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¿Les empiezan a temblar las piernas a los bancos centrales?
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Juan Ramón Rallo

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¿Les empiezan a temblar las piernas a los bancos centrales?

El mensaje del BCE, en paralelo al mal dato de inflación de EEUU, sugiere que al menos al BCE podrían estar empezándole a temblar las piernas

Foto: Escultura del euro, frente a la antigua sede del Banco Central Europeo (BCE). (EFE/Armando Babani)
Escultura del euro, frente a la antigua sede del Banco Central Europeo (BCE). (EFE/Armando Babani)
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El dato de inflación de EEUU no ha sido bueno. No lo fue en agosto y no lo ha vuelto a ser en septiembre. No tanto porque la tasa general de inflación no esté descendiendo, que lo hace, aunque a un ritmo muy lento (llegó a estar en el 9,1% y ahora mismo se encuentra en el 8,2%), sino porque la tasa de inflación subyacente no solo no baja sino que aumenta. En concreto, la tasa de inflación subyacente interanual alcanzó en septiembre el 6,6%, su mayor nivel en los últimos 40 años: desde julio, ha pasado del 5,9% a ese 6,6%. Y la información que nos manda la inflación subyacente intermensual es que todavía puede tener cierto recorrido al alza: tanto en agosto como en septiembre, ese dato se ubicó en el 0,6%, lo que anualizadamente sería una inflación del 7,5%.

La reacción inicial de los mercados a estas noticias no fue nada positiva, porque todo parece indicar que la Reserva Federal seguirá subiendo los tipos de interés de manera acelerada. Este pasado miércoles conocimos, de hecho, las actas de la reunión de septiembre de la Fed y lo que se desprendía de ellas era más bien el temor de que el banco central estuviese siendo demasiado lento en su lucha contra el alza de los precios. Dicho de otro modo, el miedo no era a que la Fed estuviese subiendo los tipos de interés demasiado rápido y que ello pudiese acabar dañando la economía. No, lo que dice temer la Reserva Federal es que se estén quedando atrás a la hora de evitar que las expectativas de inflación se enquisten. Y la evolución de la inflación subyacente, unida a un precio internacional del petróleo que se ha hallado durante los últimos meses más bajo que antes de que comenzara la guerra, parecería que debería reforzar esos miedos.

Foto: EC.

El riesgo, obviamente, reside en que cuanto más tiempo se consolide la inflación en niveles históricamente altos, tanto más probable será que penetre y modifique las expectativas de los agentes no solo en los niveles de precios futuros, sino sobre el ritmo al que estos vayan aumentando. Todo lo cual puede contribuir a consolidar un clima inflacionista del que solo cabría escapar con subidas de tipos mucho más agresivas de las que ahora mismo son estrictamente necesarias.

Así que si la información que la Fed ha colocado en los mercados realmente representa su opinión de fondo (y no es una mera apariencia para engañar a los mercados), cabe esperar aún mayores subidas de tipos en el futuro cercano. Y, en teoría, si la Fed sube sus tasas de financiación, el BCE debería hacer lo propio si no quiere que asistamos a una depreciación todavía mayor del euro frente al dólar que alimente la inflación interna.

Foto: El presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, junto a la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. (EFE)

Pero hete aquí que el BCE filtró ayer que no espera subir los tipos de interés en ningún momento por encima del 2,25%, lo cual puede significar muchas cosas. Primero, que el BCE considere, y tenga razón, que ese tipo de interés es suficiente para evitar los riesgos de una espiral inflacionista que, al menos en Europa, tiene un componente bastante menos intenso de inflación de demanda que en EEUU. Segundo, que el BCE se esté volviendo a equivocar o nos esté engañando al decir que hará algo que no terminará haciendo: de la misma manera que hace medio año seguía descartando subidas de tipos para este año y ha tenido que terminar rectificando, nada impide que vuelva a ocurrir lo mismo con su estimación de tipo terminal. Pero, en tercer lugar, también cabe la peor de las posibilidades en la lucha contra la inflación: que el BCE crea necesario subir tipos, pero no quiera a hacerlo. Es decir, que la lucha contra la inflación no se vaya a priorizar frente a otros objetivos.

El mensaje del BCE, en paralelo al mal dato de inflación de EEUU, sugiere que al menos al BCE podrían estar empezándole a temblar las piernas. Y si el BCE se comporta de ese modo, ¿puede que la Fed también esté yendo de farol?

El dato de inflación de EEUU no ha sido bueno. No lo fue en agosto y no lo ha vuelto a ser en septiembre. No tanto porque la tasa general de inflación no esté descendiendo, que lo hace, aunque a un ritmo muy lento (llegó a estar en el 9,1% y ahora mismo se encuentra en el 8,2%), sino porque la tasa de inflación subyacente no solo no baja sino que aumenta. En concreto, la tasa de inflación subyacente interanual alcanzó en septiembre el 6,6%, su mayor nivel en los últimos 40 años: desde julio, ha pasado del 5,9% a ese 6,6%. Y la información que nos manda la inflación subyacente intermensual es que todavía puede tener cierto recorrido al alza: tanto en agosto como en septiembre, ese dato se ubicó en el 0,6%, lo que anualizadamente sería una inflación del 7,5%.

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