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¿Cómo está afectando la inflación a Mercadona y el resto de la distribución?
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Juan Ramón Rallo

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¿Cómo está afectando la inflación a Mercadona y el resto de la distribución?

De momento, la mayor parte de la inflación no está siendo repercutida a los consumidores y, por tanto, se está cargando contra el margen de beneficios del sector de la distribución

Foto: Vista general del supermercado de Mercadona en la ciudad lusa de Campanha. (EFE)
Vista general del supermercado de Mercadona en la ciudad lusa de Campanha. (EFE)

El IPC español aumentó en octubre un 5,5% interanual: se trata de la subida más elevada desde 1992 y una que, como ya explicamos, podría terminar socavando los cimientos de la recuperación. De momento, parecería que la situación todavía no es crítica porque, aun cuando el IPC general crezca a ese 5,5%, descontando el componente energético apenas estamos experimentando una inflación subyacente del 1,4%.

Ahora bien, si esta elevada inflación persiste durante más meses, inevitablemente terminaremos sufriendo efectos de segunda ronda: a saber, cada vez más agentes económicos —que de momento están sufriendo en sus carnes el sobrecoste inflacionista— comenzarán a trasladarlo a los precios de venta de sus mercancías. Ya tuvimos ocasión de efectuar este razonamiento con respecto a los trabajadores: los salarios regulados por convenio apenas van a crecer este año alrededor de un 1,5%, de modo que una inflación del 5,5% equivaldrá a un recorte real cercano al 4%. Si esta situación persiste, ¿cuánto tiempo resistirán los trabajadores sin exigir (comprensiblemente) incrementos salariales que realimenten una espiral precios-salarios?

Foto: Foto: iStock.

Y lo mismo que decimos sobre los trabajadores podemos decirlo de las empresas y, más en particular, del sector de la distribución (sector que entra especialmente en contacto con los trabajadores). Si observamos el IPC de los alimentos y de las bebidas no alcohólicas, comprobaremos que hasta octubre apenas se había incrementado interanualmente en un 1,6%. Por ese canal, pues, todavía no ha empezado a golpear la inflación.

Pero no pensemos que la distribución se abstiene de subir precios porque sus costes no se estén encareciendo. Si acudimos al Índice de Precios Industriales descubriremos que muchos de sus aprovisionamientos ya están aumentando por encima del 1,6% al que, en promedio, han subido los precios de venta a los consumidores. Por ejemplo, y hasta el mes de septiembre: pescados, crustáceos y moluscos (2,1%), frutas y hortalizas (1,8%), aceites y grasas vegetales y animales (39,9%), molinería, almidones y productos amiláceos (10,5%), cacao, chocolate y productos de confitería (3%), especias, salsas y condimentos (7,2%), preparados alimenticios homogeneizados y alimentos dietéticos (7,7%) y otros (2,8%). Solo los siguientes productos se han encarecido por debajo del 1,6%: carne y elaboración de productos cárnicos (0,6%), productos lácteos (0,7%), panadería y pastas alimenticias (1,2%), azúcar (0,8%) o café, té e infusiones (0,2%). Además, tengamos en cuenta que otros costes distintos del aprovisionamiento también les están subiendo: en especial, carburantes y combustibles (21,2%), los envases y embalajes de papel y cartón (7,3%) o los envases y embalajes de plástico (un 8,4%).

Foto: La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño. (EFE)

De momento, la mayor parte de esos sobrecostes no está siendo repercutida a los consumidores y, por tanto, se está cargando contra el margen de beneficios de la distribución. De ahí que el deterioro de ganancias que ha de estar experimentando el conjunto del sector no pueda ser menor. Dado que Mercadona constituye la cuarta parte del negocio de la distribución en España y sus cuentas son públicas, podemos tratar de estimar el perjuicio que, hasta la fecha, pueden estar soportando el conjunto de empresas del ramo.

En 2020, Mercadona ingresó 24.600 millones de euros con unos gastos de aprovisionamiento de 18.100 millones y otros gastos de explotación de 1.800 millones (dejamos fuera el resto de gastos, como los de personal, porque no serán relevantes en esta operación). Si Mercadona mantuviera el mismo volumen de ventas y se hubiese limitado a subir, en promedio, sus precios un 1,6%, sus ingresos habrían aumentado en casi 400 millones de euros. Ahora bien, si sus aprovisionamientos se estuviesen encareciendo en un 3% y sus otros gastos de explotación en un 12% (dado que no conocemos detalladamente la estructura de gastos de Mercadona solo podemos conjeturar sobre estos porcentajes), sus gastos aumentarían en 760 millones de euros, de modo que su beneficio se contraería en 360 millones de euros (lo que implicaría un descenso del 40% sobre su resultado de 2020). Pero es que si los aprovisionamientos se estuviesen encareciendo en un 4% y los otros gastos de explotación en un 14%, los gastos de la compañía estarían expandiéndose en 975 millones de euros, de modo que su beneficio neto se contraería en 575 millones de euros (el 63% de sus ganancias netas en 2020).

Foto: Foto: Reuters.

Si extrapolamos esos mismos datos al conjunto del sector de la distribución, estaríamos hablando de que, si semejante comprensión del margen se mantuviera inalterado durante un año entero, estas compañías perderían entre 1.500 y 2.400 millones de euros en beneficios. Parece claro que la situación no podrá permanecer indefinidamente así y que, si no hay una corrección próxima en sus costes, estos terminarán trasladándose en mayor o menor medida a los consumidores. Todo lo cual cebaría esos tan temidos efectos de segunda ronda que contribuirían a enquistar la inflación (a menos que el Banco Central Europeo y los gobiernos europeos emprendan una política de contracción del gasto que mantuviera a raya la inflación a costa de dañar las perspectivas de crecimiento).

De momento, solo queda agradecer que muchos agentes económicos, como los trabajadores o el sector de la distribución, estén absorbiendo en sus carnes el rejonazo inflacionista. Pero no creamos que esta fortuna nos acompañará para siempre.

El IPC español aumentó en octubre un 5,5% interanual: se trata de la subida más elevada desde 1992 y una que, como ya explicamos, podría terminar socavando los cimientos de la recuperación. De momento, parecería que la situación todavía no es crítica porque, aun cuando el IPC general crezca a ese 5,5%, descontando el componente energético apenas estamos experimentando una inflación subyacente del 1,4%.

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