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El empleo privado todavía no ha recuperado los niveles de 2019
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Juan Ramón Rallo

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El empleo privado todavía no ha recuperado los niveles de 2019

Las horas trabajadas en el sector privado todavía se hallan un 4% por debajo de las previas a la pandemia

Foto: Foto: EFE/Luis Tejido.
Foto: EFE/Luis Tejido.
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El Gobierno saca pecho con su dato de creación de empleo para el conjunto de 2021: 840.700 nuevos trabajadores (la mayor incorporación de ocupados al mercado laboral desde el año 2005) y una tasa de paro del 13,33% (la más baja en un cuarto trimestre desde 2007). Hasta cierto punto, es comprensible que un Ejecutivo quiera instrumentalizar en beneficio propio tan vistosos datos, pero, más allá de aceptar la inevitable borrachera de triunfalismo, tampoco habría que dejarse embelesar por la propaganda política.

Primero, la economía española cuenta a cierre de 2021 con 218.000 ocupados más que en 2019, pero esencialmente ha sido merced a la creación de empleo público: el número de ocupados en la Administración a cierre de 2021 era de 224.000 personas más que en 2019. Sin la creación de empleo público, habríamos terminado el periodo pandémico 2019-2021 absolutamente planos. O dicho de otro modo, lo que perdimos en 2020 lo recuperamos en 2021: en 2020 se destruyeron 748.000 empleos en el sector privado y en 2021 se han creado 744.000.

Segundo, en realidad, ni siquiera cabe afirmar que hemos recuperado el nivel de actividad laboral de 2019. Si medimos el número total de horas semanales trabajadas durante el cuarto trimestre de 2021, observaremos que estas ascienden a 615,6 millones, mientras que en 2019 fueron 639,9 millones: es decir, cada semana todavía se trabajaron de media 24,3 millones de horas menos que antes de la pandemia. Parte de la creación de empleo, pues, ha consistido en repartir entre un mayor número de trabajadores los empleos disponibles antes de la pandemia.

Y tercero, los datos anteriores todavía son peores si nos limitamos a analizar la cantidad de horas semanales trabajadas dentro del sector privado: en este caso, en el cuarto trimestre de 2021 se trabajaron 518,2 millones de horas semanales; por debajo no solo de los 538,8 millones de horas del cuarto trimestre de 2019, sino también de los 529,2 millones del cuarto trimestre de 2018. Es decir, las horas trabajadas en el sector privado todavía se hallan un 4% por debajo de las previas a la pandemia.

Foto: Un camarero con un cliente en un bar de Barcelona. (EFE/Enric Fontcuberta)

En suma, está claro que estamos ante unos más que decentes datos de empleo, sobre todo si los comparamos con las expectativas para estas fechas en marzo de 2020. Pero no deberíamos pensar ni que ya hemos recuperado todo el terreno perdido ni que España es un caso extraordinario de recuperación en el panorama global. No lo es. Y eso puede que sea lo más preocupante: el conjunto del planeta está experimentando un crecimiento anómalamente acelerado como consecuencia de los excesos de la política fiscal y de la política monetaria en la mayor parte de países.

Tales excesos ya se están dejando notar en la inflación más elevada de los últimos 40 años en EEUU y de los últimos 30 en España: en consecuencia, el riesgo de que durante los próximos trimestres avancemos hacia una restricción del gasto agregado no es en absoluto desdeñable (desde luego, sucederá si la inflación no remite sola como consecuencia de una súbita normalización de la oferta de la mayoría de 'inputs', energéticos y no energéticos, que se halla tensionada). ¿Cómo se comportará en ese contexto una economía como la española que, en el fondo, ni siquiera ha recuperado en la cresta de esa ola sus niveles efectivos de actividad laboral previos a la pandemia? Que habiéndonos recalentado como nos hemos recalentado estemos hablando de estos datos —buenos, pero no extraordinarios— de ocupación y de paro debería ser motivo para, al menos, mantenernos alerta.

El Gobierno saca pecho con su dato de creación de empleo para el conjunto de 2021: 840.700 nuevos trabajadores (la mayor incorporación de ocupados al mercado laboral desde el año 2005) y una tasa de paro del 13,33% (la más baja en un cuarto trimestre desde 2007). Hasta cierto punto, es comprensible que un Ejecutivo quiera instrumentalizar en beneficio propio tan vistosos datos, pero, más allá de aceptar la inevitable borrachera de triunfalismo, tampoco habría que dejarse embelesar por la propaganda política.

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