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Por qué el euríbor empieza a subir
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Juan Ramón Rallo

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Por qué el euríbor empieza a subir

El mercado interbancario constituye hoy un mecanismo puro de apuestas sobre el curso de los tipos de interés futuros

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (Reuters/Michael Probst)
Christine Lagarde, presidenta del BCE. (Reuters/Michael Probst)

La inflación, y las consecuentes subidas de tipos de interés que podría terminar planteando el Banco Central Europeo para contrarrestarla, no solo amenazan con subir el coste de financiación de los Estados europeos, especialmente de los más endeudados, sino que también puede conllevar un alza del coste de las hipotecas, tanto de las variables ya existentes como de las nuevas concesiones futuras.

No en vano, desde que hace apenas unos días el Banco Central Europeo modificó el tono de su discurso sobre la senda futura de tipos de interés, el euríbor a 12 meses ha subido desde el -0,5% al -0,3%. No es que el BCE fije directamente el euríbor, pero sí lo influye indirectamente a través del tipo de interés que carga a los bancos por sus reservas.

Recordemos que el euríbor a 12 meses no es más que el tipo de interés promedio al que los principales bancos europeos se prestan reservas entre sí reservas a un año en el mercado interbancario. En principio, y dadas las fortísimas inyecciones de reservas que viene efectuando el BCE desde 2015 a través de las flexibilizaciones cuantitativas, no debería tener demasiado sentido que los bancos pidan prestadas reservas cuando cuentan con sobreabundancia de ellas. Y, desde luego, y a diferencia de lo que sucedía antes de la crisis de 2008, no existe ninguna motivación originaria en pedir prestadas reservas, pero sí existe un gran interés en desembarazarse de ellas prestándoselas, cual patata caliente, a otros bancos. Y es que a los bancos no les sale gratis mantener sus reservas en balance porque el BCE les cobra por ellas.

Foto: Andrea Enria, presidente del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), del BCE. (Armando Babani/EFE)

Las reservas del sistema bancario no son otra cosa que los depósitos que los bancos poseen contra el BCE (depósitos que, además, solo son traspasables entre bancos: familias y empresas no pueden poseer, hoy por hoy, cuentas en el BCE). Y el BCE, como monopolio que es en la emisión de reservas, tiene capacidad para imponer cualquier precio sobre esos depósitos: actualmente, se le cobra a la banca un tipo de interés anual del -0,5% (sobre toda reserva en exceso de seis veces el mínimo de reservas regulatorias), de modo que los bancos desearían desprenderse de gran parte de sus reservas, pero no pueden endosárselas a otros agentes que no sean otros bancos (o Estados miembros). De ahí que la motivación de los bancos a día de hoy no sea pedir prestadas reservas (no las necesitan para cubrir su liquidez), sino prestarlas para evitar pagarle ese -0,5% anual al Banco Central Europeo.

Pero claro, si por tener reservas el Banco Central Europeo te cobra el -0,5%, ningún otro banco querrá pedir prestadas reservas… salvo que se las presten a al menos el -0,5%. Eso es justamente lo que sucede en el euríbor a un día, el llamado Eonia, que mimetiza el tipo de interés negativo que establece el BCE sobre sus reservas: así, a 24 horas vista, como banco o le prestas tus reservas al BCE al -0,5% o se las prestas a otro banco al -0,5%. Ligeramente distinto es el caso del euríbor a mayor plazo, por ejemplo, el euríbor a 12 meses. En ese caso, los bancos que prestan y que piden prestado no solo tienen en cuenta cuál es el tipo de interés que cobra hoy el BCE sobre las reservas, sino cuál puede ser el que cobre a lo largo de los próximos meses.

Ahora que las expectativas sobre la estrategia del BCE han girado hacia subidas de tipos de interés, el euríbor comienza a aumentar

De esta manera, si se espera que el BCE baje sus tipos de interés (se vuelvan más negativos) el euríbor a 12 meses se ubicará por debajo de los actuales tipos de interés (a un banco le interesa prestar reservas a 12 meses al -0,6% si cree que durante los próximos meses el BCE colocará el tipo sobre sus reservas en el -0,7%); si, en cambio, se espera que el BCE suba sus tipos de interés (se vuelvan menos negativos o incluso pasen a terreno positivo), el euríbor a 12 meses se ubicará por encima de los actuales tipos de interés (a un banco le interesa pedir prestadas reservas al -0,4% si cree que solo tendrá que pagar un-0,3% al BCE). En suma, y con amplia disponibilidad de reservas, el mercado interbancario constituye hoy un mecanismo puro de apuestas sobre el curso de los tipos de interés futuros.

Por eso, ahora que las expectativas sobre la estrategia del BCE han girado hacia subidas de tipos de interés, el euríbor comienza (tímidamente) a aumentar. En la medida, además, en que la inflación se mantenga alta y el BCE necesite endurecer más su política monetaria (subir los tipos de interés, incluyendo los que cobra, o paga, sobre sus reservas), el euríbor seguirá subiendo y con ello encareciendo no solo todas las hipotecas a tipo variable (indexadas al euríbor) sino también las nuevas hipotecas a tipo fijo. Ese sería otro mecanismo a través del cual se forzaría una contracción del gasto agregado y, por tanto, una moderación dolorosa de la inflación.

La inflación, y las consecuentes subidas de tipos de interés que podría terminar planteando el Banco Central Europeo para contrarrestarla, no solo amenazan con subir el coste de financiación de los Estados europeos, especialmente de los más endeudados, sino que también puede conllevar un alza del coste de las hipotecas, tanto de las variables ya existentes como de las nuevas concesiones futuras.

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