Laissez faire
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Por qué preocupa tanto el dato de inflación de EEUU
Aunque pueda parecer que se trata de eventos desconectados, el mal dato de este martes de inflación en EEUU supone que las hipotecas se van a seguir encareciendo en la eurozona
Después de un buen dato de inflación en julio, los mercados confiaban seriamente en que el alza de precios siguiera moderándose durante agosto en EEUU. De ser así, acaso lográramos evitar los escenarios de pánico: la Reserva Federal podría empezar a cantar victoria contra la inflación, las próximas subidas de tipos se moderarían y la restricción de la política monetaria estadounidense no arrastraría al resto del mundo a endurecer tan agresivamente sus propias políticas monetarias. Pero, al final, el gozo de los mercados ha caído en un pozo que no augura nada bueno para la economía mundial. Vayamos paso a paso.
Primero, lo verdaderamente preocupante del dato de inflación que hemos conocido este martes en EEUU no es que la tasa de inflación general se redujera menos de lo esperado: cayó del 8,5% al 8,3% cuando se confiaba en una moderación hasta el 8,1%. No, lo preocupante es que la tasa de inflación subyacente remontó del 5,9% al 6,3% debido a que la tasa intermensual (subyacente) fue del 0,6%... a ritmos similarmente elevados a los de comienzos de año. Por consiguiente, la inflación estadounidense va siendo cada vez más un fenómeno desvinculado de la coyuntura energética internacional y mucho más asociado a las dinámicas económicas internas (de hecho, el componente del IPC cuya subida más se está acelerando son… los servicios).
Segundo, esta mala noticia sobre la inflación estadounidense a buen seguro llevará a la Reserva Federal a subir sus tipos de interés en 75 puntos básicos en la reunión de la semana que viene. Los mercados confiaban en que, si el dato del IPC de hoy era bueno, la Fed se descolgaría con una subida de apenas 50 puntos básicos o al menos que, si mantenía la subida de 75 puntos básicos, moderara el tono de su discurso en la rueda de prensa posterior. Nada de todo eso ocurrirá. Es más, tras conocer el dato, los mercados han empezado a descontar la posibilidad de que la Fed aumente los tipos de interés en 100 puntos básicos, lo que los llevaría al 3,5%. Y dado que es absolutamente impensable que las subidas de tipos se interrumpan a partir de noviembre, bien podríamos terminar el año por encima del 4% (y más bien cerca del 5%).
Tercero, una subida de tipos tan acelerada en tan poco tiempo (no olvidemos que comenzamos este año en el 0%) a buen seguro tendrá consecuencias contractivas sobre la economía estadounidense. Pero el problema no es solo ese: el problema son los efectos que conllevará sobre el resto de la economía mundial. Si los tipos de interés en EEUU se ubican en el 4%, es inconcebible que se vayan a mantener estables en muchas otras economías desarrolladas y emergentes. Tomemos el caso de la eurozona: a día de hoy, los tipos están en el 1,25% (después de que el BCE haya acelerado el ritmo de subidas desde julio).
¿Qué ocurriría con el euro si el BCE mantuviese sus tipos en ese nivel y la Fed llevara los suyos al 4% o al 5%? Pues que el euro se depreciaría todavía más y seguiríamos importando inflación. Por consiguiente, por necesidad, la eurozona, Reino Unido o Canadá se verán arrastrados a incrementar sus propios tipos de interés. También muchas otras economías emergentes, especialmente en Hispanoamérica, donde la depreciación de la divisa local no solo implica importar inflación, sino acrecentar el riesgo de una crisis de deuda nacional (pues muchos pasivos están denominados en dólares). En pocas palabras, y aunque pueda parecer que se trata de eventos totalmente desconectados, el mal dato de ayer de inflación en EEUU supone que las hipotecas se van a seguir encareciendo en la eurozona.
En suma, frente a quienes creían que la pesadilla inflacionista había tocado a su fin (al menos en EEUU), el mal dato de inflación de hoy nos recuerda que todavía sigue muy viva y que, por tanto, el tono de la política monetaria global durante los próximos trimestres será bastante más contractivo de lo que muchos deseaban anticipar.
Después de un buen dato de inflación en julio, los mercados confiaban seriamente en que el alza de precios siguiera moderándose durante agosto en EEUU. De ser así, acaso lográramos evitar los escenarios de pánico: la Reserva Federal podría empezar a cantar victoria contra la inflación, las próximas subidas de tipos se moderarían y la restricción de la política monetaria estadounidense no arrastraría al resto del mundo a endurecer tan agresivamente sus propias políticas monetarias. Pero, al final, el gozo de los mercados ha caído en un pozo que no augura nada bueno para la economía mundial. Vayamos paso a paso.
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