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¿El principio del fin de la inflación?
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Juan Ramón Rallo

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¿El principio del fin de la inflación?

Aunque la tasa de inflación general ha mostrado signos de moderación en diciembre, es muy prematuro concluir que estamos asistiendo al principio del fin de esta oleada inflacionista

Foto: Foto: Pixabay/Steve Buissinne.
Foto: Pixabay/Steve Buissinne.

La inflación en EEUU cerró 2021 en una tasa interanual del 7%, la más elevada de los últimos 40 años. El dato, harto negativo en aislado, fue, sin embargo, recibido con un cauto optimismo por parte de algunos economistas dado que podría estar señalando el fin del estallido inflacionista que ha azotado los mercados durante los últimos meses. A su juicio, este 7% podría ser un dato positivo debido a cuatro razones.

En primer lugar, no hubo una desviación con respecto a las expectativas: la mayoría de analistas esperaban que la inflación cerrara el año en el 7% y finalmente así fue. En segundo lugar, se trata de un aumento de apenas dos décimas: desde el 6,8% de noviembre al 7% (en octubre aumentó casi un punto y en noviembre alrededor de medio punto). Tercero, la tasa de inflación intermensual cayó hasta el 0,5% frente al 1% en que llegó a ubicarse en octubre: es más, los precios de la energía incluso se redujeron intermensualmente. Y cuarto, de momento los salarios no están incrementándose por encima de la inflación, de modo que no estamos asistiendo a una clásica espiral precios-salarios. En conjunto, parece que el recalentamiento de precios se está enfriando. No obstante, permítanme ofrecer algunos contrapuntos para no descorchar prematuramente el cava.

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Primero, la inflación estadounidense ya ha mostrado antes un amago de moderación y, por tanto, de esperanza que posteriormente se mostró engañoso: entre junio y agosto, la tasa intermensual cayó del 0,9% al 0,3% y la tasa interanual llegó a descender desde el 5,3% al 5,2%. Segundo, una inflación intermensual del 0,5%, por mucho que suponga un descenso con respecto a octubre y noviembre, no es un buen dato: si se mantuviera así durante 12 meses, implicaría una tasa de inflación interanual del 5,6%. Tercero, aunque la tasa de inflación interanual evoluciona en línea con las expectativas y apenas se incrementa en dos décimas, la tasa de inflación subyacente interanual pasa del 4,9% al 5,5%, una décima peor de lo esperado: es decir, que hasta cierto punto la inflación se está extendiendo por el conjunto de la economía más allá de lo que suceda específicamente con los precios de la energía. Cuarto, la tasa de inflación subyacente intermensual no desciende sino que aumenta: pasa del 0,5% al 0,6% (de nuevo, por encima de lo esperado): de mantenerse a ese nivel durante 12 meses, sufriríamos una inflación subyacente del 6,8%.

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Quinto, aunque los salarios nominales están aumentando por debajo de la inflación (con lo que los salarios reales se están contrayendo y eso debería fomentar una contención del gasto privado), lo cierto es que hasta noviembre los sueldos estaban expandiéndose a un ritmo del 4,3% interanual (el ritmo más alto desde 2008), lo que igualmente constituye un riesgo de que la inflación se cronifique en niveles demasiado elevados. Sexto, la gran esperanza de quienes esperan que la inflación vaya a moderarse durante los próximos meses era que se solventaran los cuellos de botella, pero esa esperanza también se está evaporando: muchos cuellos de botella no solo no se están solucionando en absoluto, sino que se están agravando (el tiempo de espera de los chips llegó a máximos históricos en diciembre) y las materias primas, después de haberse abaratado durante algunas semanas, están volviendo a dispararse (el petróleo ya ha recuperado prácticamente su nivel máximo en cinco años y el índice de precios de materias primas, Thomson Reuters/Jefferies CRB Index, ha vuelvo a rebasar sus máximos de los últimos 12 meses y ya se ubica en su nivel más elevado desde 2014). Y séptimo, todo este cuadro inflacionista se ha dado dentro de un mercado que espera que la Reserva Federal subirá los tipos de interés hasta en cuatro ocasiones durante los próximos meses (el tipo de interés de la deuda pública a dos años ya roza el 1%) y que, por tanto, ya ha anticipado la restricción de las condiciones financieras (restricción, empero, insuficiente para reconducir la inflación subyacente).

En definitiva, aunque desde luego la tasa de inflación general ha mostrado signos de moderación en diciembre, es todavía muy prematuro para concluir que estamos asistiendo al principio del fin de esta oleada inflacionista. El grueso de los datos, de hecho, no parece apuntar en esa dirección.

La inflación en EEUU cerró 2021 en una tasa interanual del 7%, la más elevada de los últimos 40 años. El dato, harto negativo en aislado, fue, sin embargo, recibido con un cauto optimismo por parte de algunos economistas dado que podría estar señalando el fin del estallido inflacionista que ha azotado los mercados durante los últimos meses. A su juicio, este 7% podría ser un dato positivo debido a cuatro razones.

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