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¿Por qué las subidas de tipos de interés son necesarias para frenar la inflación?
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Juan Ramón Rallo

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¿Por qué las subidas de tipos de interés son necesarias para frenar la inflación?

Las subidas de tipos de interés del banco central contribuyen a contrarrestar la inflación. No es la única medida necesaria para ello, pero sí es una de las que necesitamos para ponerle coto

Foto: La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. (EFE/Ronald Wittek)
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. (EFE/Ronald Wittek)
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La Reserva Federal ha iniciado aparentemente una senda de subidas de tipos de interés para tratar de controlar la inflación. Pero ¿por qué se cree que subir los tipos de interés contribuye a moderar el avance de los precios? Existen diversos canales que permiten explicarlo.

Primero, el canal bancario: un mayor tipo de interés del banco central encarece el coste de (re)financiación de la banca, lo que desata dos efectos. Por un lado, eleva los tipos de interés mínimos a los que la banca está dispuesta a prestar: menores préstamos bancarios a familias y empresas implican menor gasto privado y, por tanto, menor presión alcista sobre los precios. Por otro, eleva los tipos de interés máximos que la banca está dispuesta a ofrecer sobre sus pasivos: mayores intereses ofrecidos a los depositantes implican menor propensión a gastar esos depósitos (menor velocidad de circulación del dinero) y, por tanto, menor presión sobre los precios.

En suma, el efecto de los tipos de interés sobre el canal bancario consiste en limitar el gasto agregado a crédito por parte del sector privado. Y menor gasto agregado a crédito significa menor incremento de los precios. Pero no solo eso: una reducción del gasto agregado engendra, vía efecto multiplicador y vía principio de aceleración, una contracción de la actividad sobre el resto de la economía (la actividad productiva levanta el pie del acelerador).

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Así, los tipos de interés también ejercen su influencia, vía efectos de segunda ronda, sobre el canal de la economía real: menor gasto es menor producción y, por tanto, menor empleo. Es decir, los ingresos agregados dentro de la economía, en forma de salarios y de beneficios empresariales, también se reducen, lo que modera adicionalmente el gasto y por tanto la presión alcista sobre los precios. En parte, esta es la intuición que pretende trasladarnos la curva de Phillips: para reducir la inflación, hay que aumentar el desempleo (y también los parones de actividad empresariales) porque es así como se pone fin a niveles de actividad recalentados.

En tercer lugar, la contracción de los beneficios y de los salarios originada en el canal de la economía real provoca una tercera consecuencia a través del canal de los mercados financieros: la caída del precio de los activos financieros (y de activos reales como la vivienda) y, por consiguiente, un efecto riqueza negativo entre los ahorradores. Menor sensación de riqueza implica menor gasto y, por tanto, menor presión alcista sobre los precios de los bienes de consumo.

En la medida en que los inversores estén convencidos de que la moneda del banco central será protegida, su riesgo se ve reducido

En cuarto lugar, también podemos mencionar el canal del gasto público: tipos de interés más altos no solo constriñen el crecimiento del gasto privado, sino que ponen límites a los déficits del Estado (pues estos se vuelven más costosos de refinanciar) y, por tanto, los gobiernos van sintiendo progresivamente la necesidad de cuadrar sus cuentas, ya sea recortando el gasto público o subiendo impuestos (es decir, recortando el gasto privado). Por ambas vías, menor presión sobre los precios.

Y por último, nos queda el canal de la credibilidad del banco central: que el emisor de la moneda esté dispuesto a pagar todos los costosos peajes anteriores para proteger el valor de sus pasivos señaliza a los inversores que su principal preocupación es precisamente esa, la de cuidar el valor de su moneda. No lo es ni estimular la economía, ni maximizar el empleo, ni mantener a flote los mercados financieros, ni subsidiar el gasto del Gobierno. En la medida en que los inversores estén convencidos de que la moneda del banco central es un pasivo cuyo valor será protegido caiga quien caiga, su riesgo como inversión se ve reducido y, por ende, su demanda se incrementa: y a mayor demanda de la moneda, menor inflación.

En definitiva, las subidas de tipos de interés del banco central contribuyen a contrarrestar la inflación. No es la única medida necesaria para ello (si los gobiernos mantienen déficits muy elevados, será complicado que la política monetaria termine siendo eficaz en solitario), pero sí es una de las que necesitamos para poner coto a la inflación. La cuestión, claro, es si con la senda de subidas de tipos que se han anunciado hasta el momento será suficiente para frenar la inflación más elevada en 40 años.

La Reserva Federal ha iniciado aparentemente una senda de subidas de tipos de interés para tratar de controlar la inflación. Pero ¿por qué se cree que subir los tipos de interés contribuye a moderar el avance de los precios? Existen diversos canales que permiten explicarlo.

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