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Gobierno y sindicatos, contra ATA... y contra los autónomos
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Juan Ramón Rallo

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Gobierno y sindicatos, contra ATA... y contra los autónomos

En lugar de imponerles los consensos prefabricados con unos sindicatos amarillos, dejen que cada autónomo se siga representando a sí mismo escogiendo la base a la que desea cotizar

Foto: El presidente de ATA, Lorenzo Amor. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El presidente de ATA, Lorenzo Amor. (EFE/Rodrigo Jiménez)

¿Por qué el Gobierno negocia la reforma laboral o la reforma del sistema de cotización de los autónomos con unos mal llamados “agentes sociales” cuya representatividad es raquítica? Pues para poder silenciar y taponar las muy heterogéneas voces de aquellos que se ven afectados por las mismas: si Garamendi representa a todos los empresarios basta con que hable Garamendi y callen todos los demás. La estrategia funciona razonablemente bien cuando esos agentes sociales se avienen a pactar con el Ejecutivo porque éste les da aquello que reclaman (lo cual, por cierto, no tiene por qué coincidir en absoluto con aquello que necesitan son presuntos representados): repartimos inteligentemente algunas prebendas, compramos unas pocas voluntades representativas y acallamos a las masas.

La estrategia, empero, comienza a embarrancar cuando alguno de esos agentes sociales se sale significativamente del guion y se niega, por cualquier motivo (no necesariamente noble), a pactar con el Ejecutivo. Llegado ese momento, se hace necesario reescribir la historia: el anteriormente representativo agente social (tan representativo él que merecía estar desde un comienzo en la mesa de negociaciones) deja de ser, por arte de birlibirloque, un agente representativo; más bien, se convierten de la noche a la mañana en un grupúsculo sectario y con intereses muy oscuros que se ha colado no se sabe muy bien como en las negociaciones. Si no se le baila el agua al poder gubernamental, ya no es un aliado en el blanqueamiento de los pactos de estado sino un enemigo de la concordia, el diálogo social y el rigor reformista.

Precisamente, durante estos últimos días, hemos asistido a este acoso y derribo contra una de las asociaciones encargadas de negociar la reforma de las cotizaciones sociales de los autónomos: ATA. He de decir que no guardo ninguna simpatía especial hacia ATA: su discurso siempre me ha parecido zigzagueante y ambiguo. Algunas veces incluso han llegado a reclamar algo muy parecido a lo que ahora mismo está proponiendo Escrivá y que ellos están rechazando. A su vez, y al igual que ocurre con el resto de asociaciones como UPTA (UGT) y UATAE (CCOO), su representatividad me resulta harto cuestionable: datos de afiliación dudosos y en todo caso minoritarios con respecto a la globalidad de los autónomos. Pero una cosa es que uno no tenga especial predilección hacia ATA y otra muy distinta es callar ante la campaña de desprestigio organizada contra ella por parte de quienes sí tendrían mucho que callar.

Y es que ATA está siendo, de momento, la única voz discordante entre los (mal llamados) “agentes sociales” para sacar adelante, con paseíllo militar incluido, la reforma-sablazo de Escrivá contra los autónomos. Están siendo el verso suelto que puede inocular ciertas dudas en la opinión pública de que las falsedades que diariamente transmite el ministro a la opinión pública (como que su reforma beneficiará a dos tercios de los autónomos) sean, en el fondo, eso: falsedades. De ahí que toque matarlo como interlocutor válido después de haberlo encumbrado como tal.

Foto: El presidente de ATA, Lorenzo Amor. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Por un lado, fue el propio ministro Escrivá, en una reciente entrevista en Espejo Público, quien comenzó abriendo fuego contra ATA señalando que carecían de credibilidad y que sus datos de afiliados estaban a buen seguro inflados. La reflexión de Escrivá podría ser pertinente si la dirigiera in toto no sólo contra ATA, sino también, y por similares motivos, contra UPTA y UATAE. Pero no: a las organizaciones pantalla que dicen tramposamente “representar” a los autónomos desde las principales centrales sindicales patrias no les reprochó ni mu. ¿Y por qué no aplica idéntico rasero a quienes están al mismo nivel que ATA? Porque UPTA y UATAE están alineadas con el ministro en esta reforma y, por tanto, su impostada representatividad es una ficción que a Escrivá le conviene explotar. Quienes se alinean con sablear a los autónomos poseen automáticamente credibilidad y son representativos porque el ministro quiere sablear a los autónomos. Quienes cruzan la orilla prohibida la pierden ipso facto.

Por otro lado, después de que Escrivá diera la orden de caza menor, el resto de asociaciones de autónomos tan independientes, representativas y creíbles pasaron al ataque con argumentos tan paupérrimos como el siguiente. Eduardo Abad, presidente de UPTA, exigió a ATA que se aclare "si lo que quiere es un sistema en el que los autónomos que ganan al mes entre 600 y 900 euros al mes coticen 294 euros, exactamente igual que aquellos que ganan 8.000 euros". ¿Éste es la asociación que, según el riguroso Escrivá, tiene tanta credibilidad merced al sofisticado uso de falacias de falso dilema? ¿Este es el nivel de las tan altas negociaciones de los representantes de los autónomos? Veamos.

Foto: Empresas y autónomos recurren al teletrabajo durante el estado de alarma. (EFE/Enric Fontcuberta)
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Primero, nada impide establecer un sistema de cotizaciones donde se respete el derecho de los autónomos a escoger su base de cotización entre el mínimo y el máximo legal, al tiempo que se habilita a cotizar según sus ingresos reales a quienes ingresen por debajo de la base mínima: por tanto, quienes ganen entre 600 y 900 no tienen por qué cotizar lo mismo que quien gana 8.000 aun en el caso de que no se le suban las cotizaciones a quienes ganan 8.000.

Segundo, el único obstáculo que cabría oponer a la propuesta anterior sería de tipo financiero: si para bajarles las cotizaciones a unos se las hemos de subir a otros, entonces la disyuntiva sí será realmente restrictiva. Pero tampoco. Bajo el más exagerado de los supuestos, la rebaja de cotizaciones de Escrivá para los tramos más bajos de ingresos tendrá un coste recaudatorio de 1.400 millones de euros (en realidad, bastante menos, dado que no todos los autónomos en esos tramos de ingresos están actualmente cotizando). En cambio, la recaudación extra procedente de subirles las cotizaciones al resto de autónomos puede alcanzar una recaudación extra de 7.500 millones de euros. Por consiguiente, es obvio que no se les sube a unos para bajársela a otros: se les sube mucho a la mayoría con la mala excusa de bajársela un poco a la minoría. Y los sindicatos son cómplices de esta brutal mordida.

En suma, en lugar de imponerles los consensos prefabricados con unos sindicatos amarillos al servicio del gobierno, dejen que cada autónomo se siga representando a sí mismo escogiendo la base a la que desea cotizar. Respeten su libertad.

¿Por qué el Gobierno negocia la reforma laboral o la reforma del sistema de cotización de los autónomos con unos mal llamados “agentes sociales” cuya representatividad es raquítica? Pues para poder silenciar y taponar las muy heterogéneas voces de aquellos que se ven afectados por las mismas: si Garamendi representa a todos los empresarios basta con que hable Garamendi y callen todos los demás. La estrategia funciona razonablemente bien cuando esos agentes sociales se avienen a pactar con el Ejecutivo porque éste les da aquello que reclaman (lo cual, por cierto, no tiene por qué coincidir en absoluto con aquello que necesitan son presuntos representados): repartimos inteligentemente algunas prebendas, compramos unas pocas voluntades representativas y acallamos a las masas.

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