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¿Deberían los bancos centrales elevar sus objetivos de inflación en 2023?
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Juan Ramón Rallo

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¿Deberían los bancos centrales elevar sus objetivos de inflación en 2023?

Lo que restaría credibilidad a un banco central no es elevar su objetivo de inflación, sino elevarlo justo cuando se ve incapaz de reducir la inflación adicionalmente

Foto: El presidente de la Fed, Jerome Powell. (Reuters/Elizabeth Frantz)
El presidente de la Fed, Jerome Powell. (Reuters/Elizabeth Frantz)
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La aceleración de la inflación global claramente se ha frenado en los últimos meses y parece que hemos entrado en un periodo de cierta desinflación. No solo en España, sino también en EEUU y próximamente en el resto de Europa. Este nuevo contexto desinflacionario podría invitar a los bancos centrales a moderar sus planes de endurecimiento de la política monetaria: este pasado miércoles, el propio Jerome Powell dio a entender que la Reserva Federal no volvería a subir los tipos de interés en 75 puntos básicos durante la reunión de diciembre, sino que previsiblemente se limitará a hacerlo en 50 puntos básicos.

Sin embargo, Powell no dijo solamente eso, sino algo más: que acaso los tipos de interés no se incrementarían tanto como originalmente se pensaba, pero que sí se mantendrán en niveles altos durante más tiempo. Y es aquí donde probablemente encontremos a lo largo del año que viene el punto principal de fricción político: a saber, si conforme vaya bajando la inflación y la economía se ralentice (veremos si con recesión de por medio o no) debemos levantar el pie del freno para volver a estimular la economía.

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Cada vez son más los economistas que defienden públicamente que la Reserva Federal no debería ambicionar una inflación a medio plazo del 2%, sino que debería contentarse con el 3%, el 3,5% o incluso el 4%. Y es que si la Fed redefiniera sus objetivos de inflación en el sentido expuesto, acaso pudiéramos alcanzarlos a lo largo de 2023, de modo que ya no sería necesario mantener durante tanto tiempo tan altos los tipos de interés.

Así las cosas, mucho me temo que, si el gran debate económico de 2022 fue el origen de la inflación y el recetario político a aplicar contra ella, el gran debate económico de 2023 será cuál debería ser el objetivo de inflación de un banco central. Pero justamente ese es un debate que no debería plantearse en 2023: siendo una cuestión doctrinal perfectamente legítima (cuál es la tasa de inflación óptima para una economía), resultaría obscenamente obvio que el debate se estaría abriendo en 2023 con el único propósito de que los bancos centrales relajaran su política monetaria en 2023.

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Es decir, que si el banco central descubriera casualmente en 2023 que su objetivo de inflación no ha de ser el 2% sino el 3% o el 4%, inevitablemente se sospecharía que ese hallazgo no es el fruto no sesgado de la investigación científica, sino el resultado de haber politizado esa investigación científica. A la postre, ¿cómo justificar que hasta 2023 no nos hubiéramos dado cuenta de que la tasa de inflación óptima debería ser superior al 2%? ¿No será, acaso, que el banco central no está dispuesto a pagar los costes sociales (en términos de desaceleración económica y destrucción de empleo) necesarios para ello y, por eso, trata de convencernos de que, en realidad, el óptimo de inflación siempre se ha ubicado por encima de ese 2%? En tal caso, redefinir el objetivo de inflación para poder cantar anticipadamente victoria contra la inflación sería, en realidad, una forma de reconocer nuestra derrota frente a la misma. Y ello mermaría la credibilidad del banco central y su capacidad para ejecutar su política monetaria en el futuro (insisto: lo que le restaría credibilidad no es elevar el objetivo de inflación, sino elevarlo justo cuando se ve incapaz de reducir la inflación adicionalmente).

Por suerte, parece que Powell no está por la labor (al menos, por ahora) de revisar el objetivo de inflación en 2023. Este mismo miércoles también señaló que no habrá revisión de los objetivos de la política monetaria hasta dentro de algunos años. Precisamente por ello, y porque no será fácil que la inflación descienda rápidamente hasta el 2%, tiene sentido pensar que los tipos de interés sí se mantendrán altos durante más tiempo y, por tanto, que los riesgos de desaceleración y recesión se mantendrán elevados durante el próximo año.

La aceleración de la inflación global claramente se ha frenado en los últimos meses y parece que hemos entrado en un periodo de cierta desinflación. No solo en España, sino también en EEUU y próximamente en el resto de Europa. Este nuevo contexto desinflacionario podría invitar a los bancos centrales a moderar sus planes de endurecimiento de la política monetaria: este pasado miércoles, el propio Jerome Powell dio a entender que la Reserva Federal no volvería a subir los tipos de interés en 75 puntos básicos durante la reunión de diciembre, sino que previsiblemente se limitará a hacerlo en 50 puntos básicos.

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