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¿Por qué un euro solo vale un dólar?
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Juan Ramón Rallo

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¿Por qué un euro solo vale un dólar?

En tiempos de tribulación, pues, la demanda de dólares se incrementa en relación al resto de divisas

Foto: Billetes de euro y dólar. (EFE/Luis Millán)
Billetes de euro y dólar. (EFE/Luis Millán)
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Por primera vez en 20 años, el euro ha regresado a la paridad con el dólar. Desde sus máximos de 2008, en los que un euro llegó a cotizar por encima de los 1,6 dólares, la moneda única ha perdido alrededor del 40% de su valor frente a la divisa estadounidense. Más preocupante todavía es que, en los últimos 12 meses, ha retrocedido casi un 20%. ¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo?

De entrada, recordemos que el valor de una divisa depende de su demanda relativa frente a otras: si los tenedores de euros queremos más dólares que los euros que desean los tenedores de dólares, entonces el dólar se apreciará frente al euro. La demanda de dólares depende de las compras de bienes y servicios que queramos efectuar en EEUU (o a otros países que cobren en dólares), de los activos financieros que deseemos adquirir en EEUU (o a otros países que cobren en dólares) y de la demanda de dólares como reserva de liquidez. La demanda de euros depende de las compras de bienes y servicios que se quieran efectuar en la eurozona (o a otros países que cobren en euros), de los activos financieros que se deseen adquirir en la eurozona (o a otros países que cobren en euros) y de la demanda de euros como reserva de liquidez. Desde esta perspectiva, existen tres causas que explican la depreciación.

Primero, el saldo comercial de Alemania, y del conjunto de la eurozona, se ha deteriorado de un modo muy intenso durante los últimos meses. En mayo, Alemania dejó de tener superávit comercial por primera vez desde la reunificación. Y con el superávit alemán también ha desaparecido el superávit de la eurozona. ¿Cuál es el motivo de este cambio tan drástico? El fuerte encarecimiento de las importaciones energéticas y el retroceso de las exportaciones, como consecuencia de nuestra menor competitividad (por el encarecimiento de la energía) y de los cuellos de botella globales, constriñen la capacidad de producir automóviles en Alemania y, por último, las sanciones a Rusia han hecho perder a la eurozona uno de sus mercados. Sea como fuere, cuando teníamos superávit comercial, la demanda relativa de euros (con fines comerciales) era robusta: los extranjeros necesitaban adquirir más euros (para comprarnos) que nosotros moneda extranjera (para comprarles). Desaparecido el superávit, este deja de apoyar el valor del euro.

Foto: Un billete de 50 dólares y otro de 50 euros. (EFE/Arshad Arbab)

Segundo, la subida de tipos de interés en EEUU frente a la eurozona (1,5% versus 0%) y, sobre todo, la perspectiva de que sigan aumentando más al otro lado del Atlántico que en este conducen a que la demanda europea de activos financieros estadounidenses se vuelva relativamente más intensa que la demanda estadounidense de activos financieros europeos. El diferencial de tipos de interés, derivado de la divergente actitud de los bancos centrales en su lucha contra la inflación, explica, por consiguiente, otra parte de la depreciación del euro frente al dólar.

Y, por último, el creciente temor a recesión en los mercados está conduciendo a que los inversores busquen activos refugio (de ahí, por ejemplo, el abaratamiento del coste de financiación de gran parte de la deuda pública occidental durante las últimas semanas). Pues bien, el activo refugio por excelencia a escala global (con permiso del oro) es el dólar. Es verdad que el euro también se halla presente entre las reservas exteriores de muchos países, pero no con la preeminencia del dólar. En tiempos de tribulación, pues, la demanda de dólares se incrementa en relación con el resto de divisas: no solamente el euro, sino también muchas otras monedas que durante las últimas semanas están depreciándose frente a la divisa estadounidense. Y si la demanda de dólares crece frente a la de euros, el dólar se apreciará frente al euro.

En definitiva, nuestra pérdida de competitividad como resultado de la guerra en Ucrania, nuestro creciente diferencial de tipos de interés como consecuencia de la distinta estrategia frente a la inflación de nuestros bancos centrales y la posición única del dólar como divisa internacional de reserva, todo ello ha llevado a que, a día de hoy, un euro apenas valga un dólar.

Por primera vez en 20 años, el euro ha regresado a la paridad con el dólar. Desde sus máximos de 2008, en los que un euro llegó a cotizar por encima de los 1,6 dólares, la moneda única ha perdido alrededor del 40% de su valor frente a la divisa estadounidense. Más preocupante todavía es que, en los últimos 12 meses, ha retrocedido casi un 20%. ¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo?

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