo de recorte adicional a la generación del 'baby boom'.
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