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Los cinco mensajes del Bundesbank para España
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Juan Ramón Rallo

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Los cinco mensajes del Bundesbank para España

El BCE no va a estar siempre dando apoyo a los gobiernos al margen de cuál sea su solvencia relativa

Foto: El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel. (Reuters/Benjamin Westhoff)
El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel. (Reuters/Benjamin Westhoff)
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Los tipos de interés de la deuda pública periférica llevan moderándose desde los altos y peligros niveles que alcanzaron hace un par de semanas (los tipos de interés de los pasivos estatales de España superaron el 3% y los de Italia, el 4%). Las razones para ese retroceso son dos.

Por un lado, el creciente temor dentro del mercado de que nos orientemos a una recesión (la caída del petróleo de ayer apunta en la misma dirección), lo que moderaría la alta inflación actual y a su vez frenaría las pretensiones de subidas de tipos por parte del Banco Central Europeo. De hecho, desde hace varios días, no solo la deuda pública periférica se ha abaratado, sino que el euríbor también lo ha hecho. Es decir, ahora mismo ya no se cree que el BCE vaya a subir los tipos tanto como venía anunciando.

Foto: Los presidentes de la Fed, Jerome Powell, y del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)

Pero, por otro lado, el BCE también ha contribuido a moderar los tipos de interés de la deuda periférica anunciando la creación de un nuevo mecanismo de financiación por el que se intervendría en los mercados (con el capital que ha de reinvertir por los vencimientos de sus títulos de deuda pública) para adquirir pasivos estatales europeos cuyos tipos de interés se hayan desalineado de sus fundamentales.

Y es precisamente sobre este último mecanismo sobre el que opinó, de manera no muy entusiasta, el nuevo presidente del Bundesbank, Joachim Nagel. En su discurso, podemos encontrar cinco contundentes mensajes acerca de las limitaciones que deberá exhibir este mecanismo.

1. “Nuestra misión es garantizar la estabilidad de precios y hemos de cumplir con ese mandato. Ni siquiera las consideraciones fiscales deben interponerse en nuestro camino”: es decir, que si hace falta subir los tipos de interés para frenar la inflación, los subirán, aunque ello ponga en aprietos a gobiernos europeos.

Foto: La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. (Thomas Lohnes/EFE)

2. “Los Estados miembros son los responsables de aumentar la confianza en sus políticas fiscales futuras”: es decir, que quienes en última instancia han de rebajar los costes de financiación de la deuda pública son los propios gobiernos poniendo en orden sus presupuestos.

3. “Me sorprende que, dada esta situación, la cláusula de escape de las reglas fiscales se haya extendido a lo largo de 2023. No solo eso, en ocasiones da la impresión de que las reglas fiscales ya no serán nunca más obligatorias. Todo esto son señales erróneas que no contribuyen a generar confianza en unas finanzas fiscales sanas dentro de un entorno de tipos de interés crecientes (…) Sería una desgracia que los gobiernos asumieran que el Eurosistema siempre va a estar ahí para garantizarles condiciones de financiación favorables”: es decir, que el BCE no va a estar siempre dando apoyo a los gobiernos al margen de cuál sea su solvencia relativa y si los gobiernos lanzan el mensaje (previsiblemente para presionar al banco central) de que nunca van a regresar a unas finanzas equilibradas, eso dañará su credibilidad y, por tanto, encarecerá su coste de financiación.

4. “Querría advertir en contra de usar la política monetaria para limitar la prima de riesgo, dado que es virtualmente imposible determinar a ciencia cierta si un determinado diferencial se ha incrementado por fundamentales o no (…) Es crucial que sea un mecanismo temporal”: ees decir, que los banqueros centrales no pueden saber con certeza si un determinado movimiento de tipos de interés en el mercado de deuda se debe a la especulación pura o a una percepción de fundamentales, y precisamente por ello, hay un margen de discrecionalidad muy grande que puede conducir a manipular el mercado, y precisamente por eso, solo debería utilizarse de manera muy excepcional y no de manera estructural.

Foto: La sede del BCE en Frankfurt, Alemania. (Getty/Thomas Lohnes)

5. “Cuando se cumplen las condiciones para que este mecanismo pueda utilizarse, también puede emplearse el mecanismo OMT (…) El mecanismo OMT está sujeto a una clara condicionalidad y esto es importante desde una perspectiva jurídica. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea y el Tribunal Constitucional alemán han revisado la OMT y han concluido que era legal”: es decir, que el nuevo mecanismo podría no tener encaje jurídico si se utiliza como instrumento de política fiscal sin condicionalidad alguna. Por tanto, los gobiernos nacionales no deberían confiar demasiado en este nuevo mecanismo: lo esencial es que cuadren sus cuentas.

Veremos si finalmente prevalece la voluntad del Bundesbank. En los últimos años, su discurso ha sido prácticamente irrelevante a la hora de condicionar la política monetaria del BCE, pero quizás en la actual oleada inflacionista las cosas cambien.

Los tipos de interés de la deuda pública periférica llevan moderándose desde los altos y peligros niveles que alcanzaron hace un par de semanas (los tipos de interés de los pasivos estatales de España superaron el 3% y los de Italia, el 4%). Las razones para ese retroceso son dos.

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