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Frenazo económico de China
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Juan Ramón Rallo

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Frenazo económico de China

El PIB chino apenas aumentó un 0,2% respecto al trimestre anterior, lo que equivale a una tasa anualizada del 0,82%. Es decir, a efectos prácticos, China dejó de crecer

Foto: Imagen de Julien Tromeur en Pixabay.
Imagen de Julien Tromeur en Pixabay.

La economía china experimentó un frenazo histórico durante el tercer trimestre de este año. Aunque los medios de comunicación han preferido concentrarse en su tasa de crecimiento interanual, que marcó un decente 4,9% (si bien con una fuerte caída desde el 7,9% del segundo trimestre), el dato realmente relevante es el de crecimiento intertrimestral: su producto interior bruto apenas aumentó un 0,2% respecto al trimestre anterior, lo que apenas equivale a una tasa anualizada del 0,82%. Es decir, que a efectos prácticos China dejó de crecer entre julio y septiembre.

A este respecto, recordemos que, antes de la pandemia, su economía se expandía a una tasa intertrimestral que, entre 2011 y 2019, promedió el 1,75%, esto es, casi nueve veces más que entre julio y septiembre de este 2021 (un 1,75% intertrimestral equivale a una tasa anualizada del 10,7%). Asimismo, el crecimiento acumulado durante estos nueve primeros meses del año tan solo asciende al 1,9%, de modo que es perfectamente imaginable que el gigante asiático ni siquiera crezca un 3% durante este ejercicio. Que una economía desarrollada crezca al 3% no sería un mal dato: que una economía en vías de desarrollo como China apenas se expanda al 3% denota problemas mucho más de fondo. ¿Y cuáles son esos problemas de fondo?

Foto: El China Evergrande Centre, en Hong Kong. (Reuters)

Por un lado, China está inmersa en una crisis energética derivada de haber suspendido sus importaciones de carbón desde Australia (como represalia contra la petición del Gobierno australiano de investigar el origen del coronavirus en el país asiático) y de haber recortado sus inversiones internas en minería para supuestamente ir reduciendo sus emisiones de CO₂. La disminución de la oferta efectiva de carbón ha encarecido su precio y, habida cuenta de que este combustible fósil sigue proporcionando el 60% de electricidad del país, también debería haber encarecido el precio de esa electricidad: pero hete aquí que el Gobierno comunista optó por establecer un control de precios sobre la misma, lo que ha llevado a las centrales de carbón a reducir su generación (si los 'inputs' se encarecen, pero los 'outputs' no, los márgenes se reducen tanto que muchas centrales prefieren no vender). Un suministro decreciente a precios congelados da lugar a desabastecimientos que, en el mercado eléctrico, se materializan en apagones. ¿Y quiénes están sufriendo especialmente esos apagones? No las familias, sino las empresas: el Gobierno chino ha ordenado a gran parte de la industria del país que suspenda intermitentemente su actividad (durante los picos de demanda eléctrica), lo que obviamente ha contribuido a que se hunda el valor añadido bruto de la industria.

Foto: Foto: Reuters. Opinión
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Por otro lado, China también está inmersa en una profunda reestructuración de su sector de la construcción (el cual copa cerca del 30% de su PIB). Los problemas de Evergrande son solo la punta del iceberg de una burbuja mucho mayor sufragada durante años por el endeudamiento privado. La burbuja parece que ya ha empezado a pinchar, y eso está lógicamente paralizando las inversiones en este sector, lo que ha contribuido a contraer el valor añadido bruto de la construcción.

Así pues, la economía china se ha resentido por ambas vías —parálisis de la industria y contracción de la construcción—. La crisis energética puede tener, en principio, una cura más sencilla y rápida que la del sector de la construcción: bastaría con levantar el embargo a la importación de carbón desde Australia y con incrementar su producción interna (aunque el encarecimiento global de los 'inputs' energéticos limita las ganancias al respecto). La reestructuración del sector de la construcción, con todo, tardará más tiempo en completarse (incluso al margen de si tiene implicaciones financieras más problemáticas). Además, también debemos considerar que la actual pujanza del sector exportador se verá moderada en los próximos trimestres conforme el crecimiento de Occidente comience a ralentizarse y, por tanto, haya menos apetito por las importaciones chinas.

Foto: Grúas de construcción en la 'Ciudad Cultural del Turismo' de Evergrande. (Reuters)

Aunque todavía es pronto para afirmarlo, bien podríamos estar a las puertas de un hecho inédito en los últimos 30 años: el frenazo económico de China. Un escenario de consecuencias imprevisibles, tanto desde un punto de vista económico como geopolítico.

La economía china experimentó un frenazo histórico durante el tercer trimestre de este año. Aunque los medios de comunicación han preferido concentrarse en su tasa de crecimiento interanual, que marcó un decente 4,9% (si bien con una fuerte caída desde el 7,9% del segundo trimestre), el dato realmente relevante es el de crecimiento intertrimestral: su producto interior bruto apenas aumentó un 0,2% respecto al trimestre anterior, lo que apenas equivale a una tasa anualizada del 0,82%. Es decir, que a efectos prácticos China dejó de crecer entre julio y septiembre.

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